Más de 620 días han transcurrido desde el histórico anuncio del deshielo en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba el 17 de diciembre de 2014, y el Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba (USCTEC) ha creído oportuno publicar una larga enumeración de lo que han hecho y no han hecho desde entonces ambos gobiernos.
La entidad encabezada por el empresario John Kavulich ha monitoreado e impulsado las relaciones bilaterales desde que el Congreso de EEUU aprobara en 2000 la Ley de Reforma a las Sanciones Comerciales y Fortalecimiento de las Exportaciones (TSREEA), una significativa excepción al embargo que permitió millonarias ventas de alimentos a la isla a condición de que el pago fuera en efectivo y por adelantado.
El balance del USCTEC muestra hitos políticos como el restablecimiento de relaciones, el intercambio de visitas oficiales (al menos 80 funcionarios cubanos y 160 estadounidenses viajaron al otro país) y los “arreglos” o acuerdos en campos como medio ambiente, salud, correos, aviación civil y lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, evidencia como, de entre las decenas de enmiendas introducidas por el gobierno de Obama a las regulaciones estadounidenses sobre activos cubanos, para mejorar las relaciones económicas y comerciales, el gobierno cubano ha dado la bienvenida o correspondido solamente a las que más dividendos le reportan (especialmente al complejo militar-empresarial).
Los beneplácitos cubanos se concentran en la esfera de la economía en divisas (principalmente el turismo) que es dominada por el holding militar Grupo de Administración Empresarial S.A. (GAESA, dirigido por un yerno de Raúl Castro).
En ese campo La Habana ha acogido con agrado la eliminación por Obama de todos los límites a las remesas, una gran parte de las cuales se queda en las minoristas Tiendas Recaudadoras de Divisas bajo el control de GAESA y a las cuales tienen que recurrir prácticamente todos los cubanos para satisfacer necesidades básicas.
También fueron bien recibidas las medidas dispuestas por la Casa Blanca para incrementar y facilitar los viajes autorizados de los estadounidenses (pasaron de 92.000 en 2014 a 162.000 en 2015) según el USCTEC el grupo que más margen de ganancias deja.
Con esa óptica Cuba dio el visto bueno a la reanudación de los vuelos comerciales programados (ocho aerolíneas) y los viajes de una línea de cruceros (Carnival), en los que autorizó a entrar al país a pasajeros cubanoamericanos; habilitó la expedición de,y las transacciones en la isla con tarjetas de crédito norteamericanas (bancos Stonegate y Popular), y accedió a que compañías de EEUU (Priceline y Airbnb) hicieran reservas de alojamiento en Cuba, o gestionaran hoteles en el país, incluidos los que son propiedad de GAESA (Starwood).
También, firmó acuerdos de roaming para facilitar las comunicaciones desde Cuba de los clientes de las principales compañías telefónicas de EE.UU (Sprint, Verizon, T-Mobile, AT&T), y uno para la conexión telefónica directa (IDT); y autorizó vuelos semanales de la empresa de paquetería FedEx.
Esto sí, esto no
No ha ocurrido lo mismo con las medidas de la Casa Blanca que buscan fortalecer el comercio y las inversiones o benefician directamente al pueblo cubano y al sector privado, o que se interpretan como un reto para la seguridad nacional.
En el primer caso, el balance de USCTEC recuerda que la administración Obama ha autorizado la aprobación caso por caso de créditos de bancos estadounidenses para financiar ventas a Cuba; permitido el uso del dólar en transacciones internacionales del gobierno cubano y la apertura de cuentas corresponsales cubanas en instituciones bancarias estadounidenses; ampliado la lista de productos que pueden ser exportados a Cuba, incluso a una serie de empresas estatales siempre que estas beneficien de alguna manera al pueblo cubano. También, la de productos cubanos que pueden importarse a EE.UU (se añadieron textiles y café).
Sin embargo, el único sector en que se han ampliado las importaciones cubanas según el estudio es en el de las medicinas permitidas bajo la Ley de Democracia Cubana o Ley Torricelli de 1992 (un incremento de 457 % de 2014 a 2015), mientras que las de alimentos y productos agrícolas establecidas por la TSREEA han continuado declinando.
Tampoco se ha autorizado a compañías estadounidenses a vender directamente a los negocios privados en Cuba ni a estos a exportar sus producciones al país vecino. En la misma línea, no se permiten préstamos de empresas de EE.UU. a los cuentapropistas de la isla.
En el caso de las inversiones, a pesar de que la apertura ha motivado a unos 500 representantes de empresas de EE.UU. (más de 150 con máximo nivel ejecutivo) a viajar a la isla para explorar oportunidades, el USCTEC señala que una de las cosas que Cuba no ha hecho es responder oportunamente a sus preguntas y preocupaciones.
La Habana no ha aceptado que empresas de internet y telecomunicaciones norteamericanas tiendan un cable de fibra óptica y mejoren la infraestructura del sector en la isla, ni ha importado de EE.UU. equipos de esta índole, o los dispositivos personales liberados por el gobierno de Obama; solo ha autorizado a mantener una presencia física y operativa en Cuba a firmas de la industria de la hotelera; y la única propuesta de inversión estadounidense que aprobara en principio, la de la compañía Cleber LLC de Alabama para fabricar y vender tractores sencillos a los agricultores cubanos, no ha recibido autorización para establecerse en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, pese a que ya dispone de los fondos para hacerlo.
En resumen, un buen indicador de las prioridades del gobierno de Raúl Castro. ¿Oyó hablar usted de la Ley del Embudo?