Aunque pueden “no estar conscientes del fenómeno, los cuentapropistas cubanos utilizan frases y símbolos en sus negocios que denotan violencia”, explica el activista camajuanense Leonardo Rodríguez.
En los menús de las cafeterías o en lugares visibles al público se pueden ver carteles como “La envidia mata”, “Antes de criticar intenta superarme” e incluso algunos tan curiosos como éste que se encuentra en una paladar de esa localidad villaclareña: “Mi casa está protegida, ahorre sus polvos, compre comida”.
En cualquier lugar del mundo, los negocios intentan atraer a sus clientes mediante eslóganes e imágenes positivas pero en la isla “es como una especie de guerra”, explica Rodríguez. Este ciudadano cubano recuerda con nostalgia los tiempos en que visitaba un establecimiento y leía gracias por su visita o mi trabajo es usted. A veces pudiera parecer que el cliente es “el enemigo”, concluye.
Para Rosario Morales, cuentapropista habanera, este fenómeno tiene sus orígenes en las políticas del estado contra el sector independiente y a que “desde muy pequeño el cubano va creciendo con el chisme y la envidia, con el temor de que el vecino puede echarte palante (en el argot popular cubano significa delatarte ante las autoridades). En los negocios es una muestra del miedo, del sobresalto con el que viven los cubanos” pues gran parte de sus suministros deben conseguirlos en el mercado negro.
En los negocios cubanos también se pueden encontrar símbolos como ojos o lenguas clavados con espadas. En algunos casos son visibles algunos altares u ofrendas a deidades de la religión afrocubana que pueden incluir clavos o herraduras.
Los bicitaxis, camiones y autos particulares representan verdaderos murales andantes de que el cuentapropista cubano se encuentra “a la defensiva, luchando o ganándose la vida pero no tranquilamente”, asegura el periodista independiente de Cienfuegos, Alejandro Tur Valladares.
Se trata de expresiones que reflejan “el sentir de los cuentapropistas” quienes se encuentran bajo “una gran presión”.