La relación entre Rusia y Nicaragua se distingue por el nivel excepcional de confianza e integración operativa entre Moscú y Managua. El gobernante Daniel Ortega, líder sandinista de la era de la Guerra Fría que mantuvo lazos con Moscú durante su primer mandato (1979–1990), ha declarado que su país es el “aliado estratégico de Rusia en Centroamérica” y la “plataforma regional de Rusia en todos los ámbitos”.
Respaldo político al Kremlin
En diciembre de 2024, el canciller nicaragüense afirmó que las relaciones bilaterales habían “alcanzado el nivel de una alianza estratégica” bajo el liderazgo de Putin y Ortega.
Nicaragua, a diferencia de Cuba o Venezuela, fue el primer país, después de Rusia, en reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjasia tras la guerra ruso-georgiana de 2008. El 2 de septiembre de ese año, Ortega anunció oficialmente el reconocimiento, expresando su pleno apoyo a la postura rusa y acusando a la OTAN de “amenazar la paz mundial”.
Ni siquiera Venezuela y Cuba se atrevieron entonces a dar ese paso, lo que demostró la disposición de Ortega a alinearse completamente con la política exterior del Kremlin.
Para 2025, Nicaragua había ido aún más lejos, autorizando acuerdos comerciales con los territorios ucranianos ocupados por Rusia —Donetsk, Luhansk y Jersón—, lo que implica su disposición a reconocer formalmente las anexiones ilegales.
Ucrania a inicios de octubre del 2025 rompió relaciones diplomáticas con Nicaragua.
Bases rusas en las reservas naturales
La dimensión más significativa de la cooperación ruso-nicaragüense es la instalación de una sofisticada infraestructura de vigilancia y espionaje en el sur de Managua, a la que Rusia tiene acceso sin precedentes.
A mediados de 2017, oficiales de inteligencia rusa instalaron equipos avanzados de interceptación en varias bases militares nicaragüenses, con su centro de coordinación ubicado en el complejo Cerro Mokorón (también conocido como Unidad 502).
La instalación fue supervisada por cuatro oficiales rusos, únicos autorizados a operar los equipos; el personal nicaragüense se limita a tareas de seguridad y mantenimiento.
La Dirección de Inteligencia Militar y Contrainteligencia (DICIM) de Nicaragua opera la base Mokorón, pero solo los oficiales rusos pueden acceder a la información recopilada.
Esta base alberga un sistema de radiogoniometría capaz de ubicar señales telefónicas, televisivas y radiales a lo largo de todo el espectro electromagnético.
Ocho estaciones de escucha adicionales se distribuyen estratégicamente por Nicaragua, en lugares como Cerro Casitas, Volcán Cosigüina, El Naranjo, Las Manos, Cerro Mogotón, Cordillera Amerrisque, Bilwi y Peñas Blancas
Una “antena parabólica gigante” fue instalada en Mokorón a fines de 2017, y el complejo cuenta hoy con cinco antenas satelitales de distintos tamaños.
Fuentes de inteligencia lo describen como una instalación “similar” a la estación terrestre del sistema GLONASS ubicada en la Laguna de Nejapa, en la ciudad de Managua.
La estación inaugurada en abril de 2017 en la reserva natural está controlada por los rusos.
El dominio digital
Expertos rusos han sido los encargados de integrar el software SORM-3 en el sistema de rastreo de Nicaragua.
Creado por desarrolladores rusos, el SORM-3 permite el monitoreo integral de la Internet y las telecomunicaciones, incluyendo transacciones de tarjetas, correos electrónicos, llamadas, mensajes, redes sociales y Wi-Fi.
El sistema permite interceptar y almacenar toda la actividad de los dispositivos seleccionados, creando “retratos digitales” detallados de los individuos vigilados.
Los principales objetivos son embajadas extranjeras (especialmente la estadounidense), figuras de la oposición interna y supuestos “traidores” al régimen de Ortega.
Un informe de 2024 del Instituto Jack D. Gordon de la Universidad Internacional de la Florida identificó a Nicaragua como “el centro más visible de vigilancia rusa en América Latina”, respaldado por el apoyo incondicional del régimen Ortega-Murillo y sus lazos históricos con la URSS.
El estudio advierte que la tecnología rusa de espionaje ha sido “vital para la supervivencia de regímenes represivos” en Nicaragua, Venezuela y Cuba, e incluso podría estar beneficiando a actores criminales no estatales que socavan la democracia y amenazan la seguridad de Estados Unidos.
Marco de cooperación militar (2024–2025)
En diciembre de 2024, el gobierno ruso aprobó un borrador de acuerdo intergubernamental de cooperación militar con Nicaragua, con una duración inicial de cinco años y renovaciones automáticas por periodos iguales.
El documento, de 16 artículos, establece el "intercambio regular de información y experiencia en cooperación técnico-militar, la realización de ejercicios conjuntos, entrenamiento de tropas, intercambio de inteligencia y la creación de un grupo de trabajo conjunto con reuniones alternadas en ambos países".
El general de división Marvin Corrales Rodríguez, Inspector General del ejército nicaragüense, confirmó en mayo de 2025 que ambas naciones planeaban firmar el acuerdo antes de fin de año.
El marco contempla entrenamientos a las fuerzas armadas nicaragüenses a partir de la experiencia rusa de combate en Ucrania, y la participación de observadores nicaragüenses en maniobras militares rusas a gran escala.
Los críticos advierten que el acuerdo importará la doctrina de combate rusa directamente a Centroamérica.
Desde 2017, el Ministerio del Interior ruso opera en Managua un centro destinado oficialmente al entrenamiento policial y antidrogas, aunque informes de inteligencia indican que su verdadero propósito es capacitar en vigilancia y represión interna.
En marzo de 2024, Ortega autorizó a Rusia a financiar y construir un “Centro de Instrucción Policial” en Managua, que, según analistas de seguridad, servirá de cobertura para operaciones de inteligencia adicionales.
En abril de 2025, ambos países firmaron un acuerdo bilateral sobre capacitación en ciberseguridad, con un plan conjunto de acción en seguridad informática y formación de especialistas.
Qué gana Nicaragua
La relación de ambos países se centra en la seguridad y la inteligencia pero los lazos económicos son modestos.
El comercio bilateral entre Rusia y Nicaragua alcanza unos 120 millones de dólares anuales, dominado por las exportaciones rusas de fertilizantes nitrogenados.
En diciembre de 2023, el vice primer ministro ruso Denis Manturov se reunió con Laureano Ortega Murillo —hijo del presidente y enlace principal con Moscú— para discutir la expansión comercial e industrial, especialmente en los sectores farmacéutico, tecnológico y automotriz.
El comercio aumentó un 79 % en el primer trimestre de 2024, después de haber crecido un 70 % en 2023.
Rusia ha propuesto establecer contactos directos entre fabricantes nicaragüenses e importadores rusos, incluyendo grandes cadenas minoristas, para facilitar las exportaciones hacia el mercado ruso.
Nicaragua ofrece a Rusia un valor estratégico desproporcionado en relación con su peso económico.
Su ubicación en el corazón de Centroamérica le brinda a Moscú una plataforma privilegiada para la recolección de inteligencia sobre los desarrollos militares, políticos y económicos de la región, con especial atención a la actividad estadounidense.
Además, el régimen de Ortega se ha convertido en un laboratorio de pruebas para las tácticas rusas de evasión de sanciones y la exportación de tecnologías de vigilancia a otros gobiernos autoritarios.
la alianza con Rusia ofrece beneficios sustanciales que refuerzan su control interno y su proyección internacional
La presencia de unos 250 efectivos militares rusos en territorio nicaragüense consolida, además, una huella militar permanente en Centroamérica, algo sin precedentes desde los tiempos de la Guerra Fría.
Para el régimen Ortega-Murillo, la alianza con Rusia ofrece beneficios sustanciales que refuerzan su control interno y su proyección internacional. Entre ellos destacan el acceso a tecnología de espionaje avanzada utilizada para vigilar y reprimir a la oposición, la protección diplomática frente a las críticas por violaciones de derechos humanos y la asistencia militar para modernizar sus fuerzas armadas.
Desde 2007, cerca del 90 % del armamento importado por Nicaragua proviene de Rusia, incluidos los 50 tanques T-72B1 entregados en 2016, que consolidaron la dependencia militar de Managua respecto a Moscú.
Sin embargo, esta relación plantea riesgos serios para la seguridad regional.
El secretario de Estado, Marco Rubio, ha calificado reiteradamente que la cooperación militar ruso-nicaragüense como una “amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos”.
La sofisticada infraestructura de inteligencia rusa en Nicaragua podría facilitar el espionaje contra países vecinos y socavar las instituciones democráticas de Centroamérica.
Además, el reconocimiento nicaragüense de la agresión territorial rusa sienta un precedente peligroso, alentando a otros regímenes a legitimar anexiones ilegales.
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