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Una misma fórmula: fascismo, nazismo y ruscismo (I)


Una recreación de los rostros de Putin y Hitler en una protesta en Barcelona, España contra la invasión de Rusia a Ucrania.
Una recreación de los rostros de Putin y Hitler en una protesta en Barcelona, España contra la invasión de Rusia a Ucrania.

Exponer la esencia del ruscismo ha sido instrumental en movilizar la atención y condena internacional contra las estrategias militares y políticas de Rusia, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania.

Si en el siglo XX la humanidad sufrió y combatió al fascismo italiano y al nazismo alemán, hoy, en el siglo XXI se hace lo mismo ante el ruscismo de Moscú. Esa es la denominación política a la ideología y práctica sociopolítica que impera en Rusia y se promueve desde el Kremlin. Es el término para describir la ideología que sustenta el expansionismo militar ruso.

La expresión es empleada por académicos, políticos, periodistas, comentaristas y expertos en política internacional para describir la ideología y las prácticas sociales del Estado ruso bajo el mandato de Vladimir Putin. Es una etiqueta para el sistema antidemocrático ruso actual.

El término de ruscismo (o rashismo) se escuchó por primera vez de labios del general soviético Zhojar Dudaev (1944-1996), líder de los separatistas chechenos, quien tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991 buscó la independencia de Chechenia y dirigió a los independentistas del Cáucaso contra Moscú.

Dudaev afirmaba entonces que el ruscismo era más terrible que el fascismo, que el nazismo, que el racismo y que todas las ideologías de odio.

"Rusia elimina a pueblos enteros y elige a las víctimas más indefensas", denunció el líder independentista.

Su uso sirve como herramienta crítica para entender, discutir y denunciar la agresión y propaganda rusa

El término se ha difundido más en el contexto de las acciones de Rusia contra Ucrania. Se popularizó inicialmente tras la anexión de Crimea en el 2014 y volvió a cobrar vigencia con la invasión en febrero del 2022. Su uso sirve como herramienta crítica para entender, discutir y denunciar la agresión y propaganda rusa. La palabra es un acrónimo de Rusia y fascismo, donde se describen la ideología y prácticas asociadas con el nacionalismo agresivo, el expansionismo y autoritarismo ruso, percibido como reminiscente del fascismo y el nazismo.

Combina ese ruscismo prácticas antidemocráticas, un culto a la nacionalidad, ultranacionalismo y culto a la personalidad, apoyándose en la idea de una misión civilizatoria especial de los rusos. Revive la teoría de la misión divina de Moscú como Tercera Roma, tras la capital de la capital del imperio romano y de Constantinopla. Se fomenta sentimientos antioccidentales con el objetivo de recuperar territorios del antiguo imperio ruso o la URSS mediante la conquista bélica.

Exponer la esencia del ruscismo ha sido instrumental en movilizar la atención y condena internacional contra las estrategias militares y políticas de Rusia, especialmente en el contexto de la guerra en Ucrania.

En Ucrania utilizan el término de Rashism, combinando el nombre del país y su pronunciación en inglés – Russia y fascism. Desde abril del 2022, la Rada (parlamento) de Ucrania reconoció a Rusia como un estado terrorista con un régimen neonazi totalitario y prohibió su propaganda.

El 2 de mayo de 2023, Ucrania reconoció oficialmente el ruscismo, como la ideología estatal de la Federación Rusa y se empeñaron en difundir información sobre el término, tanto a nivel nacional como internacional.

la nueva palabra "рашизм" es una útil conceptualización de la visión del mundo de Putin”

Varios estudiosos de la historia y política rusa, como Timothy Snyder, profesor de historia en la Universidad de Yale, vienen señalando el rol ultranacionalista de esta ideología rusa en la actual vida política del Kremlin.

En la prensa estadounidense ha venido desde el 2014 tocando las campanas sobre el peligro del nacionalismo ruso. En un artículo publicado en The New York Times, el profesor decía: “mientras leía sobre Irpin, sobre Bucha, sobre Trostyanets, de los cuerpos aplastados por los tanques, de los ciclistas tiroteados en la calle, de los cadáveres profanados, ahí estaba, "рашизм". Y agregaba entonces que “la nueva palabra "рашизм" es una útil conceptualización de la visión del mundo de Putin”. Sydner expuso en otro artículo para el mismo diario, que hay que llamar las cosas por su nombre y decir que Rusia es un estado fascista.

Portada del libro "El camino hacia la no Libertad".
Portada del libro "El camino hacia la no Libertad".

El historiador estadounidense retomó el término "esquizo-fascismo" al que se había referido antes en su libro El camino hacia la no libertad (The Road to Unfreedom).

“Los fascistas que llaman a otras personas "fascistas" es el fascismo llevado a su extremo ilógico, como un culto a la sinrazón. Es un punto final donde el discurso de odio invierte la realidad y la propaganda es pura insistencia. Es el apogeo de la voluntad sobre el pensamiento”, opinó el profesor de Yale.

Para Sydner, la práctica esencial putinista consiste en “llamar a otros fascistas mientras se es fascista". A ese fenómeno le llama "esquizofascismo", que es lo que los ucranianos denominan ruscismo o rashism.

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    Alvaro Alba

    Álvaro Alba. Subdirector de la Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB). Historiador y periodista especializado en temas de Europa del Este y la ex Unión Soviética. Máster en Historia por la Universidad Estatal de Odesa, Ucrania. Premio Emmy 2017 (Emmy Award) en la categoría de Documental Histórico y Premio David Burke a la excelencia periodística de USAGM (2020). Desde 1998 trabaja en OCB. Es frecuente panelista en programas de radio y televisión sobre esos temas. 

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