Con la crisis sanitaria originada por la pandemia del COVID-19, Cuba encontró la oportunidad nuevamente de promover el especulativo negocio de las brigadas médicas del Contingente Henry Reeve, en otros países que enfrentan la falta de profesionales de la salud. Los Estados receptores, deberían conocer el trasfondo de estos gestos solidarios.
En primer lugar, las condiciones abusivas de los más tres mil 700 colaboradores cubanos que laboran en ese Contingente alrededor del mundo.
Estos contingentes médicos incluyen profesionales sanitarios como epidemiólogos, laboratoristas, enfermeros y médicos intensivistas que son solicitados por los distintos países al régimen cubano porque no cuentan con personal calificado suficiente, para enfrentar situaciones de crisis como la actual pandemia y desean reforzar determinadas especialidades o necesitan cubrir la atención médica en lugares intrincados o de peligro, a los que los galenos locales se niegan asistir.
Según el régimen, a lo largo de casi 60 años se han enviado más de 400 000 profesionales de la salud a 164 países de casi todos los continentes para paliar los efectos de crisis epidemiológicas, desastres naturales y, en la actualidad, los provocados por la pandemia del COVID-19.
Los servicios médicos fueron el segundo ingreso más alto del Producto Interno Bruto (PIB) de la Isla en el año 2020. Este monto incluso está por encima de la industria del turismo, que es una de las finanzas más conocidas y fuertes del país pero que cayó estrepitosamente como consecuencia de la pandemia del COVID-19.
Desde marzo del año pasado, varias brigadas han viajado desde la Isla para enfrentar la pandemia en unos 40 países de África, Europa, Asia, América Latina y el Caribe.
Tras el calificativo de héroes dado por los medios de prensa oficialistas se esconde una labor que le reporta al estado-partido enormes sumas de dinero y extraordinarios dividendos políticos.
Los testimonios de decenas de médicos que han escapado de los contingentes, ofrecen claras evidencias de los abusos a los que son sometidos, entre los que resaltan, el impago de sus salarios, la confiscación de los pasaportes, el exceso de horas de trabajo y las humillantes restricciones de movimiento.
Según han explicado, el régimen cubano embarga entre el 75 y el 90 por ciento de los salarios, pero el hecho de que la suma restante sea mucho más de lo que ganan dentro de la Isla determina la aceptación de las condiciones esclavistas que se les impone.
Es oportuno recordar que los contratos firmados con los países receptores, violan de manera flagrante los convenios fundamentales e internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sin olvidarse del trabajo político e ideológico que se realiza como parte de una agenda, mucho más amplia.
Por otro lado, vale señalar que, en la totalidad de las naciones, los médicos no reciben copia de su contrato de trabajo, procedimiento que transgrede el Convenio n.º 154 de negociación colectiva. También se vulnera el Convenio n.º 95 sobre la protección del salario lo que evidencia flagrantes violaciones a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, así como a los preceptos contenidos en la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.
Es importante subrayar que los integrantes de las referidas misiones enfrentan condiciones tipificadas como trabajo forzoso, de acuerdo al Convenio n.º 29 y según otros indicadores de la (OIT), donde se certifica que todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente, es en esencia una práctica que constituye una forma de esclavitud laboral.
Del mismo modo, se viola el Convenio n.º 105, sobre la abolición del trabajo forzoso que insta a las naciones a tomar medidas eficaces para su abolición inmediata y completa. Lamentablemente, muchos de los países que reciben tales servicios han firmado y ratificado el compromiso de cumplir tales reglamentaciones.
Los Gobiernos que contratan médicos cubanos deberían documentarse sobre los perjuicios que se ciñen sobre estos últimos, para evitar complicidades en una explotación de naturaleza claramente esclavista.
Estos trabajadores deben recibir un salario digno, que vaya directamente a sus manos y no a las arcas del régimen como ocurre.
El hecho de que hayan sido formados por la revolución, como suelen pregonar los personeros del poder no justifica el trato que reciben, amparado en la ilegalidad y el abuso.
No es mi propósito oponerme al hecho de ayudar a quien lo necesite. El asunto es que las motivaciones están distorsionadas por objetivos políticos que superan el marco de ese gesto filantrópico y establecidas sobre la expoliación de cientos de profesionales de la salud.
Recientemente se ha originado un enorme revuelo con la propuesta del Consejo Mundial por la Paz de nominar de manera formal la candidatura del Contingente Internacional de Médicos cubanos Henry Reeve al prestigioso Premio Nobel de la Paz. Es indignante escuchar esto cuando el propio Alfred Nobel dejó escrito en su testamento que el galardón debería ser adjudicado a personas y organizaciones que hayan hecho grandes contribuciones a la fraternidad entre los países, esfuerzos por la abolición de los ejércitos y en promover las negociaciones de paz en el mundo. El gobierno unipartidista y su contingente médico no encajan en ninguna de estas categorías, si en verdad se procede a un análisis desprejuiciado y exhaustivo no solo de la realidad en torno a estos programas de ayuda solidaria, sino también a otras acciones de corte injerencista y que han atizado los conflictos sociales y de desestabilización al interior de naciones de América Latina, África y Asia.
Sería muy desagradable que el Comité Nobel Noruego concediera este premio a un programa que presenta enormes fallas éticas y dobles raseros. La penetración ideológica es uno de los planes ocultos tras el llamado gesto humanitario.
Estas brigadas médicas nacen en un medio regido por la hipocresía y la mediocridad, donde es común la desatención de las necesidades internas en este ámbito para volcarlo hacia el exterior. Cuba, bajo los dominios del partido único, dista de ser el paradigma que se promociona por el mundo en aras de seguir manteniendo viva las fracasadas banderas del socialismo y el comunismo.
Autor: Iván Hernández Carrillo ( Matanzas, 1971) Preso de conciencia en la Primavera Negra del 2003. Premio Homo Homini de People in Need; Libertad Pedro Luis Boitel; de la Fundación Hispano-Cubana ( FHC); así como Premio Democracia de la National Endowment for Democracy (NED). Actualmente es el secretario general de la Asociación Sindical Independiente de Cuba ( ASIC).