Los lazos entre los hermanos Castro y el dictador norcoreano Kim Jong-Un, sumado al misil estadounidense hallado en Cuba representan un peligro para la seguridad de Estados Unidos, alerta en un reportaje la periodista Mary Anastasia O'Grady, de
The Wall Street Journal.
Los analistas temen que Pyongyang esté desarrollando misiles y ojivas miniaturizados que le permitan lanzar una bomba a Estados Unidos y la existencia de un "amigo ideológico" a 90 millas de las costas estadounidenses aumenta el riesgo, advierte la periodista.
"En los últimos 2½ años Cuba ha tratado de contrabandear armas a Pyongyang, ha participado en reuniones de alto nivel con funcionarios de Corea del Norte, y asegurado tecnología militar estadounidense. ¿Alguien quiere conectar los puntos?", desafía O'Grady.
El misil aire-tierra Hellfire, inerte pero dotado de tecnología muy avanzada, fue enviado a España en 2014 y utilizado en unos ejercicios militares de la OTAN, pero terminó en Cuba en lugar de ser devuelto a Estados Unidos.
Según reportes de prensa, las autoridades estaban investigando si se trata de un error en el envío de la carga que contenía el misil, que antes de llegar a Cuba fue transportada por Alemania y Francia, o si es una acción criminal o de espionaje.
"Seamos realistas: Eso no fue un error de envío, como algunos han especulado", lanza tajante la periodista. "Robar tecnología de armas es lo que hacen los espías para ganarse la vida, y apoderarse de un sofisticado equipo de Estados Unidos es un gran golpe para La Habana".
O'Grady continúa diciendo que no sería excesivo agregar que por un precio el régimen de
La Habana compartiría todo lo que hay que saber sobre el misil con Irán, Rusia y Corea del Norte, e incluso con otras organizaciones terroristas.
Pero esta es la más reciente implicación de Cuba con armas ilegales. En julio de 2013 las autoridades del Canal de Panamá descubrieron 240 toneladas métricas de armas escondidas bajo un cargamento de azúcar, que había salido de Cuba con destino a Corea del Norte.
Cuba se justificó diciendo que se trataba de armamento obsoleto, pero el comité de la ONU demostró "intento de evadir las sanciones de las Naciones Unidas", consistente con acciones anteriores de tráfico de armas en violación del Consejo de Seguridad.
La periodista apunta que a pesar de todo esto, el presidente Obama prefirió apostar a la inocencia de los Castro y, en lugar de reclamar la devolución del misil, prefirió no arriesgar las conversaciones diplomáticas con Cuba, e incluso sacar al país de la lista de patrocinadores del terrorismo seis meses después de reiniciadas las relaciones.
En 2015 las relaciones entre Corea del Norte y Cuba continuaron tan estrechas como siempre. El ministro de Relaciones Exteriores norcoreano visitó La Habana y recordó la historia compartida de
lucha contra el imperialismo norteamericano, indica la periodista.
También en junio, Raúl Castro recibió al secretario de Relaciones Internacionales del Partido de los Trabajadores norcoreano; y en septiembre el vicepresidente cubano Miguel Díaz-Canel devolvió la visita a Kim Jong-Un en Pyongyang.
El artículo del Journal termina con una crítica a Obama, quien estaría más interesado en moldear su legado que en prestar cuidadosa atención a estas amenazas a la seguridad nacional.
O'Grady lamenta que Obama sea el primer Presidente de Estados Unidos "en apuntalar a los Castro, incluso mientras se aferran a un misil Hellfire robado".
"Su lugar en la historia ya está seguro", dice.