A mediados de marzo de 2003, cuando el régimen de La Habana llevo a prisión a disidentes, la mayoría vinculados al Proyecto Varela, y periodistas independientes con la intención de frenar las actividades opositoras en la isla, pocos imaginaron que sus esposas, hermanas, hijas y madres se apostarían frente al cuartel general de la Seguridad del Estado en Villa Marista.
De ahí, recuerda la actual líder del grupo, Berta Soler, partieron unidas y vestidas de blanco hacia la Iglesia Santa Rita a orar por la libertad de los activistas. Ese día, 30 de marzo de 2003, quedaron oficialmente constituidas como grupo las Damas de Blanco.
“Bueno, decidimos ir a la Iglesia de Santa Rita vestidas de blanco con un detallito negro para abogar por nuestros seres queridos”, recuerda Berta Soler.
“Han pasado ya 18 años y, en estos 18 años, realmente hemos pasado mucho hostigamiento”, asegura la líder de las Damas de Blanco en conversación con Radio Martí.
Por su labor durante estas casi dos décadas, las Damas de Blanco han padecido el acoso del régimen cubano en todas sus manifestaciones, pero también han sabido ganarse el reconocimiento internacional ya que es uno de los grupos de la sociedad civil cubana más conocido en el ámbito mundial.
En 2005 el Parlamento Europeo les otorgó el Premio Sajarov a la libertad de conciencia.
“En 18 años continuamos de pie, y vamos a continuar abogando por la libertad de los presos políticos, pero también por el respeto a los derechos humanos”, afirmó Soler.
Los 75 prisioneros de la Primavera Negra fueron excarcelados en 2011 como resultado de una negociación del entonces mandatario cubano Raúl Castro con el gobierno español y la iglesia católica cubana. El hecho no puso fin a Las Damas de Blanco, pues otras activistas comenzaron a formar parte del grupo.
“Pero continuamos y vamos a continuar exigiéndole, no pidiéndole, exigiéndole al régimen cubano respeto a los derechos humanos y libertad inmediata para todos los presos políticos”, ratificó Berta Soler.
La primera líder de las Damas de Blanco fue Laura Pollán, cuyo fallecimiento en un hospital de La Habana en 2011 aún levanta sospechas en muchos de sus allegados.