Darién arribó este martes a su primer mes de vida en el campamento Peñitas, instalado en 2016 en la selva panameña por el Sistema Nacional de Protección Civil y bajo jurisdicción del Sistema Nacional de Fronteras.
La madre del bebé, Gladis Pérez, dio a luz en medio de la tupida jungla que sirve de frontera natural entre Colombia y Panamá el pasado 14 de abril, y hasta hoy no ha recibido la documentación necesaria para comenzar a gestionar lo que desea, rehacer vida en Panamá.
En un video enviado a Radio Televisión Martí por la abuela paterna del niño, Yaneisy Santana, se observan las condiciones de vida del pequeño junto a su hermanito, mientras la madre habla con un equipo periodístico que la visitó en Peñitas.
“No hay condiciones. No deja de llover y las casas de campaña se mojan. Aquí no hay condiciones para un bebé y no acaban de sacarnos de aquí”, comentó Santana en un mensaje a este reportero.
Los migrantes salieron hace más de un mes de Trinidad y Tobago, atravesando Venezuela y Colombia. Durante varios días anduvieron escabrosos senderos y ríos, por escarpadas y tupidas montañas. En medio de este trayecto, nació Darién.
“El agua potable no alcanza y los problemas gastrointestinales son algo habitual, brotes diarreicos afectan a esta población,” dijo Santana al abundar sobre las condiciones en Peñitas, donde no solo hay cubanos. Un buen número de haitianos y extraterritoriales acompañan en la travesía a los isleños. En total suman más de mil, según los migrantes.
La comunicación se hace difícil. “Para conectarnos a la web debemos subir una colina y no siempre tenemos éxito”, comentó la abuela de Darién.
“Todos los días vienen los de la Defensoría del Pueblo y nos dicen que van a trasladarnos pronto, que van a hablar con emigración, y no acaban de hacerlo”.
Otros cubanos que han pasado por el campamento cuentan que el traslado se realiza en ómnibus en grupos de 20, 40 y hasta 50, por el importe de 40 dólares hasta Chiriquí, provincia David, y de ahí a la frontera con Costa Rica.
Sin embargo, no hay una frecuencia regular de este movimiento.
Peñitas es uno de los campamentos habilitados por el gobierno de Panamá en la zona selvática para asistir a los migrantes que ingresan de manera irregular al país. Otros de los albergues son Bajo Chiquito y Mas Di, en Metetí.
El gobierno panameño mantiene cerrada su frontera con Colombia a los flujos migratorios irregulares.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) alertó este martes del "notable" incremento de niños, niñas y adolescentes que cruzan el Darién, camino hacia Estados Unidos.
"Si bien este tránsito ha existido desde hace años, preocupa el notable incremento de niños, niñas, adolescentes y mujeres embarazadas, principalmente provenientes de Haití, Cuba, República Democrática del Congo y Angola", indicó UNICEF en un pronunciamiento enviado a la agencia de noticias EFE.
El organismo aseguró que la travesía por el Darién esconde "grandes riesgos" y dijo que tiene constancia de menores que han muerto como consecuencia de las crecidas de ríos o que han perdido a sus padres en el camino y se han quedado huérfanos.
“He vivido una película de terror”
Algunos migrantes no lograron llegar a Peñitas. Onelia Alonso, por ejemplo, tuvo que desistir. No contó con los recursos ni con las fuerzas para seguir. La salud no la acompañó.
También salió desde Trinidad y Tobago con un grupo de 13 cubanos. Cruzaron Venezuela y luego Colombia. Logró llegar hasta Necoclí y de ahí hasta Capurganá, pero no pudo entrar en el territorio panameño.
“Escapé monte abajo sola a las 2 de la madrugada. Llegué al amanecer a Puerto Obaldía. Ya no te dicen ni donde queda, te engañan y te introducen en la selva mortal. Hay muchos [a los que] que no ví más”, comentó Alonso, una opositora en la región central de Cuba y refugiada de Naciones Unidas, estatus que recibió en Trinidad y Tobago.
“Después de salvar mi vida, porque nos tenían retenidos en un río los militares panameños, fui deportada. Más tarde supe que el grupo que estaba conmigo fue arrastrado por una avalancha de agua y tierra. Murieron niños, viejitas, dijo Alonso en comunicación con Radio Televisión Martí.
La mujer confirmó que entre los fallecidos está Eneyda, cubana de 81 años, que también venía con su hija y nietos desde Trinidad y Tobago. La hija de Eneyda, Bárbara, también se encuentra en Peñitas, pero la comunicación con ella no ha sido posible.
Preguntado sobre este suceso, la dirección del Servicio Nacional de Protección Civil dijo que no tenía conocimiento de ello.
Sin dinero, desamparada, Alonso fue acogida por la Iglesia Católica en la localidad colombiana, y la alcaldía de Necoclí le donó el pasaje de regreso a Medellín.
La migrante cubana dijo que ahora se encuentra en Medellín, muy cerca del Parque Bolívar, frente al centro comercial Villanueva.
“Ya no me queda ni para cinco días", comentó la señora de 61 años, aquejada de varios problemas de salud.