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Columna en The Washington Post señala carácter racista de violencia policial en Cuba


Luis Manuel Otero Alcántara muestra los golpes recibidos durante la detención en una unidad de policía. Tomado de su perfil de Facebook
Luis Manuel Otero Alcántara muestra los golpes recibidos durante la detención en una unidad de policía. Tomado de su perfil de Facebook

El periodista cubano Abraham Jiménez Enoa, cofundador de la revista ‘El Estornudo’, en su columna habitual para el diario estadounidense The Washington Post aborda el incremento de la violencia policial en la isla y el racismo con que es aplicada, a raíz de la muerte de Hansel Ernesto Hernández Galiano, hombre negro de 27 años, por un disparo de la policía en su espalda.

"Hansel Hernández era un hombre negro y su muerte a manos de la Policía desnuda los rasgos autoritarios del régimen cubano, tanto por la muerte en sí misma como por desconocer de forma grosera y desvergonzada la situación racial que implica. Después de que tanto el presidente Díaz-Canel como el canciller Bruno Rodríguez —y el gobierno en pleno— condenaran el asesinato de George Floyd en Estados Unidos, y que durante semanas el aparato de propaganda estatal cubano se volcara a darle cobertura a las protestas del movimiento Black Lives Matter en las ciudades estadounidenses, el hecho de Guanabacoa ha pasado por alto en la agenda del gobierno", escribe el columnista.

El periódico menciona la manifestación de protesta convocada para hoy por la gran indignación que ha despertado el caso entre la ciudadanía.

"Fiel a sus costumbres totalitarias, es evidente que el régimen quiere guardar bajo llave los detalles inflamables concernientes al hecho. Los tiempos que corren son peligrosos, cualquier escape puede generar combustión", indica el autor.

"Los aprietos que se viven en la isla, producto de la profunda e interminable crisis sistémica de la economía y la tensión política que ha generado el empoderamiento de una parte de la ciudadanía en internet y en la sociedad, han provocado que el régimen apriete aún más las tuercas del establishment para seguir garantizando el absoluto control del país y mantener, de esa forma, el orden marcial impuesto. Maniobra que, en los últimos años, ha estimulado la violencia de las fuerzas policiales que operan en las calles. Una situación que en la pandemia se ha agravado, pues es una de las medidas del presidente Miguel Díaz-Canel y su gabinete para contener la propagación del coronavirus, ha sido redoblar la presencia de militares en la vía pública", indica el autor.

Jiménez Enoa cita algunos ejemplos que ilustran el actuar desmedido de la Policía Nacional Revolucionaria en casos donde las víctimas son personas afrodescendientes.

"Durante el coronavirus en Cuba: dos muchachas adolescentes fueron abusadas sexualmente por dos policías —condenados a penas de ocho y seis años respectivamente—; unos 10 policías golpearon y dejaron ensangrentados toda una madrugada en un calabozo a dos artistas por tener la mascarilla en el cuello y no cubriendo la nariz y la boca; y otras dos jóvenes, primero, fueron agredidas por intentar documentar el proceder descompuesto de dos policías que las requirieron por no portar bien el tapaboca en la calle, luego, fueron llevadas a un hospital tras recibir unos golpes y de ahí trasladadas a una prisión donde pasaron más de dos meses".

El diario menciona otro caso, ocurrido antes de la pandemia, cuando la policía también disparó por la espalda a un joven de 27 años.

En Cuba el racismo está arraigado a la cultura y forma parte de la estructura social, indica el autor y lo ilustra con dos datos que a su juicio muestran la desigualdad de los afrodescendientes: "tan solo 11% tiene una cuenta bancaria y son 12.2% de los alumnos universitarios.

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