Rainelys Trujillo tiene miedo, teme por su vida en un país en guerra, víctima de una invasión que algunos analistas tachan de genocida.
La joven tiene 20 años, es de San Luis, provincia de Pinar del Rio y forma parte de un grupo de 9 cubanos retenidos hace más de un mes en una prisión para extranjeros con situación migratoria irregular en Ucrania.
“Están cayendo bombas a poca distancia, se estremece todo y no nos sentimos bien”, expresó la joven, esposa de Yosiel Hernández, también retenido en el centro ubicado en la ciudad de Nikoláyev, unos 200 kilómetros de Kiev, la capital ucraniana.
Como en otros videos enviados a los medios, ha pedido solidaridad para lograr la libertad y la de sus otros 8 compatriotas.
Entretanto, otros cubanos han manifestado preocupación por el comportamiento de los guardias que custodian la instalación, al tiempo que agradece la gestión de las personas “que nos están ayudando a salir de esta guerra en Ucrania”.
María Fernanda Morejón con 24 años, de Santa Clara, Villa Clara, quien también forma parte del grupo de cubanos retenidos en Ucrania, dice vivir con la incertidumbre de no saber si despertará al día siguiente con vida.
De ahí que hayan enviado un mensaje a la Unión Europea y al gobierno de Estados Unidos, dejando conocer que sienten temor, no solo de ser asesinados por una bomba o a manos de los propios rusos, sino también por el comportamiento manifiesto de los guardias que custodian la prisión de Nikoláyev.
Diosdenys Santana cuentan que cuando se escuchan las bombas y son trasladados al sótano, los guardias ucranianos lloran y solo les aconsejan no hacer resistencia en caso de que lleguen los enemigos.
“Tenemos miedo que nos dejen solos y que los rusos nos asesinen. No estamos jugando, estamos en medio de una guerra. Yo sé que todos están haciendo lo posible porque salgamos de aquí, pero tenemos dos enemigos en común, los rusos atacando y los guardias que no estamos seguros de ellos”, comentó.
Se pudo conocer que los servicios de agua y electricidad que habían sido interrumpidos la semana pasada en la prisión ya están restablecidos, y aunque la comida, según dicen, no es de la mejor calidad, aún no falta.