Desde que escapó a Cuba en 1984 tras desviar a punta de pistola el vuelo en el que lo trasladaban a una prisión de Nueva York, las autoridades estadounidenses no tenían seguridad sobre el paradero de Ronald LaBeet, condenado a ocho cadenas perpetuas en 1973 por la ejecución a sangre fría de cuatro turistas y el asesinato de otras cuatro personas en St. Croix, Islas Vírgenes Estadounidenses, en septiembre de 1972.
La ficha más actualizada de la Oficina Federal de Investigaciones, FBI sobre el expantera negra rebautizado ahora como Ishmael Muslim Alí, dice que “puede que resida en Cuba con su esposa e hijos”.
En abril de 2015, una periodista del diario de las islas St. Thomas Source, Shaun Pennington, supo por un turista canadiense que LaBeet estaba en Cuba y compartía a menudo con este y otros vacacionistas de la misma nacionalidad. Pero según el testimonio de Bill Chester, el fugitivo de la justicia de EE.UU. estaba radicado en Holguín, una de las provincias orientales cubanas con más atractivos turísticos.
Posteriormente el cineasta canadiense Jamie Kastner lo convirtió en la estrella de su documental The Skyjacker's Tale, en el que Alí, como se hace llamar, revive los hechos y afirma que él es “un revolucionario, no un criminal”.
Al parecer, para los que lo conocieron en la isla, los crímenes de este hombre han quedado bien disimulados bajo medidas del Estado cubano similares a las de un programa de protección de testigos.
Así lo demostró la sorpresa de algunos que se comunicaron con Martí Noticias tras reconocerlo en las fotos de un reportaje que publicamos esta semana, y que no sospechaban que el hombre afable y educado de sombrero y bastón con el que se cruzaban en la calle o compartían viaje en un coche de caballos era uno de los terroristas más buscados por el FBI. Para algunos ni siquiera era estadounidense, sino jamaicano.
Lo que sí confirmaron estas fuentes es que Alí, por lo menos hasta 2010, no residía en Holguín, sino en la vecina provincia de Las Tunas, en la cabecera provincial del mismo nombre. A continuación el testimonio de dos de estas personas:
Ramón Humberto Colás, ex periodista independiente
“Es interesante porque demuestra que en Cuba el pueblo convive con delincuentes, asesinos, terroristas y no tiene conocimiento de esto. Lo digo porque yo a este señor lo conozco, vivía cerca de mí, yo en el edificio 62 del reparto Buenavista, y él en el edificio 25, a dos edificios de donde vivía yo, frente a la filial universitaria de la ciudad”.
“Compartí con él en varias oportunidades no porque fuéramos amigos sino porque nos encontrábamos en el mercado, en los coches de caballos que iban desde ‘el tanque’ de Buenavista hasta el centro de la ciudad, y conversábamos de cosas normales, pero siempre era muy parco no era una persona que se abriera con facilidad. Allá lo identificábamos como "El Jamaicano", siempre correcto, muy flemático, de caminar muy lento, pero de pasos largos porque es un hombre que mide más de seis pies, mirada aguda y sonrisa pícara”.
"Ahora cuando vi la noticia me sorprendí porque decía: ‘Dios mío si este hombre fue capaz de matar a ocho personas qué no sería capaz de hacer por preservar su identidad’”.
“Siempre lo veía muy bien vestido: zapatillas y jeans de marca, muy bien cuidado, siempre perfumado; por su nivel de vida hacía una diferencia con relación al cubano de a pie, incluso con un profesional, uno sabía que no era de allí porque vivía mejor que cualquiera de nosotros. Una cosa que es curiosa es que en Cuba la gente sabe todo lo que pasa con la gente que vive en su entorno, pero de él no sabíamos nada”.
"No sé cómo le asignaron el apartamento a él, pero la política de asignación de viviendas siempre está asociada en Cuba a los trabajos que tengan las personas. Como trabajador de la salud a mí me asignaron una vivienda por la Dirección de Salud Pública en la provincia".
"En el caso de él me imagino que lo primero que hicieron fue decirle al Comité de Defensa de la Revolución (en Cuba el CDR de cada cuadra o edificio lleva un registro de residentes): ‘Esta persona va a vivir aquí, es un buen ciudadano, cualquier anormalidad nos informan’. Es que Cuba es un país donde las cosas son muy difíciles de conocer, sobre todo cuando se trata de personas como esta, porque de hecho está protegido por el gobierno”.
Ex residente de las Tunas (prefiere el anonimato)
“Esta persona es muy conocida en Las Tunas, casi todo el mundo lo conoce, por Alí. Yo lo conocí un día que iba con un compañero para el trabajo y mi compañero lo saludó y luego me dijo que ese señor había venido de Estados Unidos a vivir a Las Tunas. Me pareció raro que un ciudadano americano quisiera ir a vivir a Las Tunas, pero mi compañero me confirmó que había llegado a la ciudad hacía unos 15 años y que había trabajado como profesor en la escuela de idiomas (en clases nocturnas en una primaria). Cuando él me dijo eso sería como en el 2010”.
“Yo (a Alí) lo vi más veces porque yo vivo en el reparto La Loma, por el cementerio, y tenía una novia en el reparto Aurora, y pasaba por una casa y él a veces por las noches estaba ahí, en casa de una muchacha de nombre Liurys. Recuerdo que en unos carnavales lo vi bajarse de un coche con esta señora; debía ser la novia o la esposa. Mi compañero de trabajo me dijo que él tenía un hijo pero yo nunca lo vi”.(Otra fuente afirma que su compañera sentimental es una bailarina del cabaret "Taíno" de Las Tunas)
“Siempre anda con un bastón. La forma de vestirse de él no es la típica de un cubano, se viste con sombreros, pantalonesfinos, zapatos finos, siempre anda bien vestido. Mi amigo me dijo que había sido profesor de idiomas, que tenía un apartamento en los edificios del reparto Buenavista, pero que él lo había conocido en problemas, durante una bronca, (un altercado), porque era una persona problemática”.
“Nadie sabe que secuestró un avión ni que mató a ocho personas, pero me imagino que ya ahora todo el mundo se esté enterando, porque si yo lo vi en Facebook…”
LaBeet aparece en la foto de arriba (izq), subida a Facebook el 26 de noviembre de 2016. Fue tomada del perfil en la red social de un tunero vecino suyo.
Es de notar que el fugitivo estadounidense lleva en la instantánea collares típicos de la santería afrocubana. A la sombra protectora del gobierno de Cuba, el terrorista y asesino convicto ha escapado durante 32 años de la justicia estadounidense pero en estos tiempos de cambios (y de canjes), “Alí” debe estar confiando más en Alá... y en los orishas.