Dos policías israelíes que resultaron gravemente heridos este viernes, en un ataque con armas de fuego en el casco antiguo de Jerusalén, murieron a causa de sus heridas, indicó una portavoz de ese cuerpo del orden.
Los dos tenían entre 22 y 30 años de edad, precisó la vocera, quien agregó que los tres agresores, árabes israelíes, fueron abatidos en la respuesta al ataque.
Los terroristas salieron alrededor de las 7 a.m. del complejo del Monte del Templo, lugar sagrado del judaísmo donde se encuentran hoy las mezquitas musulmanas Al-Aqsa y del Domo de la Roca (la famosa cúpula dorada). Se dirigieron a la Puerta de los Leones de la Ciudad Vieja (amurallada), y abrieron fuego contra los guardias, hiriendo mortalmente a dos de ellos. Los fallecidos, Haiel Sitawe y Kamil Shnaan eran ambos oriundos de aldeas drusas del norte de Israel. Un tercer gendarme resultó levemente herido.
Los tres terroristas procedían de la ciudad árabe de Umm al-Fahm, en la provincia israelí de Haifa; llevaban cuchillos, una pistola y dos metralletas Carl Gustav. Uno de ellos intentó escapar y entró en el patio de la llamada Explanada de las Mezquitas, donde fue tiroteado por agentes de la Policía.
Ninguna organización terrorista asumió la responsabilidad del ataque de inmediato, aunque el grupo Hamás lo elogió, diciendo que era una "respuesta natural al terrorismo israelí".
La Policía calificó el incidente de “inusual y extremo”, declaró que se habían traspasado las “líneas rojas” y decretó el cierre del recinto sagrado durante todo el día, algo que no ocurría un viernes musulmán de oración desde 1990, según el diario Haaretz. La última vez que Israel canceló la entrada al culto islámico fue en 2014, provocando semanas de tensión.
Mientras que tiroteos y puñaladas han sido comunes en la Ciudad Vieja de Jerusalén en los últimos dos años, los ataques en o cerca del Monte del Templo son muy raros y se consideran sensibles e inflamatorios.
Las fuerzas de seguridad israelíes dijeron que la clausura temporal se debía a razones de seguridad, y que no hay intención de cambiar el “status quo”, por el cual el recinto está bajo custodia de Jordania y los judíos pueden acceder, pero tienen prohibido orar.
El suceso se enmarca en una ola de atentados al azar alentados por dirigentes radicales palestinos contra civiles y militares judíos. Desde que se inició en octubre de 2015, han muerto 265 palestinos ─más de dos tercios de ellos al perpetrar o intentar perpetrar ataques─ y 44 israelíes, así como cuatro extranjeros, incluidos dos ciudadanos estadounidenses y uno británico.