El fuerte viento voló el solideo desde la cabeza del Papa y remeció su sotana blanca mientras bajaba del avión. Posteriormente, se puso un poncho amarillo de plástico semistransparente, el mismo que usan cientos de miles de personas en el área golpeada por la tormenta tropical Mekkhala, con ráfagas de hasta 130 kilómetros por hora.