La purga migratoria impulsada por el fallecido dictador cubano Fidel Castro en la década de los 80 dejó huellas en muchísimos miembros de la comunidad LGTBIQA+ de aquella época, quienes tuvieron que abandonar el país porque sus orientaciones sexuales eran perseguidas y estigmatizadas por las autoridades.
Unos 125 mil ciudadanos de la isla llegaron a Estados Unidos durante el Mariel, uno de los mayores éxodos migratorios en la historia de Cuba. “Después de muchos años de silencio y estigmatización, unos pocos sobrevivientes sueñan con encontrar justicia y sanar el trauma del sexilio”, explicó a Martí Noticias Lázaro Jesús González, graduado de la carrera de Periodismo en la Universidad de La Habana y egresado de varios talleres de la Escuela Internacional de Cine en San Antonio de los Baños.
González, radicado en Estados Unidos desde hace varios años, recogió testimonios de muchos de estos homosexuales emigrados en el éxodo del Mariel, para un documental "aún en fase de realización", cuyos fragmentos han sido presentados fragmentos en varias universidades de Estados Unidos y Canadá. Su plan es terminar su obra para este verano y presentarla en el Miami Film Festival.
El joven realizador de Padre Nuestro, Margot, Del fango a la Fé, Tatá, Pāndèmos, Máscaras y Villa Rosa concedió una entrevista al programa Arcoiris de Martí Noticias.
¿Cuéntanos sobre tu documental?
Sexilio es un proyecto en el que he estado trabajando por mucho tiempo, el mismo tiempo que llevo exilado en Estados Unidos. Creo que es una obra que ha madurado mucho a través de mi propio entendimiento y de mis experiencias.
Es un documental relacionado directamente con el "sexilio" del Mariel. Al principio yo pensaba que no era un sexiliado pero luego me di cuenta que, aunque no fui expulsado como muchos de los que cuentan su historia en la película, al final teníamos en común: el miedo, la represión y la falta de libertades. De alguna manera estoy incorporando al material esa sensación de que yo también puedo ser un sexiliado, conectando mi experiencia con la de esa otra generación porque, aunque tuvimos motivos diferentes, hay muchos puntos de contacto.
En ese sentido, se ha convertido también en una película más autobiográfica, donde mi acto de escuchar es lo que mueve la narrativa. En este punto va a diferir bastante de las versiones que he ido presentando, en espacios como el festival Instar organizado por Tania Bruguera. El mayor problema con la película, ha sido producir viviendo en el exilio con poco financiamiento.
¿Por qué tus obras de cine tienen una incidencia con la temática LGTBI?
De alguna manera tiene que ver con mi orientación sexual, pero me interesa más por la falta de representaciones positivas de sujetos LGTBI no solo en el cine cubano, sino también en el cine latinoamericano.
Estaba buscando temas donde me sintiera cómodo, aunque me estoy inclinando en este punto de mi carrera a temas más universales como la libertad, por eso ahora mismo estoy trabajando con la diáspora, porque al final para mí se trata de hablar de derechos humanos y libertad de expresión.
Por eso siento que mi obra encaja. He hecho mucho cine, aunque me reconozcan más por estas obras, pero también tengo cintas que no tienen nada que ver con cine LGTBI. Lo que unifica mi trabajo es esta preocupación por la libertad de expresión, y por los derechos humanos en sentido general. En un segundo plano, hay una necesidad histórica de mostrar esos archivos que han sido silenciados por los gobiernos.
¿Cómo nace esa la vocación por el cine?
El cine llegó de una manera más espontánea que el periodismo, por muchos años la carrera de mis sueños era Periodismo pero en mi primer año noté de lo que pasaba en Cuba con todos los medios, la censura, fue una caída libre para mí.
Aunque lo ejercí de manera independiente, me di cuenta que lo que más me interesaba era el cine, pues me daba más posibilidades de investigar y acercarme a lo que yo denomino archivo queer, así como las investigaciones de las identidades sexuales y de género dentro del contexto cubano. Por eso creo que el interés por el cine vino como un rechazo a la práctica del periodismo oficial cubano.
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