Los rivales de la senadora Elizabeth Warren la trataron este martes como favorita en las primarias demócratas al dirigirle una lluvia de ataques en el cuarto debate de la contienda, mientras el exvicepresidente Joe Biden
lograba sacar de la discusión el tema de los negocios de su hijo en
Ucrania.
Tras superar a Biden en varias encuestas a nivel nacional y en estados clave, Warren llegó al debate en Westerville (Ohio) decidida a consolidarse como alternativa al exvicepresidente en la carrera por la candidatura demócrata para las elecciones de 2020.
Los ataques que recibió de varios de sus contrincantes confirmaron el ascenso de la senadora al liderazgo de la contienda, un rango que, al menos por ahora, comparte con Biden, que sigue ligeramente por delante en la media de sondeos nacionales.
Si los anteriores debates quedaron definidos por ataques solitarios y vehementes contra Biden por parte de la senadora Kamala Harris o el exsecretario de Vivienda Julián Castro, esta vez fueron desafíos constantes y desde varios frentes contra Warren los que marcaron la tónica de la noche.
"Me deja de piedra la idea de que alguien piense que soy punitiva", respondió una desconcertada Warren después de que el excongresista Beto O'Rourke le dedicara ese calificativo por su plan para tasar la riqueza de los más adinerados en el país.
Pero ese fue prácticamente el único momento en el que se pudo ver descolocada a la senadora, que en los últimos días había pasado mucho tiempo preparándose para esa posible ronda de embestidas y tuvo cuidado de no devolver los dardos a quienes se los lanzaron, entre los que estaban sus tres rivales mujeres.
El momento más tenso llegó hacia el final del debate, cuando una pregunta de los moderadores llevó a Biden a hacer algo que había evitado hasta entonces: sumarse a la ofensiva contra Warren.
Después de que Biden proclamara que él era "el único en este escenario que ha conseguido algo grande" en su carrera, Warren recordó que ella ideó e impulsó la creación de la Oficina de Protección al Consumidor (CFPB) para aumentar la regulación financiera tras la crisis de 2008.
Biden trató entonces de anotarse algo del mérito al asegurar que "consiguió votos" en el Congreso para la propuesta de Warren, y la senadora respondió con un sutil pero claro desacuerdo.
"Estoy profundamente agradecida al presidente (Barack) Obama, que luchó para asegurarse de que se creaba la agencia" y "a veces tuvo que luchar contra gente en su propio Gobierno" para ello, replicó Warren, sin aclarar si se refería a Biden.
El exvicepresidente también acusó a Warren de ser "poco precisa" en propuestas como la sanidad pública universal, pero la senadora no quiso devolverle las críticas, consciente quizá de que aún queda mucha contienda por delante y hay muchos votantes indecisos a los que convencer.
Atacar a Warren fue una estrategia calculada para algunos y un globo sonda para aspirantes como O'Rourke y la senadora Amy Klobuchar, que no consiguen despegar en las encuestas y buscan como sea marcar un contraste con otras figuras en su partido.
Pero la dinámica confirmó que los aspirantes demócratas están cada vez más cómodos ilustrando las diferencias dentro de su campo, con excepciones como el senador Cory Booker, que advirtió de que las divisiones internas solo contribuirán a reforzar al presidente estadounidense, Donald Trump.
El debate comenzó en un punto de consenso, con el respaldo de todos los aspirantes a la apertura en la Cámara Baja de una investigación previa a un juicio político contra Trump.
Ese proceso tiene que ver con las presiones de Trump a los líderes de Ucrania para que investigaran a Biden, pero el exvicepresidente consiguió dejar el tema fuera de la agenda.
"Mi hijo no hizo nada mal, yo no hice nada mal", subrayó Biden, quien defendió el "buen juicio" de su hijo Hunter horas después de que éste reconociera que sus negocios en Ucrania mientras su padre era vicepresidente "dieron pie" a una campaña para desacreditar a su padre por parte de Trump y sus allegados.
Reticentes a compartir con Trump el papel de jueces de Biden, el resto de aspirantes demócratas evitaron profundizar en el tema y Booker tachó incluso de "ofensivo" el hecho de que los moderadores le preguntaran al "estadista" exvicepresidente sobre el tema.
En un tercer plano quedó el senador Bernie Sanders, que volvía a la palestra dos semanas después de sufrir un ataque al corazón y acaparó poco protagonismo en el debate.
Pero Sanders se guardaba un as en la manga que empezó a atraer titulares en la segunda mitad del debate: el anuncio de que le respaldan las influyentes congresistas Alexandria Ocasio-Cortez, Ilhan Omar y Rashida Tlaib, claves para el futuro del partido.