Miles de nicaragüenses superaron este jueves el miedo para salir a las calles en la marcha "Juntos somos un volcán" y decirle así con contundencia al presidente Daniel Ortega que quieren que se vaya.
"Claro que tengo miedo de salir a la calle porque sé de lo que son capaces", explica a Efe Henry Martínez, quien confiesa que formó parte del oficialista Frente Sandinista para la Liberación Nacional (FSLN) y agrega que fue capaz de superar el temor para unirse a sus compatriotas en la marcha de este jueves.
Obviamente, les cuesta olvidar a las 351 personas que han muerto en la represión contra las manifestaciones que comenzaron el pasado 18 de abril.
Inicialmente, las protestas comenzaron contra unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra.
"Ya estamos cansados, como jóvenes, como adultos, como niños, de que se violen nuestros derechos, nuestro derecho a la vida, el Estado es el encargado de velar constitucionalmente por nuestra seguridad y es el que hoy nos está asesinando. Yo, como joven no puedo quedarme de ojos cerrados, de brazos cruzados sin alzar mi voz contra este Gobierno que desde hace 3 meses nos viene quitando la paz", agrega Martínez.
Él, como muchos otros, acude con una pañoleta con los colores de la bandera del Vaticano y un rosario al cuello, un elemento que se ha convertido en un símbolo de protesta desde que el pasado lunes una comitiva de la iglesia fue brutalmente agredida por una turba "orteguista" protegida por paramilitares y parapolicías encapuchados.
Entre los agredidos estaban el cardenal nicaragüense Leopoldo Brenes y el nuncio apostólico Stanislaw Waldemar Sommertag, que intentaban conseguir la liberación de un pequeño grupo de paramédicos y misioneros que se habían atrincherado en la basílica de San Sebastián, en la localidad de Diriamba.
Ese es el primer temor que padecen quienes este jueves se sumaron a la gran marcha que convirtió buena parte de Managua y otras ciudades nicaragüenses en una marea blanca y azul, los colores de la bandera del país.
"El miedo, todos lo tenemos, pero el ansia de libertad es más grande que el miedo. Estamos hartos de Ortega, de su corrupción: todos son un atajo de corruptos", explica a Efe María Eugenia Narváez, una mujer que superó el temor a la represión que lideran los grupos encapuchados de "paras".
Sin embargo, hoy no hubo noticia de ellos, tampoco de la Policía ni de sus unidades antimotines, que dieron una tregua.
La convocatoria es la primera de tres días de protestas convocadas por la oposición que continuarán el viernes con un paro nacional de 24 horas y concluirán el sábado con una gran caravana.
En su contra, el orteguismo ha convocado para mañana la celebración de "el repliegue", una histórica conmemoración en la que celebran una acción táctica que llevó de retirada de Managua a Masaya a los combatientes del FSLN que luchaban contra Anastasio Somoza Debayle.
La celebración concluye en Masaya, a unos 30 kilómetros de Managua, una ciudad que hoy se ha convertido en el símbolo de las manifestaciones contra Ortega.
Tal vez por ello, los opositores se encaramaron a la estatua del boxeador Alexis Argüello, tres veces campeón del mundo, y levantaban sus puños juntos a las manos gigantes de "El Caballero del Ring".
"Hemos pasado de una tiranía a otra (...) lo que tenemos ahora es una dictadura que ha asesinado a la juventud de Nicaragua", explica Ángela Saballos, periodista que reconoce que en los años 80 participó en la revolución sandinista.
¿Cree que Ortega ha traicionado a la revolución? "Creo que no sabe lo que es una revolución. Esta es una revolución cívica", concluye.
(EFE)