El 4 de agosto el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel afirmó que la calle es para los revolucionarios, habló sobre el problema que representan los llamados “coleros” y las medidas para suprimir esas actitudes.
En su discurso dijo que se trataba de un enfrentamiento popular, que involucra a todas las fuerzas revolucionarias y con tal propósito se crearon brigadas populares compuestas por cuadros, funcionarios, efectivos de la policía y el ejército, así como de las llamadas organizaciones de masas.
"El desabastecimiento tiene que promover la comprensión, la solidaridad, el comportamiento cívico adecuado y ético y no la pillería”, dijo el mandatario y señaló que ellos actuarán contra "los pillos y los parásitos que no trabajan ni aportan al país”.
Sin embargo, cubanos entrevistados por Radio Televisión Martí, en varios poblados del territorio nacional, tienen otros puntos de vista.
Según ellos las autoridades iniciaron su cruzada en contra de los coleros, pero nada han dicho sobre la violencia y corrupción que practican en las colas para comprar alimentos, los miembros de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y el abuso de poder que ejercen administradores de tiendas y otros funcionarios.
En la comunidad rural El Cocal, del municipio de Mayarí, en la provincia de Holguín, que cuenta con siete mil habitantes en los últimos cuatro meses han vendido solamente en tres oportunidades y con cantidades limitadas, aceite y pollo, cuenta el cuentapropista Confesor Verdecia.
"La semana pasada llegó un camión cargado con champú y jabón de producción nacional, que sería vendido al precio de 40 y 15 pesos respectivamente en moneda nacional pero "el número diez de la cola no alcanzó", asegura Verdecia.
Minutos después de iniciada la venta y ante una enorme cola, una funcionaria de la tienda panamericana informó que se había agotado la mercancía, "sin embargo los policías eran los que estaban cuidando las colas", relató.
"Días después revendedores en el mercado negro estaban ofreciendo los productos", comentó Verdecia.
El poblado de Guaro, también en el territorio holguinero, el fin de semana sacaron pollo en la Tienda Recaudadora de Divisas (TRD), y los policías que estaban repartiendo los números para la cola le dieron prioridad a compromisos personales, cuenta Teresa Miranda Céspedes, activista de la organización Corriente Martiana.
"Los residentes protestaron y todo el mundo se tiró para tratar de entrar a la tienda", dijo.
Miranda relató que fue derribada la cerca que protege el establecimiento y muchas personas resultaron golpeadas y el pueblo les gritó asesinos a los oficiales.
En la ciudad de Sancti Spíritus hay una red bien organizada de malversadores, que incluye a policías corruptos y administradores de mercados que operan en complicidad con revendedores y "todas las personas conocen esta situación y nadie les pone frenos", expresó la ama de casa Yanela Lucia Reyes.
"Mientras estamos en las colas bajo el sol, bajo agua, los policías están sacando la comida por detrás", detalló Reyes.
Ramón Zamora es periodista independiente en la ciudad de Holguín, y dice que los principales puntos de actividades ilícitas en el territorio son practicadas por las fuerzas del orden en las TRD La Hogareña, la Luz de Yara y El Caney, y cuando alguien se queja, entonces se producen arrestos, agresiones y hasta multas contra las personas indefensas.
"El mismo personal de la tienda está confabulado con la policía para negociar y vender un poco de lo que está destinado para suplir las necesidades del pueblo", acotó.
Desde Camagüey, la residente Leydis Tabares cuenta que hace algunos días en el mercado en divisas Plaza Méndez, situado en el reparto La Vigía, las personas llevaban tres días de colas para comprar lo que llegara.
Supuestamente venderían café y pollo pero "la administradora salió y anunció que no habría venta, y cuando el pueblo se fue, reiniciaron la misma, lo que provocó protestas y arrestos", explicó Tabares.
El cuentapropista Yoel Espinosa Medrano, residente en Santa Clara, considera que es muy difícil justificar la actitud que asumen esas personas que están lucrando con el dolor y el hambre de la mayoría de la población.
Espinosa señaló que cuentan con una impunidad absoluta, y agregó que "los corruptos no son únicamente los policías, también hay miembros de otros departamentos del Ministerio del Interior, de las Fuerzas Armadas y funcionarios públicos".
Los medios de comunicación estatales en Cuba culpan de la escasez y el desabastecimiento en las tiendas del país a los coleros y revendedores.