Miami es lo que La Habana no pudo ser. Con exceso de luces, abundancia de comida y sin Fidel Castro.
Indudablemente, la noticia del día en La Habana, y en toda la Isla, ha sido que Estados Unidos y Cuba dan por finalizada su particular Guerra Fría.
Cuando los actuales disidentes tenían miedo, los primeros disidentes hablaban por todos los cubanos. Hoy decenas de opositores septuagenarios apenas tienen entradas que les permitan vivir dignamente.
La caída en picada de la salud pública hace que infinidad de cubanos apuesten por una solución mágica a sus enfermedades.
Al no poder gestionar su futuro con un salario promedio de 20 dólares al mes, la solución de una parte de la población es obtener una visa y así elevar su calidad de vida...
Coincidiendo con el inicio del curso escolar el 1 de septiembre, miles de profesores jubilados o no, se disponen a abrir aulas privadas en sus casas.
El autor da una instantánea del área comercial de la capital cubana, donde acuden de todas parte de la Isla "para hacer sus compras o simplemente mirar las vidrieras".
El régimen de La Habana obtiene una jugosa tajada que bien puede rondar los 6 mil millones de dólares pagados desde el exilio.
En cada denuncia exigiendo democracia y respeto por los derechos políticos y económicos en su país, los disidentes transitan por un campo minado.
Para muchos cubanos, hurtar electricidad se ha convertido en un arte. Otros prefieren pagar por debajo de la mesa al cobrador.
Mientras cada obrero se lleve a casa un tornillo, un cocinero elabore una hamburguesa con menos carne y un usuario pague por la izquierda dinero al cobrador de la luz para que adultere la factura, Cuba nunca despegará en el terreno económico.
Los boliches de carne de res de 10 libras se despachaban a 10 dólares a vendedores clandestinos al detalle y ellos revendían cada libra a 1.50 de dólar.
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