Un cubano que escapó del albergue Los Planes de Gualaca en Chiriquí, luego de que el gobierno de Panamá informara que serían repatriados a la isla con derecho a una visa múltiple, asegura que quienes se acogieron a esa opción fueron “engañados”.
Yatcel Soriano ahora en Tapachula, México, donde espera recibir un salvoconducto para transitar por el territorio azteca y llegar hasta la frontera con EE.UU, habló con Martí Noticias sobre las motivaciones que tuvo para escapar del albergue en Chiriquí, Panamá y aventurarse por Centroamérica.
Dijo que tomó la decisión de escapar luego que conoció del caso del matrimonio de Yudith Felizola y su esposo Julio, quienes regresaron a la isla hace tres semanas y aún no le han concedido la visa múltiple prometida por Panamá a los que se acogieran a esa propuesta.
El cubano originario de Camagüey, asegura que confiaron en el gobierno de Panamá cuando a principios de julio les ofreció la repatriación a cambio de una visa múltiple, previa coordinación con la embajada panameña en La Habana, y la entrega de 1,650 dólares para iniciar un negocio privado en la isla.
Soriano asegura que con ellos se cometió "un atropello, un vil engaño”. y decidió escapar.
“No aguenté más, brinqué la cerca y tomé un taxi que me llevó hasta la frontera con Costa Rica. Escapé a ciegas, siete meses en Panamá han sido un tormento”, comentó desde la localidad mexicana el migrante cubano que según explicó, en 21 días recibirá un salvoconducto que le permitirá llegar hasta la frontera con EE.UU., donde se entregará y solicitará asilo político.
Soriano recuerda que fue pasto de coyotes en cada frontera que atravesó para llegar a México. En Nicaragua, tuvo que capear a los guardias en los retenes y pasar por lomas y barrancos, 12 horas a caballo.
"He quedado sin dinero y sin lo poco de valor que traía”, relató por teléfono desde su lugar de alojamiento.
Recibió trato digno y respetuoso de parte de las autoridades de Honduras y Guatemala: “En Honduras me presenté con mi pasaporte en la oficina de inmigración y al otro día me entragaron el permiso de tránsito. En un ómnibus gubernamental nos llevaron a mi y a otros migrantes de Guinea Bissau hasta la frontera con Guatemala”.
Tres días le tomó llegar a Tapachula, en el estado de Chiapas, una aventura que le ha costado unos 400 dólares. “Tuve que vender mi cadena, mi teléfono celular. He quedado pelado. Gracias a la ayuda que me han enviado amigos, sobrevivo”, dijo el cubano.
Sociedades Católicas Panamá, conocida por sus siglas CARITAS, a partir de información proporcionada por migrantes, asegura que en Chiriquí quedan 58 cubanos.
“Ya suman 14 los que me han comunicado que se han marchado de Chiriquí. Este martes, salieron 6 más”, confirmó a Marti Noticias, Victor Berrios, director de CARITAS.
Los cubanos habían sido informados de que serían deportados en pequeños grupos de diez o menos, un proceso que tardaría meses y que hasta hoy sólo ha afectado a dos.
Pero el detonante de la decepción para algunos, y la ira para otros, ha sido que a los repatriados, el gobierno de Panamá no les gestionó una pre citación para que fueran al consulado en La Habana a la entrevista que definiría la obtención de la prometida visa de entradas múltiples.
Según los migrantes, ese fue uno de los acuerdos anunciados por las autoridades, la facilidad de un pre turno a fin de evitar la demora de varios meses que usualmente toma obtener la cita para la entrevista.
Una fuente cercana a la Iglesia Católica en Panamá dijo a Martí Noticias que la institución planea hacer gestiones ante las más altas instancias del gobierno para que se permita a los antillanos, tanto los que permanecen en Chiriquí como a otros retenidos en la prisión de inmigración Altos de Curundú, salir del país de manera voluntaria.
A mediados de abril, 129 cubanos que se encontraban en un improvisado albergue en la sede de CARITAS fueron trasladados al campamento en Chiriquí, tras una negociación entre el gobierno y la Iglesia Católica. Esto evitó que fueran deportados a Cuba.
En Altos de Curundú se encuentran dos cubanos que con sus respectivas esposas fueron aprehendidos cuando salían de Panamá, rumbo a Costa Rica.
El 21 de agosto último, Noslem Aldana, su esposa Elisa García; y Jatdiel Paco Fernández y su esposa, Rosalia Maestre, fueron detenidos en la zona limítrofe con el país tico.
Fueron conducidos a Ciudad de Panamá y recluidos los hombres en la prisión para extranjeros, Altos de Curundú y las mujeres en una instalación similar ubicada en la calle Cuba.
Aldana y su compañero han denunciado presiones psicológicas, pésimas condiciones carcelarias y desatención por parte de las autoridades del penal que no le informan de su situación migratoria.
En un comentario grabado y colgado en las redes sociales, Aldana dijo temer que las autoridades migratorias estén planeando deportar a las dos mujeres primero, para que ellos se vean obligados a desistir y regresen a Cuba.
A mediados de agosto, Panamá expulsó hacia Colombia a 13 de 14 cubanos que se encontraban detenidos en el mismo penal y que habían iniciado una huelga de hambre luego de más de cinco meses en cautiverio.
Los migrantes reclamaban que se les dejara continuar camino hacia Costa Rica.
El caso de esos migrantes ha sido ya denunciado por la televisora panameña TVN. Hasta el momento no ha habido pronunciamiento oficial acerca de ellos ni de la situación de los cubanos en Chiriquí.