Artículo de análisis del periodista de Radio Martí Pedro Corzo
"Las motivaciones de Pedro Luis Boitel" fue el nombre de una conferencia que el insigne poeta y ex prisionero político Ángel Cuadra impartió en la Universidad Popular Autónoma de Puebla, México, hace 20 años dedicada a la memoria del mártir cubano.
Cuadra nos describe un hombre de una integridad a toda prueba. Reflexiona sobre un joven que combatió al régimen de Fulgencio Batista con todos los recursos a su alcance, que partió al exilio donde retó las ambiciones de los Castro de controlar la información y que, a su regreso a Cuba, fue fiel al decir martiano, “Solo la verdad nos pondrá la toga viril”.
Pedro Luis apreció desde los primeros meses de la victoria insurreccional, cuando muchos notables de la República estaban enceguecidos por el mesianismo fidelista, que el proceso estaba dirigido por depredadores. Por sujetos obsesionados con el poder absoluto.
Las convicciones de Boitel eran tan fuertes y profundas que no temió la soledad inicial de su causa. La justicia y la libertad fueron sus baluartes. Mientras algunos de sus compañeros del Movimiento 26 de Julio se plegaron a los nuevos déspotas, él se internaba en un nuevo proceso que le tomaría la vida.
Consciente de la importancia de movimiento estudiantil en la vida republicana aspiró a la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria, FEU. Su candidatura chocó frontalmente con los planes del caudillo, que ya había trazado cuáles serían las tareas del estudiantado bajo el totalitarismo. Pedro Luis se dispuso a una nueva lucha, mucho más cruenta y difícil que la anterior, ya que habría que combatir a la ominosa Unión Soviética, el verdadero patrón del régimen que se estaba instaurando en Cuba.
Pedro Luis ya estaba luchando contra la nueva dictadura mientras algunos compañeros suyos servían como verdugos. Este joven de 28 años junto a otros valientes, tuvo la clarividencia de vislumbrar lo que un amplio sector del pueblo cubano se negaba a ver en aquellos primeros meses de una histeria colectiva en la que el nuevo régimen usaba el paredón de fusilamiento para dilucidar las diferencias.
En los días que Pedro Luis fue a prisión fusilaban a antiguos revolucionarios, entre ellos al presidente de la FEU de Las Villas, Porfirio Ramírez, y al comandante del ejército rebelde, Plinio Prieto. En “la calle” la resistencia a la dictadura se multiplicó, el desencanto cundió en las huestes del tirano, y en la cárcel Boitel se fue convirtiendo en un símbolo de la resistencia.
Con solo evocar su nombre nos viene a la mente el dolor y pesar de las huelgas de hambre. Pedro Luis Boitel fue una de las individualidades que logró en el presidio una plena madurez por su capacidad de sacrificio. Era, afirman muchos de sus más allegados, un hombre difícil, complicado, suscitaba sentimientos y valores encontrados porque su actitud era consecuencia de sus convicciones.
Algunos sentían una profunda simpatía hacia su persona y otros rechazaban su carácter. Era un ser humano común, pero muy especial en lo que se refería a la defensa de sus convicciones y capacidad de sacrificio en la búsqueda de la materialización de sus ideales.
La prisión para todos fue intensa, cruda y dura, pero Boitel se encuentra entre los que siempre escogieron el camino más difícil. En diciembre de 1960, en la fortaleza de la Cabaña, convierte por primera vez su cuerpo en el arma de su espíritu. A partir de ese momento realizó numerosas huelgas de hambre. Algunas duraron semanas, otras, meses.
Pedro Luis inició la última batalla de su vida el 3 de abril de 1972 con su cuerpo como arma y escudo. Su agonía se extendió por 53 días.
Eduardo Figueroa, “Maqueca” para sus compañeros de presidio, fue la persona más próxima a Boitel en los días finales de su existencia. Figueroa cuenta cómo Pedro Luis se preparó para enfrentar el nuevo reto, mientras pedía a sus compañeros que en ningún momento informaran a la dirección del penal sobre su estado de salud.
Enflaquecía, vomitaba y orinaba sangre. Cuenta Figueroa en el documental Boitel, Muriendo a Plazos, del cineasta Daniel Urdanivia y producido por el Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo (aclaración: soy fundador y miembro del Instituto), que en el día 45 de la huelga pidió que le afeitaran, recuerda que su rostro era piel y huesos, que reflejaba la debilidad de un organismo que estaba en el umbral de la muerte, a la vez que se sentía la fortaleza de su espíritu e ideales, su disposición a la entrega total. Describe cómo se le hundía el pecho, pedía su bastón y el reloj y solo quería estar cubierto con la colcha que le había enviado su madre. Su respiración era cada vez más lenta. Apenas bebía agua porque le producía nauseas incesantemente.
Documental "Boitel: muriendo a plazos" (2009), realizado por el Instituto de la Memoria Histórica Cubana Contra el Totalitarismo
El día 50 vomitó sangre. Se enjuagó la boca, pero sus dientes seguían manchados de rojo. Dice que le pidió un cigarro y le preguntó la hora. Eran las 8:10 de la mañana. Figueroa le pidió permiso para solicitar asistencia médica, a lo que Pedro Luis rehusó, diciéndole en un murmullo que recordara su determinación, no olvidara hacerle llegar sus pertenencias a su madre y se hiciera amigo de su hermano. Ese día las moscas empezaron a acompañarlo; las espantaba, pero retornaban con pesada insistencia.
El 22 de mayo trató de hablar y no pudo. Tampoco orinó ni tomó agua. Del cigarrillo que le puso en la boca solo aspiró tres o cuatro bocanadas rechazándolo casi de inmediato.
Al día siguiente, contraviniendo la voluntad del huelguista y asumiendo toda la responsabilidad con el resto de los compañeros de la galera, Figueroa llamó a las autoridades del penal.
Horas más tarde llegaron dos funcionarios, un sargento y un oficial de apellido Valdés, quien dijo: “Efectivamente está muy grave. Informaré que está muy mal, que está grave, se puede ver a simple vista. Ahora bien, ya nosotros estamos cansados de Pedro Luis Boitel y de sus huelgas… lo que él pide no se lo vamos a dar. Si fuera por mí, se moría ahí mismo. Pero como yo no decido en este asunto y este es un caso de arriba yo informaré al ministro… pero llévate la impresión de que se va a joder”.
A Boitel no lo encontró la muerte, la buscó. Marchó hacia ella con la conciencia de que el camino del deber es el más difícil, por eso hoy y siempre será uno de los símbolos de la Resistencia del pueblo cubano en la lucha contra el totalitarismo.