Juan González, asesor presidencial para temas Latinoamericanos y director principal del Consejo de Seguridad Nacional para asuntos del Hemisferio Occidental, es el hombre que encabeza el equipo gubernamental que diseña la política de Estados Unidos para la región.
Su intervención ha sido clave en la propuesta, decisión y futura implementación de las recién anunciadas medidas sobre Cuba que ha adoptado la Casa Blanca.
El funcionario, de ascendencia colombiana, fue parte de la administración del presidente Barack Obama. Vivió el llamado deshielo, viajó a La Habana. Hoy, por vez primera, conversa con Radio Televisión Martí.
¿Cuáles fueron las condiciones políticas, económicas y sociales que tomó en cuenta la Casa Blanca para este anuncio que se hizo el lunes?
Excelente pregunta. Tengo que comenzar con las protestas del 11 de julio porque después de esas protestas el presidente se reunió con representantes de la comunidad cubanoamericana. Me mandó a mí y al secretario (de Seguridad Nacional, Alejandro) Mayorkas a Miami a hablar con la comunidad y, saliendo de esas reuniones, nos dio dos instrucciones: la primera fue sancionar y ponerle presión al régimen por los abusos en contra del pueblo cubano. Y en base a eso, hemos sancionado a un número de oficiales, también una campaña de comunicaciones identificando a esos individuos que estaban físicamente en videos que todos hemos visto, pegándole a personas que sólo estaban buscando más derechos, cantando canciones, demandando más comida. Y es algo que en la diplomacia internacional lo hemos priorizado, porque al contrario de las protestas de los 90's, éstas las vio el mundo, quedó muy claro.
La segunda instrucción del presidente fue buscar formas de apoyar directamente al pueblo cubano, entonces nosotros incrementamos el apoyo a las familias de disidentes, asistencia para poder evadir la censura, ofrecimos vacunas y trabajamos con organizaciones humanitarias para tratar de brindar asistencia. Eso fue en julio. Lo que pasó esta semana fue algo que nosotros vimos en base a la dirección del presidente, pasos prácticos, no es un regreso a la política de Obama, son pasos prácticos para hacer dos cosas: número uno, permitir que aviones aterricen en lugares fuera de La Habana, que puedan mandar remesas posiblemente los cubanos a sus familias y puedan tomar esa decisión de qué van a hacer, un programa de remesas donativas dirigidas hacia la comunidad afrocubana, pero siempre se mantienen muchas limitaciones en lugar. Por ejemplo, la diferencia entre la política de Obama y la política de Biden, nosotros no establecimos la categoría de viaje individual bajo una licencia general. Lo hicimos para grupos porque vemos que organizaciones educacionales o religiosas y otras deben tener la oportunidad de ir a hablar con el pueblo cubano. Y el compromiso también es elevar el tema de derechos humanos, seguir siguiendo especialmente el tema de los derechos laborales, que el presidente piensa que siempre son temas centrales.
Señor González, no es menos cierto que hay un éxodo ya no tan silencioso de cubanos hacia Estados Unidos. En los últimos siete meses han ingresado al país cerca de 115.000 cubanos. ¿Ha tenido que ver esta emigración irregular con estas medidas, lo tomaron ustedes en cuenta a manera de contención del flujo de cubanos que están arribando, ya sea por mar o los que llegan a la frontera con México?
Sí, es preocupante. Después de los mexicanos, la población más grande que está llegando a la frontera son cubanos, lo que tengo que decir es que, contrario al pasado, que el régimen ha usado la migración como un arma contra los Estados Unidos, en esta ocasión nosotros hemos llegado a la conclusión de que los cubanos no se quieren ir, pero que sí quieren cambios, pero si ellos no pueden encontrar comida, no pueden encontrar acceso a la medicina, no tienen otra opción. Entonces nosotros vamos a restablecer el programa de reunificación familiar cubano, vamos a expandir la presencia para poder procesar visas de migrantes en La Habana para que alguien no tenga que ir hasta Guyana. Hoy en día es más barato ir con un coyote, con un traficante, que ir a Guyana y es lo que muchas personas están optando por hacer y están poniendo en riesgo sus vidas. Entonces queremos establecer los canales regulares de viaje y buscar formas de apoyar directamente al pueblo cubano.
Tal como lo hizo el presidente Barack Obama en aquel proceso que usted vivió, porque fue parte de esa administración, conocido como el deshielo, también se está tratando de empoderar a la sociedad civil independiente, al sector privado, entiéndase al cuentapropista. ¿Cómo han concebido ustedes esta ayuda?
Gracias por esa pregunta. En primer lugar, hemos quitado los límites sobre las remesas, pero también estamos trabajando con el Congreso para expandir remesas electrónicas, para que las personas puedan mandar dinero directamente sin que pase por el Estado. La mayoría de los cuentapropistas usan remesas para poder importar productos que usan en su negocio. O sea que también vamos a expandir el número de productos que pueden ser importados, pero también crear regulaciones que faciliten entrenamiento, micro finanzas, también acceso a la Internet que ayuda a que los cuentapropistas y los emprendedores independientes puedan usar el comercio de Internet para mantener sus productos. Eso es clave y es central a esta política.
En cuanto al tema consular, la reanudación del programa de reunificación familiar, el aumento de visas de emigrantes en Estados Unidos, eso está planteado. Ahí no hay duda de lo que va a suceder, pero para esto se necesita un incremento del personal diplomático en La Habana. ¿Se prevé regresar a la nómina anterior, a la misma cantidad de diplomáticos que trabajaban en la embajada en La Habana antes de los incidentes de salud que se conoce sucedieron el 2016 y 2017?
Bueno, sí, se busca expandir la presencia de la embajada de una forma segura. La prioridad es llegar a procesar las 20 mil visas en el acuerdo migratorio desde La Habana lo más pronto posible. Tendremos más noticias sobre eso en las próximas semanas. Pero también no sólo el servicio consular, sino también la presencia de nuestra embajada. Y eso tal vez algunos lo verán como un premio para el régimen, nosotros lo vemos como una oportunidad para abogar por los intereses de los Estados Unidos, tener intercambios directamente con los cubanos y resaltar el tema de los derechos humanos porque para nosotros tener relaciones diplomáticas no es un premio, es una oportunidad para empujar estos temas y resaltar el tema de derechos humanos que para el presidente Biden es algo que es central.
La Asamblea Nacional, llámese Parlamento unipartidista, acaba de aprobar el Código Penal, un Código Penal que, según fuentes independientes, limita la emisión de información independiente y la libre manifestación de expresión. En fin, ha radicalizado mucho más la imagen del gobierno de La Habana y algunas personas, en contra de la medida o a favor, coinciden en que no fue el momento preciso para adoptar las medidas de las cuales estamos conversando. ¿Qué piensa usted respecto?
A veces esas cosas no se pueden coordinar perfectamente, pero yo diría que es el tiempo perfecto porque nosotros, yo creo que desde que Fidel Castro llegó al poder, han echado la culpa a Estados Unidos por todos los problemas del pueblo cubano cuando el fracaso del comunismo y nosotros buscando construir puentes y apoyar al pueblo cubano, es una forma de quitar esa excusa. Porque cuando salen personas como las que salieron el 11 de julio pacíficamente a cantar y a pedir más derechos, que el régimen les caiga encima, les imponga sentencias draconianas como las que pusieron y pasen leyes tal cual, demuestran que tienen miedo a tener una conversación con el mismo pueblo cubano y eso quiere decir que han perdido ese apoyo popular. Pero es tiempo ya para que los cubanos tengan esa conversación y determinen el futuro que ellos quieren.
Recientemente, Estados Unidos y Cuba celebraron una ronda de conversaciones sobre migración y algunos observadores se preguntan si en esas conversaciones se habló mucho más de inmigración y se llegó a una negociación que a la postre dio pie a estos anuncios. ¿Fue así o solamente se abordó el tema migratorio?
Sólo se abordó el tema migratorio y dejemos dos cosas bien claras: yo sí me reuní con el subsecretario (de Estado) Brian Nichols y el jefe de la delegación cubana, pero no sobre estos temas. Nosotros nos reunimos para hablar sobre el tema de los derechos humanos, la preocupación que teníamos nosotros sobre el tema migratorio y hablamos sobre los temas consulares para resaltarlos. Y ese es un espacio que nosotros debemos usar para abogarlos. La gran diferencia, el compromiso del presidente Biden, todo lo que hagamos nosotros en cuanto a Cuba y toda Latinoamérica va a ser de una forma transparente, con puertas abiertas y en consulta con el Congreso de los Estados Unidos y también con la comunidad. Nosotros hemos tenido estas conversaciones, no hemos estado de acuerdo todos en muchas partes hemos tenido áreas de coincidencia con la comunidad, pero el enfoque es claro, que no importa donde uno esté en este tema y la opinión ahora es buscar una forma de abordar los derechos humanos del pueblo cubano, empujar para un cambio hacia la democracia en el país y apoyar al pueblo cubano y poder ayudar a que las familias cubanasamericanas y las cubanas puedan interactuar, entre sí, ese es el consenso que existen actualmente.
En todo esto destaca el interés humano. ¿Tiene el presidente Biden en su agenda como uno de los temas principales a abordar, el tema de la familia, el bienestar de la familia cubana, su reunificación?
El presidente es alguien que comenzó su carrera en servicio público en la lucha de los derechos civiles, fue uno de los líderes en contra el movimiento Apartheid en el sur de África. En esos temas no, no entra en compromisos, tiene un sentimiento muy fuerte al respecto y él como vicepresidente trabajó el tema migratorio y sabe que para que alguien sienta que es buena idea pagarle a un coyote y después pasar por el Darién y arriesgar su vida para llegar a los Estados Unidos donde tal vez no hablen el idioma, tiene que ser por una razón bastante grave y que nadie debe sufrir por algo así. Pero se entiende que alguien no va a dejar que sus hijos mueran de hambre o que estén inseguros. Cualquier padre haría lo mismo. Y nosotros lo que tenemos que hacer es cambiar la situación, pero el mensaje que nosotros oímos de los cubanos, muchos que aún están en La Habana, es que ellos no quieren irse de Cuba, quieren cambios, y nosotros lo que queremos hacer es darle voz y voto, apoyarlos a ellos para que ellas, ellos sean los que lo determinen, no que nosotros digamos que es lo que ellos hagan, sino darles ese empoderamiento y ese apoyo para que ellos sean los líderes de la conversación.
Algunos políticos de origen o de ascendencia cubana, tanto en el Capitolio como en el Senado, se han quejado de que no fueron consultados al respecto.
Bueno, nosotros hemos tenido estas conversaciones con demócratas y republicanos. Esto es algo que hemos estado trabajando ya más de un año sobre este tema. Obviamente, el tiempo en que hicimos el anuncio es algo que hicimos nosotros, fue una decisión del Presidente hacerlo, lo quiso hacer antes de la Cumbre y dejar muy claro cuál era la política de él. Ellos no estarán de acuerdo con todo, pero siempre nosotros consultamos informativamente con ellos.
La última pregunta, la pregunta del millón de dólares. ¿Si se sigue acercando Estados Unidos al pueblo de Cuba, pudiéramos decir o sería muy descabellado pensar en una visita del presidente Biden a La Habana?
Yo creo que mucho tiene que pasar en Cuba antes de que eso pase. Porque el presidente habla con Vladimir Putin, habla con dictadores en otras partes del mundo para empujar y abogar sobre esos temas. Eso no quiere decir que vaya a visitar a Vladimir, mucho tiene que pasar.