Pese a su posible arresto en las próximas semanas, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva hizo campaña el domingo para regresar al poder con el compromiso de unir a un Brasil dividido y derrotar a quienes asegura le inventaron acusaciones para impedirle postularse.
La “caravana” de Lula por el sur de Brasil ha atraído admiradores pero también suscitado protestas en los últimos días, y sus simpatizantes y detractores han escenificado roces ocasionalmente. Durante un acto político el domingo en la noche en la ciudad de Sao Miguel do Oeste, algunas personas lanzaron huevos al escenario mientras Lula y otros hablaban, debido a lo cual el cuerpo de seguridad del exgobernante abrió sombrillas para crear un escudo.
“Estoy listo para regresar y reconstruir este país sin odio, sin sufrimiento, porque cuando tenemos odio, no dormimos bien”, afirmó Lula ante cientos de simpatizantes en la localidad sureña de Nova Erechim, después de visitar una granja familiar. “El odio causa acidez estomacal”.
La gira tiene lugar bajo la sombra de un fallo judicial programado para el lunes, en el que los jueces podrían ordenar que el exmandatario comience a cumplir una sentencia tras ser declarado culpable de corrupción. Incluso si ese es el caso, Lula continuará en libertad al menos hasta principios de abril porque tiene una solicitud de habeas corpus pendiente de resolución en el Supremo Tribunal Federal, la corte más alta de Brasil.
Sin embargo, parece casi seguro que los días de Lula en libertad están contados y será encarcelado en las próximas semanas. Lo que ocurra después con él y Brasil es menos claro: encabeza las encuestas con vistas a las elecciones presidenciales de octubre, pero posiblemente lo inhabiliten como candidato debido a su condena por corrupción. Hasta ahora su Partido de los Trabajadores insiste que Lula es su candidato y ha evitado insinuar que hay un aspirante suplente.
Lula rechaza las acusaciones y afirma que ésas y otras imputaciones pendientes constituyen una persecución política en su contra para impedirle su regreso a la presidencia. El poderoso simbolismo de que el otrora querido Lula acabe tras las rejas podría dar mayor impulso a esa idea y unir a los simpatizantes leales al partido, aunque se desconoce si alguien podría sustituirlo como candidato de esa fuerza política. Según una encuesta de Datafolha en enero, Lula encabeza las preferencias sobre numerosos aspirantes con una captación de entre 34 y 37% de los votos en la primera ronda. En escenarios que no incluyen a Lula, otros políticos del Partido de los Trabajadores tienen un apoyo electoral menor a 10%. El sondeo tuvo un margen de error de 2 puntos porcentuales.
Ello deja la contienda por la presidencia sin ningún personaje político como claro ganador. Brasil registra un alto desempleo justo cuando comienza a recuperarse de una severa recesión, y la enorme pesquisa anticorrupción Auto Lavado alcanza las altas esferas del poder, por lo que muchas personas se han indignado con la elite política tradicional.
Manifestantes incendiaron neumáticos el domingo a lo largo de la ruta de Lula, y unos 200 detractores encararon a la comitiva del expresidente cuando ingresaba a Sao Miguel do Oeste. Algunas personas arrojaron huevos a los vehículos de la caravana mientras otras coreaban “¡Lula, ladrón! ¡Tu lugar está en prisión!”
Al comienzo del fin de semana, la policía antidisturbios utilizó gas lacrimógeno y balas de goma para separar a simpatizantes y oponentes que comenzaron a enfrentarse.
Lula concluyó su periodo como presidente en 2010 con elevados niveles de aprobación. Sin embargo, en los últimos años se ha convertido en una figura divisiva. Aunque muchos lo consideran un héroe por los programas contra la pobreza que puso en marcha durante su presidencia y su propia historia de ascenso desde abajo, también es visto como un símbolo de la enorme corrupción que supuestamente tuvo lugar cuando su Partido de los Trabajadores estuvo en el poder.
Los fiscales afirman que en esa época el gobierno brasileño prácticamente era manejado como un cártel, en el que los funcionarios otorgaban contratos estatales, favores o nombramientos políticos de alto nivel a cambio de sobornos y donaciones de campaña. Aseguran que la práctica continuó después de la entrega del poder a otro partido.
El año pasado, Lula fue hallado culpable de canjear favores con la constructora OAS a cambio de la promesa de que le darían un apartamento frente a una playa. Un grupo de magistrados federales ratificó en enero esa condena y le aumentaron la sentencia a 12 años y un mes de prisión.
Se espera que los jueces de la instancia de apelación emitan una decisión el lunes que aclararía ese fallo, y al mismo tiempo podrían girar una orden de arresto contra Lula. La libertad del ex mandatario podría depender del Supremo Tribunal Federal, que debe pronunciarse el 4 de abril sobre su solicitud de habeas corpus.
Lula podría seguir apelando su declaración de culpabilidad, incluso desde la cárcel.
The Associated Press