Cada mañana, antes que el sol tropical caliente el asfalto y transforme la ciudad en una sauna a cielo abierto, José Luis, 45 años, albañil, apresuradamente camina hacia la atestada parada del ómnibus que lo conducirá rumbo a un hotel cinco estrellas que la firma suiza Kempinski construye frente al Parque Central, en el corazón de La Habana.
El albañil recuerda haber escuchado por la radio una noticia sobre los Papeles de Panamá. “Creo que es un negocio de millonarios y empresas capitalistas para no pagar impuestos. Pero desconocía que funcionarios cubanos estuvieran involucrados en eso. Cuando son informaciones que los comprometen, la prensa oficial guarda silencio”.
No demasiado lejos de la modesta vivienda donde José Luis reside con sus padres, esposa y dos hijos, vive un hombre enjuto y solitario que llamaremos Fernando.
Ya está jubilado. Pero hace veinticinco años fue coronel de la contrainteligencia. “Hubo un tiempo, antes de internet y de las transacciones electrónicas, que llevábamos el dinero en maletines a bancos en Zürich, Ginebra o Ciudad de Panamá. Además de evadir el 'bloqueo' (embargo económico, financiero y comercial decretado por Estados Unidos en 1962), ese dinero servía para comprar armas de segunda mano para las guerrillas en Centroamérica". Y precisa:
"Entre 1974 y 1986 hice no menos de diez transferencias. La cantidad variaba, de setecientos mil a un millón y medio de dólares. Luego en Suiza contactaba con un hombre de negocios que se presentaba como Constantino Páez. Creo que era de origen cubano y residía en Ginebra. No tengo muchos más datos”, dice el ex coronel.
Constantino Paéz pudiera parecer un personaje inventado. Y tal vez no vale la pena buscar ese nombre en el Folleto Oficial Suizo de Comercio (FOSC). Pero Roberto Hernández, ex mayor de los servicios especiales, que en el otoño de 2007 desertó a Estados Unidos, aportó más detalles en una de sus declaraciones a la prensa.
Según Hernández, Constantino Páez, el cubano Abraham Maciques y el chileno Max Marambio, conformaban un trío que con celo extremo protegía la "multimillonaria fortuna" de Fidel Castro en cuentas secretas de Suiza, Panamá o en paraísos fiscales del Caribe.
El hombre de negocios conocido por Constantino Páez, en realidad se llama Constantino Pares-Roselló, es originario de Versoix, Ginebra, y habría sido dueño o accionista de al menos dos empresas helvéticas. Una de esas empresas sería Gill & Duffus S.A., con sede en Ginebra, y de acuerdo al FOSC, se dedicaba "al comercio, exportación de azúcar, café, materias primas; la participación en todo tipo de sociedad comercial o industrial, así como su financiamiento".
Pares-Roselló también habría tenido participación en la empresa NTI Technology S.A. de Ginebra, especializada en "la comercialización, montaje y fabricación de equipos médicos". Esas dos empresas suizas eran controladas desde Cuba, a través del nombramiento de administradores cubanos residentes en Isla, los cuales a su vez ocupaban importantes cargos públicos. Pero después de 2012 mutaron para perderles el rastro a molestos periodistas free lance que investigaban sus turbias empresas. Las filtraciones de los Papeles de Panamá no son una sorpresa para analistas y expertos.
En un artículo publicado en Newsweek, el filósofo esloveno Slavoj Zizek escribe: "Lo único realmente sorprendente sobre los Papeles de Panamá es que no hay ninguna sorpresa en ellos: ¿no sabíamos de modo preciso lo que esperábamos aprender allí? Aunque una cosa es saber sobre las cuentas bancarias offshore en general y otra, tener pruebas concretas. Es como sospechar que nuestra pareja nos engaña, uno puede aceptar el conocimiento abstracto, pero saltamos de dolor cuando accedemos a los detalles más escabrosos. Así que con los Papeles de Panamá ya estamos frente a las imágenes más sucias de la pornografía financiera del mundo de los ricos, y ya no podemos pretender que no sabemos".
Para los cubanos, la novedad de los Papeles de Panamá es que por vez primera salieron a la luz nombres de altos funcionarios del gobierno de Raúl Castro implicados en transacciones financieras. Al parecer, es un nuevo modus operandi. Antaño, en la época del ex coronel de la contrainteligencia, se viajaba con maletines repletos de divisas, se codificaban las cuentas bancarias a nombre de testaferros, empresas fantasmas o sociedades anónimas.
“Eso de los Papeles de Panamá es otro complot de la CIA para desacreditar el gobierno”, expresa un militar jubilado en la barriada de Lawton.
Nicolás, 29 años, graduado universitario, tiene otro argumento: “Debido al 'bloqueo', las entidades financieras de nuestro gobierno han trazado esquemas para ocultar el capital, pues a cada rato los yanquis multan a los bancos que hacen negocios con Cuba".
El punto de vista de Nicolás coincide con el del régimen, que justifica esas oscuras transacciones como una forma de eludir el embargo estadounidense.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos en los últimos años ha multado con más de trece mil millones de dólares a bancos internacionales, entre ellos UBS y Credit Suisse.
En los documentos del bufete panameño Mossack Fonseca, el funcionario de más alto rango es Rodrigo Malmierca, 59 años, ministro de Comercio Exterior.
Según los registros, la compañía estatal Corporación Panamericana S.A. -integrada en el grupo GECOMEX, subordinado al Ministerio de Comercio Exterior- fue una de las más activas intermediarias en la creación de entidades offshore en paraísos fiscales.
GECOMEX (Grupo Empresarial del Comercio Exterior) surgió en La Habana en 2013. Está integrado por 18 empresas "con personalidad jurídica propia y patrimonio independiente", se puede leer en su web.
Actualmente, Malmierca es una de las caras más visibles a nivel internacional del gobierno cubano para la captación de inversiones extranjeras.
Los Papeles de Panamá mencionan otros nombres de empresas y personas jurídicas de Cuba relacionadas con la creación de entidades opacas. Se trata de las compañías Comercial Mercadu S.A., Resimevis Limited, Mavis Group S.A., Técnica Hidráulica S.A., Octagon Industrial LTD, Amadis Compañía Naviera S.A., B.B. Naft Trading S.A., Pescatlan S.A., Acepex Management S.A., Travelnet LTD y Labiofam S.A. (ésta última hasta diciembre de 2014 estuvo presidida por José Antonio Fraga Castro, hijo de Angela Castro Ruz, hermana mayor de Fidel y Raúl). Los documentos filtrados también revelan que Albert-Louis Dupont Willemin, abogado suizo, proveniente de una ilustre familia, ha sido asesor jurídico de alto nivel e intermediario en más de 20 empresas offshore con vínculos comerciales en Cuba.
Las leyes cubanas no incluyen ninguna normativa específica que impida a funcionarios estatales, personas jurídicas o privadas abrir cuentas en paraísos fiscales, pero dichos negocios son cuestionables en un país que se proclama socialista, que no permite la acumulación de capitales y donde el salario de un funcionario o un ministro no sobrepasa los 2 mil pesos, unos 80 dólares mensuales.
A pocas personas de las que navegan por internet en zonas wifi habaneras, les interesa estar informadas de lo que pasa en Cuba o lo que sobre Cuba se dice en medios internacionales. “Vine a engancharme a Facebook, pa' hablar con unos socios que acaban de llegar a Miami. Los temas políticos a mí no me interesan. Entrar a esas páginas me puede traer problemas. Lo mío es resolver la pira (salida del país)”, dice Yadier, 19 años.
Una excepción es Arlenis, 23 años, estudiante universitaria. A la joven, que había leído sobre los Papeles de Panamá en un periódico español, le llama la atención que empleados del Estado cubano muevan cifras de seis ceros sin rendir cuentas a la población. “Eso pasa en Cuba porque no hay transparencia ni democracia. En un país donde sus líderes no se cansan de repetir que es una revolución de los humildes y para los humildes, esas transacciones millonarias que no benefician a la sociedad, son un insulto a la gente que trabaja y gana salarios miserables”.
La opinión de Zizek, el filósofo esloveno, va en otro sentido, pero es contundente: "No debemos temer llegar hasta el final. El sistema jurídico capitalista global es en sí, en su dimensión más fundamental, la corrupción legalizada. La cuestión sobre dónde comienza el crimen (cuáles operaciones financieras son ilegales) no es una cuestión legal, sino una cuestión eminentemente política, atañe a la lucha por el poder". Y a la vez irónica: "Entonces, ¿por qué miles de hombres de negocios y políticos hacen lo que documentan los Papeles de Panamá? La respuesta es la misma que la del antiguo y vulgar enigma popular: ¿por qué se lamen los perros? Porque pueden".
Volviendo a la Isla. Hasta la fecha, sobre los Papeles de Panamá, la autocracia verde olivo solo ha publicado lo que favorece a sus intereses. De la implicación institucional en la trama ni una línea. Y la mayoría de los cubanos ni siquiera se entera. Como siempre.