El tema del embargo comercial de Estados Unidos a Cuba, permanecerá en la mesa de negociación del Congreso, al menos hasta que Raúl Castro deje el poder en 2018, como ha prometido, asegura el analista Simon Whistler, en un artículo publicado este viernes en la revista Forbes.
“Hasta entonces, aquellos que esperan un ritmo más rápido de cambio estarán decepcionados. Por razones políticas internas y por los riesgos que implica hacer negocios con Cuba en las actuales condiciones, los inversionistas extranjeros seguirán con cautela las reformas en la isla”, afirma experto en América Latina de la firma Análisis de Riesgo Global, especializada en asuntos económicos y políticos.
A pesar de que el retorno de las aerolíneas comerciales de Estados Unidos a Cuba, tres medio siglo de ausencia, ha sido la más reciente medida de las nuevas relaciones que ambos países establecieron en diciembre de 2014, varios funcionarios estadounidenses han expresado su frustración por la lentitud con que se están implementando la reformas económicas en Cuba, desde entonces, indica el analista.
“Las consideraciones de política interna seguirán siendo un factor prioritario para el régimen cubano, por encima de sus prioridades económicas”, afirma Whistler,
Factores como contratar la fuerza de trabajo a través de una agencia gubernamental, un régimen cambiario engorroso y caro y la obligación -casi sin excepciones-, de ser un socio minoritario de empresas estatales, representan un reto preocupante para los inversionistas, y al mismo tiempo una señal de que el gobierno cubano desea mantener el mayor control posible sobre las inversiones extranjeras, explica el artículo.
A pesar de que el régimen cubano no favorece cambios políticos profundos y acelerados Whistler considera que la coyuntura que enfrenta Cuba con la reducción del suministro de petróleo desde Venezuela, podría facilitar una mayor flexibilidad para la apertura de más pequeñas y medianas empresas.
El gobierno sabe que a la población le preocupa el fantasma de un nuevo “período especial”.
“Mantener el contrato social que el gobierno cubano ofrece a la población es fundamental para su longevidad y su control político general; y el pragmatismo de Raúl Castro seguirá triunfando sobre la ideología socialista pura para asegurar que ese contrato siga vigente”, afirmó.