La reanudación del curso escolar, suspendido temporalmente en las provincias orientales debido al huracán Melissa, desencadenó una encendida polémica entre usuarios de Facebook, en particular madres, que debaten sobre la conveniencia de que los niños asistan a la escuela en medio del recrudecimiento de la falta de agua, electricidad y alimentos y de una desbocada crisis sanitaria.
Entre la semana pasada y este lunes, fueron reiniciadas las clases en la mayoría de las localidades en las que estaban suspendidas por la devastación que dejó el meteoro, de acuerdo a las recomendaciones de la ministra de Educación Naima Trujillo de utilizar las instalaciones que no hayan sufrido grandes afectaciones, incluso otras instituciones no escolares.
La opinión pública cubana sobre la reanudación de clases en las zonas afectadas por el huracán Melissa está dividida entre la necesidad de restablecer la normalidad y la preocupación por las condiciones precarias que aún existen en muchas áreas, según testimonios compilados por Martí Noticias.
“Para empezar los niños en la escuela, deberían de preocuparse porque haya agua potable, que la corriente sea un poco más estable, que la población tenga alimentos y, principalmente, que las autoridades puedan controlar el virus que está acabando con un montón de cubanos”, recalcó la bayamesa Leydis Espinosa, madre de cuatro hijos, tres de ellos en edad escolar.
Agregó que según supo, por otras madres, había pocos niños en las escuelas hoy, el día previsto para reiniciar el curso lectivo en la provincia Granma.
Muchas familias expresan su inquietud por mandar a los más pequeños a clases debido a que numerosas infraestructuras sufrieron daños significativos y aún carecen de electricidad, agua potable e insumos básicos.
“Es una locura. En primer lugar, el ciclón levantó varias escuelas. Por lo menos aquí donde yo vivo las escuelas sufrieron bastante daño. Entonces poner a dar clases a los muchachos, en un lugar que no han ido a verificar si hay una pared cualquiera que se va a caer, si hay una edificación cuya estructura está dañada, es peligroso”, indicó Yadira Serrano, desde Songo La Maya, en Santiago de Cuba.
“En segundo lugar, el virus. Yo no creo que se transmita ni siquiera con mosquitos porque no puede ser posible que eso tenga esa transmisión tan alta. Sin el gobierno tener claro que es lo que está circulando, que es lo que está provocando la epidemia. Sin tener claro que es y cómo se puede controlar, poner a los niños de nuevo en un aula a convivir que, obviamente va a haber muchísimo más contagio”, señaló Serrano.
En la misma provincia, Yordanis Labrada, un padre que cría él solo a dos menores considera que está imposibilitado de enviar sus hijos a la escuela por las inseguras condiciones que aún no se han resuelto:
“Pregunto ¿cómo yo le plancho el uniforme al niño para la escuela? ¿Con qué podría cocinar los alimentos para que asistan a la escuela nutridos? No hay ni gas, ni electricidad para cocinar. Hay que acudir al carbón o a la leña. Con el agua, igual: por una pipa te cobran 4,000 pesos, 5,000 pesos”.
“Si el gobierno no toma medidas para que terminen de, por lo menos, mejorar el problema de la electricidad y recoger la basura regada por dondequiera y frenar las enfermedades como el chikungunya, el oropouche y hasta la fiebre amarilla que nos golpean, uno tiene que estar velando a sus hijos para que los mosquitos no los piquen”, advirtió Labrada.
El debate encendió las redes sociales. En el perfil Revolico de Bayamo en Facebook, un llamado anónimo encontró decenas de manifestaciones solidarias cuando aseguró que no estaban creadas las condiciones mínimas para los alumnos en las escuelas.
“Exijamos al Estado cubano que nos pongan las condiciones y entonces veremos qué pasa. Los jefes deberían pensar bien las cosas en vez de estar hablando estupideces”.
Por su parte, Dámaso Fernández, residente en San Andrés, Holguín, dijo estar convencido de que todavía no es adecuado que abran las escuelas “porque los alumnos corren el riesgo de obtener el virus por la aglomeración. Es increíble como las enfermedades producidas por arbovirus está atribulando al pueblo de San Andrés”.
Otros expresan preocupación por el retraso en la reanudación de clases en las zonas damnificadas.
“Los niños y su educación no son negociables, al menos para mí, los míos irían, aunque fuera a una escuela en campaña después de quedarme sin nada. Ojalá y una buena educación y la oportunidad de aprender no nos falte nunca. No niego para nada todo lo demás, pero el No a la escuela, no creo que sea la solución a ninguno de los tantos problemas”, escribió en la red social, un participante anónimo.
La población ha referido frustración, criticando al gobierno por lo que perciben como una respuesta lenta o insuficiente a la devastación, lo que sugiere que la reanudación de las clases podría ser una medida precipitada de las autoridades.
“A mi nieto, yo no lo iba a mandar a la escuela sin corriente, que no podía descansar, no podía dormir, sin un desayuno. Vinieron maestros aquí a cuestionarme por qué motivo y yo digo porque el gobierno miente mucho. La escuela, a donde asiste mi nieto, la de deportes, estaba inundada de evacuados de Río Cauto, que aún quedan gente ahí porque no tienen para dónde ir. Muchas madres no están mandando a los hijos a la escuela”, apuntó, desde la capital tunera Tahimí García.
En este sentido, el periodista guantanamero Niober García Fournier, padre de un niño de 12 años, actualmente en la enseñanza secundaria, cree que gran parte del territorio del oriente no se ha recuperado como para reiniciar el curso escolar.
“Se va a hacer bajo condiciones bastante duras: el problema de la corriente que no se logra controlar a la situación en que estábamos antes del ciclón, que eran aquellos ciclos de seis horas sin corriente, seis con corriente; cuatro con corriente, cuatro sin corriente; así el día entero así también el agua, la mayoría de la población no está teniendo acceso al agua”.
Las autoridades locales aseguran que están priorizando la seguridad de los estudiantes, reanudando clases de manera gradual a medida que las condiciones lo permiten, e informando sobre los ajustes necesarios para incorporar a los alumnos afectados por las inundaciones.
“En general, creo que este reinicio del curso escolar está bastante complicado Es una medida oportunista por parte del Gobierno porque trata de disfrazar la situación real. Yo pienso que la realidad se debe ver como la realidad, que no se le debe restar importancia y pienso que esta medida lo que está tratando es de restar importancia a lo que está pasando el país y en especial el oriente del país”, puntualizó García Fournier.
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