El Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular y del Consejo de Estado de la República de Cuba, Estaban Lazo, ha estado en Moscú por casi una semana. Fue de invitado de la Duma rusa para las reuniones de la llamada Comisión de Cooperación entre el legislativo ruso y la Asamblea Nacional del Poder Popular.
La parte rusa estuvo encabezada por Viacheslav Volodin, Presidente de la Duma Estatal, quien invitó a Lazo y a los parlamentarios cubanos a participar en el Foro Internacional «Gran Patrimonio - Futuro Común», dedicado al 80 aniversario de lo que llaman en Rusia fin de la "Gran Guerra Patria".
Lazo sostuvo encuentros con Dimitri Medveded, jefe del partido oficialista Rusia Unida; también con el canciller Serguei Lavrov, la presidenta del Consejo de la Federación, Valentina Matvienko y el líder de la bancada comunista Guennadi Ziugánov. Pero el más destacado de los encuentros fue con Dimitri Chernyshenko, viceprimer ministro de Rusia, quien remarcó la ayuda del Kremlin en la crisis energética cubana y volvió a traer a la mesa el tema de las inversiones en la isla.
Chernyshenko pidió que ayude a poner en marcha cuanto antes proyectos de inversión rusos en Cuba...
Chernyshenko pidió a Esteban Lazo que ayude a poner en marcha cuanto antes proyectos de inversión rusos en Cuba, y así lo titula la prensa oficialista rusa en un reporte sobre el encuentro. Los retrasos y fracasos en los proyectos conjuntos entre Rusia y Cuba, como la Tienda RusMarket LLC y el acuerdo energético con Inter-RAO, reflejan los factores estructurales, administrativos y políticos que afectan negativamente la ejecución de iniciativas comerciales entre ambos países.
En el caso de RusMarket, se trata de un proyecto de cooperación comercial aparentemente sencillo, cuya inauguración —originalmente prevista para marzo de 2024— ha sido aplazada un año completo. Este retraso no solo evidencia la falta de capacidad operativa, sino también las dificultades logísticas, aduanales y regulatorias que enfrentan las inversiones extranjeras (incluidas las rusas) en Cuba.
A esto se suma el escaso poder adquisitivo del consumidor cubano, que debilita el atractivo comercial del mercado local, así como la burocracia que ralentiza las licencias de apertura. La situación se agrava con la paralización del centro comercial proyectado en la antigua tienda Yumurí, en Centro Habana, que sigue sin concretarse a pesar de haber sido anunciado como un símbolo de la nueva etapa de colaboración económica.
Por su parte, el proyecto energético con la empresa Inter-RAO, firmado en 2016, representa una promesa incumplida de modernización en la infraestructura eléctrica del país. La instalación de cuatro unidades de generación eléctrica de 200 megavatios en las termoeléctricas Máximo Gómez y Este Habana nunca pasó del papel. La falta de financiamiento sostenido y los constantes vaivenes políticos han bloqueado cualquier avance real. A ello se suman los problemas técnicos y la ausencia de una cadena logística estable que permita importar equipos y materiales con regularidad. Cuba, por su parte, ha carecido de los recursos financieros y la estabilidad institucional para garantizar un entorno confiable de ejecución.
Ambos casos ilustran cómo los acuerdos bilaterales, por más ambiciosos que sean en su diseño inicial, fracasan cuando no se respaldan con estructuras administrativas eficientes, seguridad jurídica y visión realista de las capacidades mutuas. Más que simples retrasos, estos proyectos simbolizan la brecha entre los discursos diplomáticos y la viabilidad concreta de la cooperación ruso-cubana en el contexto actual.
Se espera que esta semana se realice la XXII reunión de la Comisión Intergubernamental Ruso-Cubana de Cooperación Comercial, Económica, Científica y Técnica, en La Habana, y Chernyshenko ha sido el enviado de Moscú al evento en ocasiones anteriores.
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