El diario The Washington Post describe en un editorial como “otro siniestro costo” de la apuesta del ex presidente Barack Obama por las relaciones con Cuba, las serias lesiones infligidas a por lo menos 16 diplomáticos de EE.UU. estacionados en La Habana y sus familiares, como resultado de ataques acústicos dirigidos contra sus viviendas, en las que el gobierno de la isla les exige residir.
En la pieza titulada "No minimicen el siniestro ataque a diplomáticos en Cuba", el Post precisa que las dolencias incluyen, de acuerdo con un médico consultado por CBS News que atendió a los diplomáticos, “daño traumático leve al cerebro, con probables afectaciones del sistema nervioso central”.
El diario capitalino toma nota de que el Departamento de Estado dice no haber podido identificar el origen de los ataques, y apunta que en su lugar se han aventurado especulaciones acerca de que estos podrían haber sido obra de efectivos de seguridad cubanos insubordinados, o de algún tercer país interesado en sabotear el acercamiento entre EE.UU. y Cuba.
Pero el Post observa que tales hipótesis deben ser sopesadas teniendo en cuenta que Cuba es un Estado policial, aunque pequeño, rigurosamente disciplinado, en el que casi nada ocurre sin conocimiento del régimen; mucho menos, ataques con dispositivos de alta tecnología contra diplomáticos extranjeros.
De hecho, agrega el editorial, los ataques acústicos, se corresponden ─si bien representan una escalada─ con el hostigamiento de larga data que han padecido los diplomáticos estadounidenses en La Habana.
Este comprende la vigilancia constante e intrusiones en sus domicilios y en sus vehículos. El cotidiano observa que la reapertura de la Embajada en La Habana en 2015, en lugar de atenuar estos abusos podría haberlos intensificado. Y rechaza que se pueda culpar de ello a la administración Trump, que ha preservado la mayor parte de la apertura de Obama, pues los ataque comenzaron bajo Obama, en noviembre de 2016.
El periódico considera que el Departamento de Estado encabezado por Rex Tillerson, en lugar de tomar el toro por los cuernos, ha minimizado el asunto: la única medida adoptada ha sido la discreta expulsión de dos diplomáticos cubanos en mayo, que solo se confirmó este mes.
“La administración parece estar otorgando al régimen de Castro el beneficio de la duda. Teniendo en cuenta su historial desde la restauración de las relaciones, tal vez eso sea más de lo que se merece”, concluye diciendo el editorial del Washington Post.
(Traducido por Rolando Cartaya, de un editorial de The Washington Post)