La activista Rosa María Payá criticó este miércoles el desempeño de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, y del Consejo de DDHH del organismo internacional con respecto a las violaciones de las libertades civiles en Cuba.
"La señora Bachelet ha hecho muy buen trabajo en ignorar todas las peticiones que vienen desde la ciudadanía cubana, en actuar como si el régimen cubano no fuera la dictadura criminal que es. En alguna medida, ese silencio es también complicidad”, no solo con el régimen cubano, sino con el de Venezuela, dijo Payá en entrevista vía Instagram con el diario chileno El Líbero.
El Consejo de Derechos Humanos de ONU se comporta “como un club de dictaduras”, y lo que se ha visto en los últimos años es “una preponderancia de regímenes antidemocráticos como China, Bielorrusia y hasta Cuba”, que tienen una gran influencia en estos organismos, enfatizó.
“Los cubanos hemos tenido que cargar sobre nuestros hombros el aparato de propaganda, de fake news, de la dictadura cubana, que lleva 60 años vendiendo una imagen completamente desconectada de la realidad de las familias cubanas”, señaló. Esa dictadura, dijo, es una “maquinaria eficiente” que se alimenta de todos los recursos que genera el pueblo.
A una pregunta de la periodista Magdalena Olea sobre la situación que enfrentan los cubanos en medio de la pandemia de coronavirus, Payá respondió que “las familias" en la isla "están sufriendo muchísimo".
"En mi país hay una crisis humanitaria”, afirmó Payá, en referencia a la escasez de alimentos y otros productos de primera necesidad que golpea al cubano de a pie, y que lo obliga a hacer largas colas cada día para adquirir lo poco que se distribuye en la red de comercios estatales.
La activista también se refirió al incremento de la represión en medio de la crisis sanitaria, y como en este momento “por tomar una foto de las aglomeraciones cotidianas para conseguir un pedazo de pollo o un par de libras de arroz”, los ciudadanos pueden ser multados e incluso, ir a prisión.
“Lo único que funciona bien en esas colas es el aparato represivo”, subrayó, que ha llevado a “cientos de personas” en la isla a enfrentar “casos legales” por tomar una foto, escribir un tuit o subir un video a YouTube sobre la realidad cubana.
La amenaza real, más allá del COVID 19, es el propio sistema que “está anulando cualquier posibilidad que tienen los cubanos de proteger a su familia”.
Acerca de la llamada “diplomacia de batas blancas” que lleva adelante el régimen de La Habana, Payá dijo que esta es una “una operación de trata de personas, de trabajo esclavo (…) trabajo forzoso, eso es lo que hacen los trabajadores cubanos de la salud que son enviados al exterior”.
“Estas brigadas comunistas médicas son usadas por el aparato de inteligencia para intervenir en los asuntos internos de los países en los que son desplegados”, dijo, y puso el ejemplo de Bolivia y Venezuela, donde participan, aseguró, en “propaganda política”.
La activista se refirió a la iniciativa Solidaridad entre Hermanos, que ha recogido, señaló “varias toneladas de ayuda” gracias a la cooperación de cubanos en residentes en el exterior, y están en el proceso de enviarla a la isla. Payá espera que el régimen no impida la entrada al país de estos recursos que aliviarían la situación de las familias más afectadas.
La también directora ejecutiva de la Fundación para la Democracia Panamericana y miembro de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia enfatizó en que el régimen cubano continúa siendo una amenaza para la región, donde ha ejercido durante años su esfuerzo desestabilizador.
Sin “el G-2 cubano, y la dictadura castrista” no existiría la Venezuela chavista de Nicolás Maduro, ni la Nicaragua bajo la opresión de Daniel Ortega. Tampoco habrían ocurrido los intentos de penetración cubana en Bolivia, ni las negociaciones con la guerrilla colombiana del ELN, señaló Payá.
En opinión de la activista, expresar la solidaridad con el pueblo cubano y su exigencia de libertad es también una forma que tienen los países latinoamericanos de proteger sus propias democracias.