Turquía admitió por primera vez este lunes que pudo haber "errores" en la purga masiva realizada después del fallido golpe de Estado y expresó su descontento con Alemania, que vetó un mensaje del presidente turco durante una manifestación de simpatizantes suyos la víspera, en Colonia.
Haciendo gala de un notable cambio de tono por parte de Ankara, dos altos responsables admitieron que la purga lanzada después de la intentona golpista del 15 de julio, muy criticada en el extranjero, pudo dar lugar a "errores".
"Si hubo errores, los corregiremos", dijo el viceprimer ministro, Numan Kurtulmus, mientras que la "gran limpieza" de simpatizantes del predicador exiliado en Estados Unidos, Fethullah Gülen, a quien Ankara acusa de haber organizado el golpe, ha afectado principalmente al ejército, la justicia, la educación y la prensa.
Por otra parte, la agencia de noticias estatal turca dijo que autoridades capturaron a dos personas más sospechosas de formar parte de un grupo de soldados que allanó el hotel donde se alojaba Erdogan, en la costa durante el fallido golpe de Estado.
Con los dos detenidos en la madrugada del lunes cerca del centro turístico de Marmaris, en la costa del Egeo, se eleva a 11 el número de sospechosos en la operación que comenzó a última hora del domingo, explicó la agencia Anadolu. Uno de los sospechosos sigue huido.
Los "ciudadanos que no tengan filiación con ellos (los simpatizantes del predicador Fethullah Gülen) tienen que tranquilizarse" porque "no se les hará ningún mal", añadió Kurtulmus en una rueda de prensa.
Pero los que estén vinculados con el imán, exiliado en Estados Unidos, "tienen que tener miedo. Pagarán el precio", reiteró el viceprimer ministro, en relación a los simpatizantes de Gülen, cuya extradición pide Ankara a Washington.
Unas 10.000 personas están siendo investigadas o están detenidas provisionalmente, incluidos periodistas. Más de 50.000 turcos han sido despedidos de sus puestos de trabajo.
El primer ministro turco, Binali Yildirim, también dijo que existía la posibilidad de que entre las miles de personas víctimas de esta caza de brujas también se hubieran cometido abusos contra algunas.
"Se está aplicando un trabajo riguroso sobre los que han sido destituidos", indicó el primer ministro, citado por la agencia progubernamental Anadolu.
"Hay algunos de ellos que fueron víctimas de procesos injustos", admitió, adoptando también un tono más conciliador, poco habitual desde que se produjera el golpe fallido que hizo tambalear el poder del presidente Recep Tayyip Erdogan.
La purga suscitó las críticas de Washington, capitales europeas, de numerosas organizaciones de defensa de los derechos humanos y de la prensa.
El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, denunció que las purgas eran "desmesuradas" y que "no se podían callar" ante ello.
Por su parte, el jefe de gobierno italiano, Matteo Renzi, declaró que "un país que encarcela a sus propios profesores y a sus propios periodistas, encarcela (su) futuro".
En respuesta, Erdogan aconsejó a los dirigentes occidentales que "se metieran en sus asuntos".
En otro signo de firmeza, Turquía convocó al encargado de negocios de la embajada alemana en Ankara después de que, la víspera, se prohibiera la difusión de un mensaje de Erdogan por videoconferencia durante una manifestación en Colonia (norte de Alemania), en la que miles de personas mostraron su rechazo al golpe de Estado fallido.
La Corte Constitucional alemana vetó a Erdogan por miedo a que el mensaje aumentara todavía más las tensiones dentro de la diáspora turca en Alemania, la más importante en el mundo.
Destacando que una convocatoria así no tiene "nada de excepcional", Berlín explicó que "en las relaciones entre Estados es algo cotidiano". No obstante, este episodio de Colonia se suma a la lista de diferencias en las relaciones germano-turcas.
Además, el general estadounidense Joseph Dunford, jefe de estado mayor interarmas, que se encuentra en Ankara, debía entrevistarse con el jefe de estado mayor turco, el general Hulusi Akar, y con Binali Yildirim.
Las relaciones entre ambos países, claves en la estructura militar de la OTAN, atraviesan un mal momento desde que Ankara solicitara la extradición de Gülen, exiliado en Pensilvania.
Después de las reuniones en Ankara, el general Dunford tenía previsto viajar a la base de Incirlik (sur de Turquía), desde donde despegan los aviones estadounidenses que bombardean posiciones del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en Siria e Irak.