Un ataque de fuerzas combinadas del Gobierno nicaragüense dejó al menos 14 fallecidos en ataques que duraron hasta hasta la noche del domingo, víspera de la reanudación del diálogo nacional para resolver la crisis que ha dejado más de 310 muertos, y que los obispos, como mediadores, estudian si vale la pena continuar.
Esta vez los ataques de fuerzas integradas por policías, antimotines,
parapolicías, paramilitares y grupos afines al Gobierno de Daniel
Ortega fueron dirigidos hacia las ciudades de Jinotepe y Diriamba, en el Pacífico, así como en Matagalpa, en la zona norte de Nicaragua.
El exgerrillero y mayor en retiro de las Fuerzas Armadas, Roberto Samcam, denunció que el Gobierno utilizó a personas vestidas de civil para manipular armamento exclusivo del Ejército de Nicaragua en los ataques, como los lanzacohetes portátiles rusos RPG 7, ametralladoras PKM y granadas de mano.
El ataque ocurrió un día después de que Ortega afirmó que continuaría "luchando por la paz" en Nicaragua.
Esta "no es la forma en que se construye la paz", dijo el cardenal Leopoldo Brenes, durante la homilía dominical en la catedral de Managua, visiblemente decepcionado.
El Episcopado advirtió que evaluará si vale la pena que continúe el diálogo nacional entre el Gobierno y la Alianza Cívica, que representa a la población.
"Lo vamos a valorar (...) esperamos que el diálogo no se caiga, pero hemos llegado a una situación en la que verdaderamente hay que preguntarse si este camino el Gobierno está dispuesto a seguirlo recorriendo", advirtió el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos han responsabilizado al Gobierno de Daniel Ortega por graves violaciones de los derechos humanos.
(Con información de AFP y EFE)