LA HABANA.- Un mes después de que Japón oficializara un donativo a Cuba por valor de mil cincuenta millones de yenes (unos diez millones de dólares) para la compra de equipos especializados en el saneamiento de la capital, municipios céntricos como La Habana Vieja y Centro Habana siguen sucios.
La antigua crisis higiénico-sanitaria en la capital cubana, -que se agravó a partir de la década de 1990 tras la debacle económica que produjo el colapso soviético-, es casi imperceptible para muchos de los ciudadanos que pasean por las calles sucias, descansan y se alimentan entre contenedores y vertederos, como si la basura ya no existiera.
"(La suciedad) no me afecta en nada. Yo vendo con una licencia que el Estado me dió. A mí lo que me afecta es los baches porque yo vendo con un carrito", dijo Teobaldo Núñez, un joven vendedor ambulante de dulces que se desplaza con su carrito por las calles de Centro Habana.
A pocos metros de donde vende Núñez, hay cuatro tanques contenedores a medio cerrar, con la basura a tope y las moscas sobrevolando el contenido.
Si bien La Habana no figura en ninguno de los listados que publicaciones como Forbes realizan anualmente, pues en la categoría "contaminación" entran a jugar factores casi inexistentes en Cuba como la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera por las industrias y otros, un simple recorrido por la ciudad ilustra los graves problemas en la evacuación de desechos sólidos y no sólidos cuando al parecer la basura ya no parece molestar a nadie.
Hoy dos factores principales en este fenómeno: la falta de competencia de Servicios Comunales, con una estructura centralizada desde lo nacional hasta las direcciones de base en los municipios, y la creciente indisciplina que ha desarrollado la población, después de tantos años viviendo entre escombros y desechos.
"Los huecos que no se tapan es porque no se ha terminado el trabajo", respodió Juan Carlos Soler, trabajador de la Empresa Eléctrica.
La Habana, sobre todo sus municipios centrales, presentan una infraestructura antigua y demasiado limitada de acuerdo al crecimiento poblacional descrito en las últimas décadas.
Factores migratorios como la pobreza en las provincias del interior, sobre todo en las orientales, condicionan una elevada tasa de inmigración, que provocan a su vez la convivencia en condiciones de hacinamiento, la desplanificación de los recursos y una alta producción de escombros, provocada por los frecuentes derrumbes y por las remodelaciones, ampliaciones y subdivisiones que se les hacen a las viviendas.
No obstante, el gobierno utiliza la indisciplina ciudadana como escudo para justificar el mal funcionamiento de sus dependencias Comunales. Un ejemplo claro y palpable son los tanques colectores de basura (sin tapa) que colocan a menos de cinco metros de agros, cafeterías y otras instalaciones vulnerables a la contaminación.
“Nosotros mismos somos los que tenemos que educarnos (…) porque Comunales viene todos los días con los camiones a recoger los escombros”, dice Graciela Torres, directora de un círculo infantil privado en Cayo hueso, Centro Habana.
Muy cerca de la calle Monte, subiendo por Águila, encontramos un micro vertedero en una esquina, y más arriba unos tanques colectores vacíos. ¿Cuánto lleva la basura en aquella esquina creciendo hasta casi ocupar el centro de la calle?
Los trabajadores de Comunales protestan por la falta de medios de trabajo. Esperemos que en este momento el Estado Cubano y su centralizada empresa de Comunales se encuentren adquiriendo los medios necesarios para limpiar la ciudad, con el dinero donado amablemente por Japón.
"Falta de tanques, no hay escobillón, no hay carritos", se quejó Eduardo Lovaina, empleado de Comunales en La Habana.