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La poetisa Gioconda Belli: En Nicaragua hay dictadura y Cuba es muy totalitario


Una imagen de los gobernantes de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo.
Una imagen de los gobernantes de Nicaragua, Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Hablar de Gioconda Belli es hablar de historia, de poesía, de seducción, pero también de controversia, informó la Voz de América, VOA.

Belli es una destacada poeta nicaragüense que ha sido galardonada en múltiples ocasiones por su obra que ha sido traducido en varios idiomas.

Recientemente ganó el Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma por su libro de poesía “El pez rojo que nada en el pecho”.

Belli participó activamente en la revolución sandinista en Nicaragua, y dice no arrepentirse de ello. En una ocasión expresó su admiración al líder cubano Fidel Castro, que murió en noviembre de 2016, lo que le generó críticas en su momento.

En noviembre del 2020, Belli dio su apoyo al Movimiento San Isidro con un poema, en coordinación con Amnistía Internacional. “Esto es para Luis Manuel Otero”, dice Belli al inicio de su grabación, “para Denis Solís, para Anamely Ramos, para el Movimiento San Isidro en Cuba, para todos los que han estado ahí, aplaudiendo y que están allí, dando una extraordinaria muestra de solidaridad”.

En una entrevista con la Voz de América, la destacada poeta nicaragüense habla sobre su obra; su incursión a la política y critica al gobierno del presidente Daniel Ortega y Rosario Murillo, al que cataloga como “una monarquía”. También aborda el tema cubano.

VOA: Ya han pasado más de 40 años de la revolución sandinista. En la actualidad solo es un recuerdo, según analistas que opinan que ha sido instaurada otra dictadura. ¿Cómo ve usted el modelo actual del presidente Daniel Ortega?

Gioconda Belli (GB): Fui la primera que hace años definió el concepto de Estado de Daniel Ortega y Rosario Murillo como una monarquía. Ellos actúan como reyes. Los poderes absolutos están concentrados en ellos y lo que les piden a sus súbditos que es lealtad y fe en sus designios, es totalmente contrario a la democracia, a un Estado moderno, y lo justifican con un supuesto programa socialista, que, por cierto, Rosario Murillo, ha dejado de decir cristiano, socialista y solidario; y esa noción de un socialismo, que empezó con la idea del socialismo del Siglo XXI de Hugo Chávez, que se permitía una especie de mezcla de capitalismo con el socialismo.

Aquí (en Nicaragua) se intentó durante la primera etapa del gobierno de Daniel Ortega. Tuvo algunos éxitos (las medidas socialistas), debido a que el sector privado aceptó aislarse de la política para poder seguir con su desarrollo económico, pero que, en abril de 2018, con la rebelión de toda la gente contra la arbitraria y criminal manera en que respondieron a la protesta popular, eso se acabó y ahora lo que hicieron fue tomar totalmente las riendas del poder. Ese poder, ya no es una mezcla de capitalismo y socialismo, ya está tendiendo a cerrar los espacios para que el poder se concentre más y más, tanto el poder económico, como el poder político.

VOA: ¿Se arrepiente de haber creído en la revolución sandinista?

GB: No me arrepiento absolutamente de haber luchado contra la dictadura somocista. Creo que la juventud de ese tiempo escribió una épica historia de un pueblo que se armó, y que logró insurreccionarse para botar una dinastía de 45 años. No me puedo arrepentir de haberlo hecho, me siento muy agradecida con los miles de personas que murieron en esa lucha, con compañeros que eran valientes, inteligentes.

Realmente lo trágico de esa revolución fue que llegamos con muy pocos de los mejores cuadros del frente sandinista vivos, se fueron perdiendo en el camino las mentes más lúcidas y eso lo pagamos a la hora de tomar el poder.

VOA: ¿Pensó que volvería a ver otra dictadura, a como lo llaman los críticos a Daniel Ortega?

Jamás pensé que volvería a ver una dictadura".

GB: Jamás pensé que volvería a ver una dictadura. Creo que durante los años 80 no logramos una democracia. Hubo una actitud muy sectaria, excluyente y los conocimientos de manual que teníamos de la sociedad, y de cambios sociales que debía haber nos llevaron a convertirnos a otra dictadura. Entiendo perfectamente a la gente que me ha contado historias desde los 90, lo que sufrieron, cómo la pasaron y realmente nosotros en ese momento, pienso, lo que había era una obediencia a la dirección nacional y un sentido de la historia que tenía que cambiar y que tenían que sufrir algunos, sobretodo económicamente para que hubiera igualdad social y hubiera una mejor repartición de la riqueza, pero todo lo que se derivó de esa cerrazón, y poder absoluto del frente sandinista fue muy negativo para Nicaragua y hay que reconocerlo para que nunca más se vuelva a repetir.

No pensé que volvería ver otra dictadura y estoy aterrada, no solo porque esta dictadura tiene un carácter todavía más perverso al comportarse como una monarquía, sino por la crueldad que he visto en estos meses, el cinismo, por ejemplo, confiscar oficinas de 100% Noticias y Confidencial y pintarlas en rosado; el cinismo con el que están apresando a la gente acusándolas de tráfico de drogas. Realmente es espeluznante, gente que no tiene el menor respeto, ni por la vida ni por la libertad de los demás.

VOA: En una ocasión usted describió a Fidel Castro como un “líder”, ¿me podría contar un poco el por qué. ¿Qué le evoca el fallecido Castro?

Esa ocasión que hablé de Fidel Castro fue cuando él murió. Ya en ese momento yo estaba totalmente desilusionada del Fidel Castro que había sido durante los años 60, - cuando estaba adolescente y cuando empecé a tener una visión revolucionaria-, un personaje mítico prácticamente en la izquierda, no solo de Nicaragua, sino de América Latina, pero cuando muere yo estaba clara que en Cuba se había instalado una dictadura; que habían tenido logros en la medicina, en lo social, en la educación, ¿pero de qué le sirve? La gente que se educa se tiene que ir de Cuba. Es un país muy totalitario, donde no hay una libertad real y eso me tenía muy clara de que Fidel Castro había tenido un papel negativo por su terquedad en Cuba.

Cuando él murió dije eso, porque no iba a decir algo tan malo de Fidel Castro, porque también me acordaba de esa figura heroica de mi adolescencia. Entonces dije que había puesto sueños de justicia, en mucho de los que luchamos contra una dictadura en ese entonces.

VOA: Poeta, en un plano no tan político, ¿cómo le va con sus poemas y libros? Algunos cargan con el estigma de ser eróticos. ¿Qué intenta transmitir con esto?

GB: Acaba de publicarse un libro en España que se llama El pez rojo que nada en el pecho, que ganó un premio de poesía muy importante (Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma). Recoge mis poemas mas recientes, poemas que no estaban editados y que alguna gente conoce, luego estoy trabajando en una novela. Mi última novela fue muy reconocida por la crítica, y los lectores. Yo siento que sigo en mi trabajo, soy una escritora profesional, trabajo y espero que mis obras vayan mejorando y sean más queridas y aceptadas por la gente.

Me siento muy contenta porque tengo un gran seguimiento de lectores y lectoras que sienten que les he aportado, sobre todo una gran visión de la mujer. Lo del erotismo yo pienso que ya es una etiqueta que me pusieron que era muy joven que empecé a escribir del cuerpo. Todo depende cómo uno entiende el erotismo. Era no sentir vergüenza de mi cuerpo, de ser mujer, asumir mi propia sexualidad de una manera libre y gozosa, porque a las mujeres mucho nos han hecho sentirnos culpables por nuestra sensualidad, por eso a las árabes las visten de negro, por eso es que Eva es considerada la seductora que perdió el paraíso terrenal, entonces estoy en contra de esa visión culposa, pecaminosa de la mujer y eso fue lo que hice, escribir poemas que hablan de la mujer de otro modo, y verme como mujer desde esa perspectiva. Por eso me gané esa etiqueta de erótica. Pero mis poemas son políticos, de amor, de desilusión, de haber sido madre, esposa. Yo creo que hay de todo en mi poesía.

VOA: ¿Cómo se enrumbó hacia la poesía?

GB: Creo que uno no se enrumba en la poesía. La poesía lo encuentra uno y uno se tira al agua a nadar en ese río de las palabras que es la poesía.

VOA: Hace poco cerró PEN, capítulo Nicaragua. ¿Cuáles fueron las razones?

GB: PEN suspendió sus labores debido a la Ley de Agentes Extranjeros. Esa ley es arbitraria y hecha exclusivamente para impedir el financiamiento a los partidos durante la campaña electoral, y para impedir que las oenegés funcionen en el país porque la dictadura ha considerado que empoderan a sectores de la sociedad civil que ellos (en el gobierno) no quieren ver empoderados.

En el caso de PEN hemos tenido dos misiones, defender la libertad de prensa, y la otra promover la literatura.

Entonces si nos vamos a inscribir como agentes extranjeros, estaba descartado porque la Ley dice que quienes se inscriban perdíamos nuestros derechos políticos. Entonces optamos por no inscribirnos y seguiremos apoyando la vida cultural de Nicaragua cada uno por su lado. Yo ya fundé un club de las letras, que vamos a seguir haciendo reuniones para discutir libros, porque sí tengo un compromiso con la cultura de mi país.

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