LA HABANA, Cuba.- Este domingo, uno de los países más ricos de América Latina desciende a los círculos del infierno. Venezuela llama a las urnas para efectuar las elecciones regionales, en medio de un clima enrarecido por la tensión, el descontento y la apatía. Quienes han seguido los acontecimientos políticos en ese país, apenas pueden creer que tras más de cien días de protestas en las calles, la oposición haya perdido tanto terreno y el gobierno de Maduro instaurara una Asamblea Constituyente.
En un pestañazo se produjo el desmembramiento de lo que parecía ser el último reducto de resistencia ante el avance del totalitarismo que se traga y arruina a la nación sudamericana. Una vez más, se hizo efectiva la máxima histórica: “divide y vencerás”. Los opositores han resquebrajado su frente común; hoy la principal disyuntiva, para ellos y el pueblo, es votar o abstenerse.
Según medios de prensa, tres cuartas partes de la población venezolana manifiesta frustración e indiferencia ante el panorama político, y la intención de voto se halla entre los niveles más bajos jamás registrados. Los venezolanos saben que sea cual sea su decisión en las urnas, Maduro permanecerá en el poder y la actual coyuntura le permitirá posicionar sus fuerzas para perpetuar la dictadura.
Con la oposición demasiado ocupada en los desacuerdos interinos, el chavismo se ceba con la apatía de los venezolanos. Tal como ha sucedido en Cuba, el gobierno ha violentado todos los derechos ciudadanos para que la gente se canse y renuncie a reclamar; para que la vida política transcurra como un proceso vegetativo e inalterable.
Cualquiera que sea el resultado de hoy, la democracia sale perdiendo. Si la oposición vota, legitima a Maduro en el poder. Si se abstiene, el referendo lo deciden quienes apoyan al chavismo. El mero hecho de votar implica aceptar los términos de la Asamblea Nacional Constituyente, a la cual se subordinarán los 23 gobernadores elegidos.
Quienes triunfen en el referendo serán servidores del chavismo y quedarán a merced de una Asamblea mayoritariamente a favor del actual mandato; por ende, no será difícil revocar a miembros opositores. Al igual que en Cuba, aquellos que detentan el poder ya tienen planificada la agenda política a largo plazo.
La oposición venezolana, fragmentada y sin líder, ha cedido a la presión, lo cual conspira contra el esfuerzo y el interés común de quienes no aceptan un régimen cuya popularidad es bajísima y aún así ha logrado mantenerse en el poder. Todas las estrategias del totalitarismo comunista han surtido efecto para debilitar a los contrarios. La permanencia de Maduro también se explica por los errores de sus oponentes. Siendo así, un futuro terrible se abre ante los venezolanos; pues si en apenas dos décadas de socialismo el país se ha convertido en un realengo al más puro estilo cubano, lo que se avecina es aún peor.
Lo primero: mutilación de la voluntad ciudadana, ya se ha logrado. Las principales figuras políticas de la oposición se hallan encarceladas o exiliadas. Los periodistas no afines al chavismo están siendo amenazados y perseguidos. El desabastecimiento ha trastocado la vida social y económica del país; mientras que las comunas se han convertido en los cuarteles de una guerra civil sin armas, basada en el espionaje popular, el terror y el fanatismo.
Venezuela es hoy como era Cuba en la década de 1970. Paulatinamente el país perderá a sus mejores hijos; la gente se volverá holgazana, hipócrita, perversa; y todo lo que hoy se dice que es para el pueblo, será arrebatado al pueblo sin ofrecer explicación, y negociado por el gobierno sin el menor escrúpulo.
Los venezolanos que han permitido el avance del modelo político cubano en su tierra, no imaginan el grave error cometido. Dentro de diez años su nación será tan pobre y triste que habrá olvidado toda holgura pasada.
Las elecciones de este día constituyen otro acto de una farsa grotesca que solo se detendrá con la vuelta al orden democrático. Cuanto más cedan el pueblo y la oposición, más difícil será deshacerse del régimen. Y si no han podido sacudirse de encima a un presidente incapaz como Nicolás Maduro, urge a los venezolanos ser prudentes en sus decisiones. La entrada en el juego de un “chavista” con artes de orador y algo de inteligencia, podría condenar definitivamente a la patria de Bolívar.
(Este artículo fue publicado originalmente en CubaNet)