Las autocracias actúan sistemáticamente en contra de quienes les hacen resistencia, la represión que practican es contra todos los ciudadanos, en particular contra quienes se les oponen, lo que tiene como triste consecuencia un amplio espectro de desgracias que oscila entre el asesinato, la cárcel, la desaparición forzosa y el exilio.
El castigo bajo esos regímenes por lo regular está aderezado por la vesania del verdugo y la animadversión que siente hacia su víctima, aunque es importante admitir que las imperfecciones de una democracia también pueden generar martirizados de tenor similar al de una dictadura.
En realidad que un hombre libre asuma el exilio como consecuencia de la persecución de la dictadura que combate es un proceso doloroso pero natural en esos regímenes, empero, abandonar forzosamente el país que en términos generales respeta las normas de la democracia es especialmente dramático y complicado para el sujeto que decide expatriarse.
En estos casos los individuos que se autodestierran pueden ser víctimas de funcionarios corruptos o del crimen organizado, y aunque es una mácula que siempre manchará al gobierno, quién procura asilo o refugio por la persecución que sufre en una democracia le toca subir una cuesta bien empinada para conseguirlo. Las pruebas del drama personal son menos explícitas y el conocimiento de las autoridades extranjeras de las condiciones que generan exiliados pueden ser nulas.
Las democracias y los que las dirigen también pueden tener su cosecha de odios y resentimientos. La represión no será una conducta regular, sin embargo, se producen casos en los que ciudadanos que actúan en el marco de la corrección política y respetan las leyes, se convierten en blanco del poder constituido por decisión del gobierno central o por voluntad de un funcionario que considera al sujeto de su atención una molestia.
Colombia ha concluido un proceso electoral exitoso. Campañas políticas fuertes sustancialmente respetuosas de la ley. Elecciones plurales, voto secreto y universal, resultados claros y precisos, aunque las propuestas de los candidatos eran realmente antagónicas.
No obstante a pesar de vivir bajo una de las democracias más sólidas del hemisferio, capaz de respetar la mayoría de sus compromisos nacionales e internacionales, el periodista Ricardo Puentes Melo, director de Periodismo sin Fronteras, se vio obligado a sacar a su familia del país y posteriormente partir al exilio al recibir amenazas contra su vida e iniciarse varios pleitos judiciales en su contra que según denuncia no se ajustaban al debido proceso.
A pesar de las imperfecciones la ciudadanía eligió mayoritariamente a un nuevo presidente, Iván Duque, que ha prometido revisar el mayor logro del gobernante saliente, los llamados Acuerdos de La Habana con la narco guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Duque enfrenta otros grandes retos, entre los que se destacan problemas económicos, aumento de cultivo de la hoja de coca, la corrupción, seguridad pública y justicia, un aspecto que según el director de Periodismo Sin Fronteras, es particularmente complicado porque en su opinión hay jueces en Colombia que actúan como una entidad con intereses propios, razón por la cual la denomina el “Cartel de la Toga”, porque afirma que hay magistrados que en la práctica irrespetan la ley y la justicia.
Dice Puentes Melo que un juez dictó en tiempo récord un fallo condenatorio en su contra, "el fallo debía haberlo proferido un juez de Circuito, ya que mi caso lo tenía un juez municipal. Pero pasó directamente al tribunal Superior de Bogotá, donde hay magistrados a quienes yo también denuncié", afirma que todo fue una retaliación que se originó cuando denunció prevaricación en el proceso contra el coronel Alfonso Plazas Vega acusado de diferentes delitos en el marco de los sucesos del Palacio de Justicia que había sido tomado a la fuerza por el M-19, la guerrilla que integró el ex candidato Gustavo Petro.
El Presidente electo tiene que resolver grandes problemas que afectan a todos los colombianos y es de esperar, remedando al trovador Juan Manuel Serrat, que se ocupe también de "aquellas pequeñas cosas" que afligen a los ciudadanos, incluidas familias, como es el caso de Puentes Melo.