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Transporte privado, ¿un peligroso gigante dormido?


Una joven camina cerca de un camión de transporte de pasajeros en la ciudad de Santiago de Cuba.
Una joven camina cerca de un camión de transporte de pasajeros en la ciudad de Santiago de Cuba.

El sector está entre los más prósperos, y lo que ocurra con él tiene enorme resonancia.

GUANTÁNAMO, Cuba.- Dentro del sector privado el negocio del transporte público ha sido uno de los más prósperos y también el que mayores resonancias políticas puede alcanzar si quienes lo realizan estuvieran unidos en un sólido sindicato independiente.

A pesar de las amenazas a quienes repuntan como líderes, varias protestas evidentes o silenciosas han sido protagonizadas en estos años por cocheros de Holguín, Santa Clara y Cienfuegos, por los motoneteros de Santa Clara y los choferes de los almendrones en La Habana.

Aunque hasta ahora la represión ha logrado contener las muestras de descontento ha quedado demostrado el papel que juega el sector del transporte privado en la prestación de ese servicio a la población.

Precisamente por su importancia y por la incapacidad del gobierno para solucionar los problemas que por décadas subsisten en este servicio, este sector no ha podido ser eliminado.

Los coches tirados por caballos, los bicitaxis, los almendrones y camiones de pasajeros para el transporte intermunicipal e interprovincial operan en todo el país.

En la capital los coches que operan en La Habana Vieja bajo el control de la Oficina del Historiador de la Ciudad están destinados fundamentalmente a prestar servicio a los turistas. Se diferencian de los que prestan servicio a la población en otras ciudades y pueblos cubanos por su confort e imagen.

A pesar de que aún prestan un servicio importante los coches no gozan de aceptación popular. Se trata de un transporte precario que comporta muchos riesgos para los pasajeros debido a la reacción de los animales en la vía pública. Además, los caballos son una fuente potencial en la transmisión de enfermedades. Su abundante presencia en nuestras ciudades puede provocar meningoencefalitis y sus heces, al caer directamente sobre la calle, provocan un polvillo que penetra en las casas y causa irritación en las vías respiratorias.

Los coches han ido disminuyendo en Guantánamo ante la competencia de otros medios alternativos como las motos. Recientemente el gobierno municipal determinó que sólo circularán por la ciudad 300 de estos vehículos.

Concomitantemente con la decisión se recibieron en la provincia algunos ómnibus marca Diana pero, unidos a los que ya existían, todavía no alcanzan para cubrir, siquiera modestamente, las exigencias del transporte público en la capital provincial ni entre los municipios, no sólo por la pequeña cantidad recibida sino por su poca capacidad de transporte, muy inferior a la de los antiguos ómnibus Girón.

En Santa Clara abundan las motonetas, triciclos adaptados para el transporte de pasajeros, una modalidad que ya tiene una incipiente presencia en Cienfuegos, según pudo comprobar recientemente este reportero.

Santiago de Cuba fue la primera en usar de forma generalizada a las motos como vehículos de alquiler. Luego esta modalidad de transporte alternativo se extendió a Guantánamo, donde hoy predomina sobre el resto de los vehículos que prestan este servicio, al extremo de que hay horarios en los que resulta difícil cruzar algunas calles, acto en el que a veces los peatones demoran hasta diez minutos debido a la inexistencia de semáforos. Eso, en una ciudad provinciana de escaso parque vehicular, es demasiado.

En La Habana abundan los almendrones, vehículos que juegan un rol importante en la transportación diaria de pasajeros debido al tamaño de la población residente, al que se añade el de la población flotante y el hecho de que el Gobierno no puede satisfacer las necesidades de ese servicio.

Una muestra evidente de las ganancias que producen los autos de alquiler está en que no pocos choferes que manejan estos vehículos, sin ser sus propietarios, luego de varios años de arduo trabajo han logrado comprar uno y convertirse en titulares absolutos de la autorización para prestar el servicio. Otros que empezaron hace muchos años en el negocio salieron de las provincias y se establecieron en la capital. Allí continuaron prosperando y han llegado a tener varios vehículos trabajando, cuyos choferes deben tributarles diariamente sumas de dinero a las que jamás han tenido acceso los profesionales más capacitados del país.

Vinculado al servicio interprovincial de pasajeros, tanto por autos como por camiones y camionetas, ha surgido la figura del “buquenque”, un intermediario extorsionador del pueblo que se impone a los choferes y fija el precio del pasaje. Su presencia es notoria en todas las terminales de ómnibus, donde actúan impunemente y reciben una comisión por cada auto que llenan de pasajeros.

Téngase en cuenta que la tarifa oficial del precio de estos pasajes en autos, entre Guantánamo y Santiago de Cuba, no sobrepasa los treinta pesos (30 CUP, alrededor de un dólar y 50 centavos) y son pocas las veces en que esto se cumple porque el precio casi siempre está por encima de los cuarenta pesos. De madrugada y tarde en la noche no baja de sesenta pesos.

En una piquera como la de calle 4 en Santiago de Cuba salen alrededor de cincuenta autos para Guantánamo diariamente, así que en un día los buquenques hacen zafra a costa de los pasajeros, sin invertir absolutamente nada y sin pagar un centavo al Gobierno.

La solución a los altos precios del transporte alternativo la tiene el Gobierno. Sólo él puede crear una sólida estructura de transporte y garantizar de forma estable la renovación de su parque vehicular, pero eso es un sueño que el castrismo siquiera ha podido cumplir medianamente.

[Publicado originalmente en Cubanet]

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