Putin aterriza en La Habana, abraza a viejos aliados de Moscú y en vez de los planes quinquenales socialistas les ofrece el know-how del capitalismo de estado ruso.
El presidente Peter Poroshenko estampó su firma con el mismo bolígrafo que se debió utilizar en noviembre, durante la cumbre de Vilna, pero el entonces mandatario Víctor Yanukovich escogió la alianza con Putin.
En suelo francés el presidente ruso verá la repulsa internacional a la invasión a Crimea, a la intromisión en los asuntos internos del país vecino.
Los manifestantes tártaros constataron que “de nuevo, como hace décadas, en nuestra propia tierra, se incurre en la violencia y la ilegalidad contra los tártaros de Crimea”.
En el último paquete de sanciones de Estados Unidos a magnates rusos vinculados con el Kremlin aparecía el nombre del CEO de Rosneft Igor Sechin
Odesa, con una s, como se escribe en ucraniano, fue urbe diferente a todas las demás del país. La ciudad era impar inclusive dentro del imperio ruso y fue irreverente en el soviético.
Los tres muertos del Domingo de Pascua dificultan la implantación de los acuerdos de Ginebra y los planes de estabilización que en Ucrania desean desarrollar lo más rápido posible.
Mañana el ruso promedio injuriará a Putin cuando tenga que cambiar más de 50 rublos por un euro para viajar a Grecia o Egipto.
El presidente Obama tiene esta semana una gran oportunidad de dejar un legado histórico similar al de John F. Kennedy y Ronald Reagan.
La bandera de la hoz y el martillo, ondeaba en la Plaza Lenin de Simferopol. EL himno ruso, donde solo han cambiados algunas palabras del soviético, era cantada por miles de residentes.
Los rusos no desean reconocer que la incursión militar en Crimea viola la soberanía de Ucrania y que es una agresión militar.
La intromisión en la vida política y económica de Venezuela y Ucrania por parte de La Habana y Moscú eran demasiado elocuentes y abochornaban a lo nacionales.
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