Medios internacionales como la cadena CNN y el diario británico The Guardian están recurriendo a expertos para tratar de descifrar la causa de los serios trastornos de salud, incluidos pérdida de la audición, lesiones cerebrales leves y daños al sistema nervioso central, que han sufrido desde fines del año pasado en La Habana 21 diplomáticos (16 de Estados Unidos y cinco de Canadá).
La portavoz del Departamento de Estado Heather Nauert confirmó el jueves que está aún por concluir una investigación conjunta por parte de varios departamentos y organismos del gobierno de EE.UU.
La cooperación del gobierno de Cuba en las pesquisas, y el estilo tradicional del hostigamiento de la contrainteligencia castrista a representantes extranjeros, dirigido a molestar y desestabilizar, pero hasta ahora nunca a lesionar, han llevado a algunos a dudar que se tratara de un ataque deliberado de La Habana.
El propio gobierno de Donald Trump ha indicado que no está culpando a Cuba, sino exigiéndole que cumpla con sus responsabilidades de protección a diplomáticos extranjeros bajo la Convención de Viena.
Entrevistado por la agencia Reuters, el embajador canadiense en La Habana de 1993 a 1997, Mark Entwistle, consideró insostenible pensar que Cuba hubiera atacado deliberadamente a los diplomáticos estadounidenses. "Sabiendo cómo ven el mundo los cubanos, ni siquiera me lo puedo imaginar", dijo.
En cambio el diario The Washington Post, convencido de que se trata de una agresión “siniestra”, recordaba el viernes en un editorial que “Cuba es un Estado policial, y aunque pequeño, rigurosamente disciplinado, en el que casi nada ocurre sin conocimiento del régimen; mucho menos, ataques con dispositivos de alta tecnología contra diplomáticos extranjeros”.
Según la CNN meses de investigación han revelado que los síntomas siempre aparecieron de manera repentina, no gradual, y sólo ocurrieron dentro de inmuebles propiedad del gobierno cubano, que este alquila como residencias a los diplomáticos.
Agrega que para los estadounidenses, los malestares comenzaron en noviembre y terminaron esta primavera boreal, pero los presuntos ataques podrían haber continuado contra otros objetivos, ya que los enviados canadienses y sus familiares reportaron síntomas similares en junio.
Sin pistola humeante
A falta de haberse encontrado un arma agresora, expertos consultados por la cadena estadounidense dicen que la pregunta a formularse no es sólo qué tipo de arma podría haber sido utilizada, sino si el daño fue causado realmente por un arma.
Citan una serie de factores que plantean dudas, entre ellos el hecho de que las armas sónicas no producen resultados consistentes.
Sharon Weinberger, periodista y autora de un libro sobre la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa de EE.UU. (DARPA) se inclinó por atribuir las lesiones a factores ambientales, y puso en duda el uso de armas acústicas debido a sus resultados inconsistentes.
Weinberger didce que los estudios han encontrado que "estas armas no funcionan igual en todos los casos. "El sonido afecta a diferentes personas de manera diferente, y por lo tanto no es un arma efectiva", opinó.
El ex oficial del Servicio Exterior James Lewis, apunta la posibilidad de un error humano, en particular una operación de vigilancia que pudiera haber salido mal.
"Hay un 100% de certeza en cuanto a que los diplomáticos estadounidenses estaban bajo la vigilancia de Cuba", dijo Lewis, vicepresidente senior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. "No existe igual certeza respecto a que los cubanos estuvieran apuntando armas sónicas a diplomáticos estadounidenses, esto pudiera ser una forma de acoso, pero es algo raro".
Lewis dice que el uso de dispositivos basados en el sonido con fines de vigilancia es común, y que Rusia también los utiliza. Explicó sus fundamentos: "Envío una señal a tu ventana y esta es afectada por las vibraciones del sonido, digamos, el golpeteo de los dedos sobre un teclado o tu voz. La señal regresa a mí y puedo usar un software para leerla; me dirá: 'Esta pausa es causada por la letra Q'. Eso permite a quien está espiando armar pieza a pieza lo que estaban diciendo”.
Lewis observó que si el equipo de vigilancia hubiera estado "mal configurado, podría producir un ruido inaudible". Su hipótesis: los agentes cubanos habían establecido una vigilancia de las comunicaciones de los estadounidenses "y algo les salió mal".
Infrasonidos
El hecho de que la fuente de las ondas perturbadoras fuera inaudible significa que pudo haberse tratado de infrasonido (sonido de baja frecuencia, por debajo del rango audible para el ser humano que es de 20 a 20.000 hertzios) o ultrasonido (sonido de alta frecuencia, por encima del rango audible). Una tercera opción serían las microondas.
El doctor Hung Jeffrey Kim, neuro-otólogo del MedStar Georgetown University Hospital en Washington, estima que lo que sucedió en La Habana probablemente involucró un sonido de baja frecuencia, porque este puede viajar mucho más lejos que el ultrasonido.
El Dr. Scott Masten, un toxicólogo de los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU.(NIH), dijo a CNN que, "infrasonidos de cierta amplitud de onda pueden causar efectos fisiológicos como alteraciones del ritmo cardíaco y respiratorio, y de la presión arterial".
Un estudio realizado en 2001 por NIH encontró que el infrasonido puede ocasionar vértigo, desequilibrio, "sensaciones intolerables", incapacitación, desorientación, náuseas, vómitos, espasmos intestinales y "resonancias en órganos internos, como el corazón".
Kim advierte que las consecuencias pueden ser peores. Según él, el sonido de baja frecuencia puede afectar permanentemente el equilibrio y la audición, y puede calar profundamente en el cerebro, causando lesiones de los nervios y, potencialmente, microhemorragias. Si la exposición es prolongada, se pueden afectar la función cognitiva y la memoria.
Ultrasonido
Otros especialistas consultados por el diario británico The Guardian se inclinan por el ultrasonido en lugar del infrasonido.
Para Robin Cleveland, profesor de Ciencias de la Ingeniería en la Universidad de Oxford, "lo que probablemente está ocurriendo en la situación de Cuba, es ultrasónico: frecuencias altas, por encima de 20 kHz".
Tim Leighton, profesor de Ultrasonidos y Acústica Subacuática en la Universidad de Southampton, estuvo de acuerdo: "Si quieres producir un haz de energía concentrado que puedas apuntar a alguien, el ultrasonido es la única opción viable".
Existe bastante evidencia de que la pérdida de audición puede ser el resultado de una exposición a ultrasonido a largo plazo, basada en estudios con personas que trabajan en fábricas donde se usa ultrasonido para soldar piezas de plástico.
Cleveland dijo que la construcción de un emisor de ultrasonido no sería difícil. "Puedes comprar transductores en Internet que emiten estas frecuencias", dijo. "Cualquiera con algún conocimiento de ingeniería podría armar uno."
Según el académico un dispositivo del tamaño de una caja de fósforos de cocina podría emitir amplitudes suficientemente altas a corta distancia para inducir sentimientos de ansiedad o dificultad para concentrarse.
Sin embargo, reunir algo lo suficientemente potente como para afectar la audición sería más difícil, ya que requeriría un gran amplificador y un haz enfocado, y tendría que ser colocado cerca del objetivo. El sonido de alta frecuencia no penetra fácilmente barreras como paredes, cortinas o incluso la piel humana.
"Si quieres incrementar la energía para producir un haz capaz de atravesar las ventanas, ya estaríamos hablando del tamaño de una maleta", dice Leighton. "Y para generar pérdida de audición a 50 metros de distancia, las medidas serían las de un auto".
Microondas
Una tercera alternativa que involucra ondas inaudibles es sugerida por el sitio de temas científicos IFLScience.
Las microondas son imperceptibles para quienes carecen de tecnología que permita detectarlas. La publicación señala que se ha demostrado que pequeñas ondas dirigidas a la cabeza calientan rápidamente el tejido dentro del cerebro, generando una pequeña onda de choque que es percibida como ondas sonoras por el oído, que a su vez, reacciona vibrando a una frecuencia extremadamente alta.
Como resultado, son inevitables las jaquecas y la pérdida de la audición. Pero un ataque con microondas suficientemente intenso también puede causar daños neurológicos duraderos, dice la publicación.
Durante la Guerra Fría la contrainteligencia soviética ensayó el empleo de microondas contra el personal de la Embajada de Estados Unidos en Moscú.
Aunque el gobierno de Cuba suele agriar la vida de los diplomáticos estadounidenses con tácticas que no atentan contra la integridad física, una cosa es cierta: aceptar una Embajada en La Habana no significó en modo alguno el fin de su Guerra Fría con los Estados Unidos.
[Con información de Departamento de Estado, CNN, IFL Science, The Guardian y Reuters]