Al cumplirse cinco años de la apertura de relaciones EEUU-Cuba bajo la presidencia de Barack Obama, tres representantes de la oposición pacífica evalúan desde la isla lo que representó aquel cambio en la política de Washington hacia La Habana.
“Nuestra prosperidad en todos los órdenes no depende de que haya o no relaciones con Estados Unidos”, le dijo al periodista Amado Gil el Dr. Eduardo Cardet, del Movimiento Cristiano Liberación.
“Yo no creo que fue un momento de esplendor o de renacimiento”, declaró el líder del grupo Estado de Sats, Antonio González Rodiles.
Para Manuel Cuesta Morúa, coordinador de la Mesa de Unidad de Acción Democrática (MUAD), con el fin del deshielo en las relaciones EEUU-Cuba “se perdió lo que marcaba el inicio de una nueva era”.
Además del restablecimiento de relaciones diplomáticas, el cambio flexibilizó el embargo comercial y se autorizaron licencias para vuelos comerciales y cruceros que abrieron el camino a las visitas de turistas estadounidenses a la isla.
De haber continuado el deshielo, “lo que sí hubiéramos visto es a todos los militares ampliar sus arcas --y a todas las personas que están bajo el manto de ellos--, pero tengo la seguridad de que [habríamos] visto a la sociedad civil aplastada; un cuentapropismo bajo las leyes que ellos impusieron en ese mismo momento, y a una oposición también aplastada”, apunta Rodiles, quien considera que “el escenario no habría sido tan distinto a lo que estamos viendo ahora”.
El régimen castrista ha querido vender la idea de que la raíz de los males de Cuba estriba en lo que ellos llaman “el bloqueo”, el embargo comercial, la falta de plenas relaciones con Estados Unidos, comenta el Dr. Cardet.
“Eso realmente es una gran mentira; viene a ser la justificación del fracaso estrepitoso de un sistema con políticas fallidas que impide al ciudadano poder desarrollarse plenamente”, manifiesta el Dr. Cardet.
Cuesta Morúa dice seguir formando parte de esa minoría para la cual “el cambio de política de Obama hacia Cuba nos dio a nosotros una oportunidad muy importante: darnos cuenta de que el conflicto fundamental para el desarrollo del país no pasa por el conflicto Estados Unidos-Cuba, sino por el conflicto histórico gobierno-sociedad”.
El 17 de diciembre de 2014, Obama y Raúl Castro anunciaron simultáneamente en Washington y La Habana el inicio del deshielo. Los decretos que siguieron de parte de la administración demócrata han venido siendo desmantelados poco a poco por el gobierno de Donald Trump.
En los últimos meses han aumentado las tensiones diplomáticas entre ambos gobiernos.
“El empeño de ellos es romper todos los lazos existentes, cerrar las embajadas, romper todo vínculo; aspiramos a que no llegue eso, pero no podemos confiar en que eso no va a suceder y estamos listos, preparados para una eventualidad como esa que no procuramos nosotros”, dijo Carlos Fernández de Cossío, director del Departamento de Estados Unidos en la cancillería cubana.
El lunes, un vocero de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado declaró a Radio Televisión Martí que “no hay planes para romper los lazos diplomáticos en este momento”.