Después de 22 años de cárcel, el gobierno cubano le otorgó al prisionero político Ernesto Borges Pérez un corto permiso para que visite su casa, aunque le impusieron algunas restricciones.
"Es un momento muy feliz", dijo a Radio Televisión Martí su padre Raúl Borges, quien lamentó que la madre de Ernesto, que falleció en febrero de este año, no llegara a verlo "en un entorno que no fuera la prisión".
"Ha sido un sufrimiento acumulado en estos años", recalcó su padre tras recordar que entró a prisión con 32, ahora tiene 54 y de los 22 años en la cárcel, recibe por primera vez un pase para que visite su familia, su casa.
El prisionero político es un ex oficial de la inteligencia cubana que en 1998 fue condenado a 30 años de cárcel por espiar a favor de Estados Unidos.
De acuerdo con lo estipulado en Cuba, un preso militar puede optar por la libertad condicional cuando cumple un tercio de la condena, algo que nunca se le ha otorgado a Borges Pérez, a pesar de las peticiones de la familia.
El único beneficio que le han ofrecido es "cambiarlo del régimen de máxima seguridad a mínima que le da el derecho a pases familiares", recordó el padre, quien enfatiza que, a pesar de la negativa a darle la libertad, no va a cejar en "el empeño de reclamarla".
"La racionalidad debe imperar por encima de la represión y Ernesto, al igual que los que están en condiciones similares, deben ser puestos en libertad", señaló el padre.
Entre las restricciones impuestas durante el pase desde el lunes 26 al viernes 30 de este mes están que no puede hacer política de manera pública, ni declaraciones y debe evitar movimientos por el peligro del contagio del COVID-19, explicó el padre.
Ernesto requiere de atención médica especializada y necesita cirugía, también padece cataratas, pero se niega a dejarse operar mientras esté preso.
Su padre recordó la fortaleza espiritual del hijo a pesar de la dura prisión y destacó que "él siempre ha tenido tiempo para todo el mundo, por eso es un líder".