Con la muerte de Fidel Castro, opositores al Gobierno cubano esperan que su hermano Raúl abra paso a algunos cambios políticos y económicos largamente esperados, aunque algunos opinan que en lo inmediato podría acentuarse el acoso a los disidentes para reforzar la idea de que la Revolución sigue viva.
Castro murió el 25 de noviembre a los 90 años, ya retirado del Gobierno pero manteniendo su influencia sobre el gobierno de su hermano y resistiéndose a los cambios, incluida una reciente recomposición de relaciones con su eterno enemigo, Estados Unidos, según opositores en La Habana.
"Había muchas cosas que él (Raúl) no se permitía hacer por respeto a su hermano, por las creencias de su hermano. Tenía frenados muchos proyectos por eso", dijo a Reuters Martha Beatriz Roque, del llamado Grupo de los 75 que fueron encarcelados en 2003 y condenados a largas penas de prisión, acusados de realizar actos contra el país.
Roque fue la única mujer del grupo, cuyos integrantes fueron en su momento considerados por organismos internacionales de derechos humanos como presos de conciencia. Salió en libertad condicional por motivos de salud en julio de 2004.
La disidente recordó que Raúl Castro prometió modificar la Constitución para adecuarla a los cambios que ha habido en el país, así como reformar la ley electoral sin alterar el actual sistema político que incluye al Partido Comunista de Cuba como "la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado".
Por su parte, la periodista independiente Miriam Leiva confió en que la muerte de Castro debilite al ala más fuerte del partido, que se resiste a cambios económicos como permitir más negocios privados.
Leiva es viuda de Oscar Espinoza Chepe, del Grupo de los 75. Formó parte de las Damas de Blanco, integrado originalmente por esposas, madres e hijas de los detenidos del grupo.
"Puede pasar que Raúl Castro acelere los cambios, hasta ahora han sido pequeños, cosméticos y han estado detenidos desde 2015. Es posible que una gran parte de las personas (del gobierno) que son inmovilistas estuvieran aduciendo palabras de Fidel Castro y estuvieran entorpeciendo esos cambios", señaló.
Por lo pronto, algunos como Roque sostienen que en lo inmediato el Gobierno va a endurecerse frente a los opositores para que no queden dudas de que el socialismo continúa vigente en la isla.
Ellos a menudo denuncian encarcelamientos arbitrarios de algunas horas o el hostigamiento de simpatizantes de la Revolución, apoyados por fuerzas del Gobierno.
Uno de los opositores más jóvenes, Eliécer Ávila, del movimiento Somos +, cree que van a suceder algunos cambios en la economía para aumentar la inversión, pero asegura que urgen transformaciones que habiliten una mayor participación política.
Ávila, de 31 años, ansía un futuro en que su organización, que funciona básicamente en su casa y por internet, pueda convertirse en partido político, algo ilegal actualmente, y ve con buenos ojos que el presidente electo estadounidense, Donald Trump, ejerza mayor presión sobre el Gobierno cubano.
"Yo espero que este (el próximo) sea el año que inicie de alguna manera ese camino democrático, no para complacer un capricho de la CIA, ni de los americanos ni de Donald Trump. Simplemente para satisfacer la necesidad objetiva e imperiosa de participación que tenemos los cubanos que queremos vivir en Cuba, pero que queremos formar parte del futuro", señaló.
El Gobierno cubano ha sido elogiado por organismos internacionales por su sistema de salud y por lograr una cobertura amplia de educación, ambas gratuitas, pero es criticado por su sistema de partido único y su economía bajo control del Estado, así como por la falta de libertades políticas.
Para Leiva podría ser contraproducente la postura de Trump, quien aseguró la semana pasada en Twitter que terminará con el acuerdo de recomposición de relaciones bilaterales si Cuba no se muestra proclive a realizar cambios que beneficien a los cubanos, a los cubano-americanos y a Estados Unidos.
"Si el señor Trump cierra todas las posibilidades con el gobierno cubano puede provocar un incremento del poder otra vez de los sectores más retrógrados en Cuba y también una mayor represión por el gobierno cubano", explicó.
El gobierno considera a los opositores mercenarios pagados al servicio de Estados Unidos.
Poco después de asumir el poder en reemplazo de su hermano mayor, Raúl emprendió una serie de reformas de mercado, entre ellas una mayor apertura para emprendimientos privados y más flexibilidad para que los cubanos viajen al exterior, en un país situado a sólo 150 kilómetros de las costas de Florida.