El 24 de agosto se celebra el Día Internacional de los Parques Naturales, instituido para recordar a la sociedad la importancia que tiene la conservación de cada una de las especies existentes en la naturaleza.
Cuba cuenta con una veintena de parques de este tipo que muestran la rica y vasta belleza de su archipiélago. Valles, penínsulas, humedales son reservorios de pródiga flora y maravillosa fauna. No en balde el Gran Almirante al posar su vista sobre el paisaje de Bariay exclamó que era la tierra más hermosa que ojos humanos vieran.
Pero, según el ambientalista Dennis Valdés Pilar, lo que pudiera resultar paradisíaco se ve maltrecho, sucio y descuidado.
“Más que por la falta de recursos, es por la indolencia de las administraciones de los parques naturales”, aseguró a Radio Televisión Martí. “Es muy desagradable ver por los senderos, lo mismo, colillas de cigarros que botellas de ron rotas, latas y hasta pañales e íntimas (almohadillas sanitarias), incluso a pocos pasos de un cesto de basura”.
Dos de estas áreas han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Una de ellas es el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, uno de los ecosistemas mejor conservados del Caribe y que se encuentra ubicado en la Reserva de la Biosfera Cuchillas del Toa, a unos 40 kilómetros de Baracoa. Sin embargo, no todas reciben el mismo esmero por parte de las autoridades. Aquellas que resultan más atractivas para el turismo internacional se observan más confortables y preservadas. La península de Hicacos, donde se hallan las afamadas playas de Varaderos podría servir de ejemplo.
“Por otra parte”, añadió Valdés Pilar, “cuando voy de senderismo a las montañas, no veo guardabosques en los puntos donde mayormente se acumulan los cubanos, sea un salto de agua, o un sitio de encuentro, un mirador. No hay un guardabosque. Están bajo los ranchones o en las edificaciones”.
Lamentó que “muchos salvavidas permiten que el visitante entre en las piscinas y cascadas naturales con botellas de ron, vasos plásticos o fumando”.
Los estragos causados por la actividad humana al entorno, siempre se ven a largo plazo, explicó Valdés Pilar:
“Una colilla de cigarro demora entre uno y diez años en desintegrarse, una botella o una bolsa fabricada de plástico al menos 100”.
Valdés Pilar afirmó que se ha reunido con directivos de estas instalaciones. “Les muestro los desechos que recogí para que vean, porque soy ambientalista y me molesta, me duele. Les pregunto también por qué no multan a los individuos que arrojan desperdicios. Me responden que están esperando desde tiempo atrás por la aprobación de un procedimiento para penalizar a los excursionistas indisciplinados”.
En este sentido, el biólogo cubano y activista, Ariel Ruiz Urquiola, actualmente en Suiza, indicó a nuestra redacción que los sueldos devengados por el personal destinado a la defensa de la naturaleza “deben ser tan bajos como el resto de los que ganan todos los empleados del gobierno en Cuba, no alcanzan para sobrevivir, lo que, de algún modo, justifica que se corrompan.”
Los que tienen que hacer cumplir las regulaciones -denunció el especialista- entran en contubernio con los criadores locales que, también para subsistir, tienen que tener crianzas ilegales y vender sus productos en el mercado negro.
Asimismo, expresó Ruiz Urquiola, la formación educacional de los trabajadores de estos espacios es escasa y las personas que tienen un buen nivel de preparación, inclusive universitario, reciben tan pobre ingreso que los lleva a corromperse o los sumerge en la indolencia.
“Estamos hablando de inseguridad alimentaria, inseguridad médica, dado que con un salario promedio no puedes proveer los medios de vida de tu familia y eso, inevitablemente, lleva a la corrupción”.
La Ley No. 81 de 1997, establece los principios que rigen la política ambiental y las normas básicas para regular las acciones de los ciudadanos y la gestión ambiental del Estado cubano.
Al respecto dijo Ruiz Urquiola: “Las autoridades cubanas han legislado la protección de la flora y la fauna de todos estos lugares, pero, el marco de la legislación y su cumplimiento no están en concordancia, sobre todo en un país donde la corrupción es absoluta”.
“Hay un compromiso entre el hambre, la miseria, las necesidades, los abusos de poder, tanto de los pobladores locales como de los manejadores de los parques. En el Parque Nacional Viñales los criadores de puercos son bendecidos, justamente, por los responsables a los que compete hacer cumplir el orden. Los pinares y los encinares están poblados de puercos. Es una cofradía negra enmarcada precisamente en la relación beneficio- uso- corrupción”.
En 2018, Ariel Ruiz Urquiola fue condenado a un año de prisión por el supuesto delito de “desacato”, tras hacer numerosas denuncias sobre los daños al ecosistema cubano, como la tala indiscriminada de árboles, la introducción de animales depredadores, la caza de especies en extinción y el vertido de sustancias tóxicas en las aguas del Valle de Viñales, en Pinar del Río.
“La introducción del puerco asilvestrado”, precisó el biólogo, “constituye una de las garantías para el período de supervivencia en períodos de guerra, implementado por el desgobierno cubano, sin tener en cuenta la degradación que pueden producir estos animales. Igualmente ocurrió cuando funcionarios del Ministerio de la Agricultura salieron en avionetas a regar larvas de clarias en la mayoría de las cuencas dulce acuícolas, porque había un déficit de alimentos y había que, de cualquier manera, contrarrestar su falta con la pesca, la cacería y la recolección. Como en la época primitiva”.
Valdés Pilar considera alarmante la presencia de cazadores y pescadores furtivos así como depredadores que roban flores y plantas en estas áreas protegidas: “Lo mismo matan un venado (ciervo) que una jutía. Lo mismo roban un helecho que una orquídea”.
Y recalcó: “Tal parece que a nadie le importa. Solo van allí a cobrar un salario y no les interesa si el bosque o la reserva, se incendian o se llenan de inmundicia. Todos los parques siempre han tenido el mismo problema”.