Los testimonios de abusos y torturas contra los detenidos durante las protestas del 11 de julio en Cuba siguen saliendo a la luz. El del opositor matancero Armando Abascal es desgarrador, según detalles ofrecidos en una entrevista que publica este miércoles Hypermedia Magazine.
Abascal, miembro del Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel, narra la ordalía vivida en prisión junto a otros detenidos ese día en varias localidades de Matanzas. Habla también de su familia, y de cómo la Seguridad del Estado la emprendió contra su mujer y sus hijas, que no pararon de denunciar su caso hasta sacarlo del infierno en el que estaba.
Aunque algunos de los pasajes que narra Abascal ya son conocidos, la entrevista realizada por el periodista independiente Boris González Arenas pone en perspectiva, en toda su crudeza, la ola de violencia con la que el régimen encabezado por Miguel Díaz-Canel arremeti[o contra los manifestantes.
"En Cárdenas montaron a un muchacho negro que no sé cómo no le sacaron el ojo izquierdo, porque tenía un derrame muy grande en toda la cara. No se le veía el ojo. Cuando lo esposaron, lo tiraron en el piso y le dieron una patada en la cara, con una bota. El que lo golpeó le dijo: “Negro de m..., tú, en vez de agradecer lo que la Revolución ha hecho por ti, te manifiestas en contra del sistema", contó Abascal.
Declara el opositor en la entrevista que tras su detención, lo tuvieron más de 24 horas sin ingerir alimentos, en la Unidad de la Policía (PNR) de Jovellanos, donde estuvo inicialmente.
“Ni agua nos dieron, porque en La Belloté no había agua. En Operaciones nos desnudan y nos hacen un chequeo minucioso, incluso nos dicen que desnudos hagamos una cuclilla. De ahí nos conducen a las galeras, la mía era la número 12. Cuando entré había cuatro personas. Estas galeras tienen una dimensión aproximada de tres por tres metros y cuatro literas”.
Y agrega el entrevistado: "Dentro de la galera hay un turco, que es el modo como llamamos los presos al lugar de hacer las necesidades. No es una taza de baño, sino un hueco en el piso. De arriba del turco sale una ducha".
Abascal confiesa que, a pesar de su experiencia en las cárceles del régimen, “no podía pensar que en 2021 podían existir lugares tan macabros, tan dantescos", en referencia a la sede de la Seguridad del Estado en el reparto Versalles, en la ciudad de Matanzas, construida, según dijo, a principios de la Revolución.
Explica que la celda donde lo encerraron estaba plenamente tapiada. "Antes del triunfo de la Revolución no existían prisiones de este tipo, eran los vivacs que había en los pueblos, con sus celdas con rejas sin tapiado. Es un sistema que traen los rusos", explicó.
Agrega que la galera donde estuvo "tenía dos orificios en el techo, de aproximadamente ocho pulgadas de diámetro, que originalmente era para extraer el aire caliente. Pero esos extractores no funcionan. (...) Esto que te cuento no es mentira, los hombres que pasaron por este lugar podrán dar testimonio mañana. Cuando llegaban las 3 de la tarde, teníamos que turnarnos para la hendija que quedaba debajo de la puerta, de aproximadamente una pulgada y media, para poder respirar un poco de aire”, detalló, en conversación con el periodista González Arenas.
Abascal asegura que aquello le recordó la llamada "Rastra de la muerte" en 1961, en que más de 100 prisioneros, incluyendo numerosos heridos en combate en Bahía de Cochinos, estaban atrapados, sin oxígeno, en la desesperación y la brutal agonía, por órdenes del difunto dictador Fidel Castro, a resultas de lo cual 9 de ellos murieron por asfixia, y explica que para poder respirar: “hacíamos una especie de abanico, los cuerpos se separaban, pero las cabezas se juntaban debajo de la puerta buscando el oxígeno”.
Describe el opositor que en esas condiciones “yo estuve con la misma ropa, incluso interior, durante nueve días". Mientras, su familia lo daba por desaparecido, "porque los oficiales de la Seguridad no decían dónde yo estaba".
Dice Abascal que quisiera "que alguna vez en la vida esta celda sea un museo, para que las personas sepan que cosas así han existido en esta época. Yo mismo soy opositor, he estado preso dos veces y detenido muchas, y no sospechaba que algo así existía”.
Luego fue trasladado al Combinado de Matanzas, donde solo había agua 15 minutos al día, y donde las chinches le dieron una guerra peor que el maltrato de los carceleros.
“Hay una cantidad de chinches en todas las celdas que a mí me hicieron un daño tremendo. Yo me llené de nacíos, de tumoraciones, en la cara, en los brazos, en los pies, tengo marcas todavía. A eso añádele el mosquito y el jején. A mí me hizo un daño tremendo sobre todo la chinche, pero no te hablo de una, te hablo de que cuando caía la noche, que tú te acostabas, te caía una cantidad que no se podía soportar".
Tras su liberación, bajo una medida de cautelar de libertad condicional y acusado de “desorden público”, Abascal supo de las agresiones a su familia, en medio de la represión que se desató en su localidad contra los manifestantes.
“Hasta que yo llego a mi casa el 27 de agosto, no supe lo que había pasado después que a mí me sacaron de Carlos Rojas. El 11 de julio a mí me llevan sobre las 4 de la tarde. Aproximadamente a las 6 de la tarde llega una guagua de Jovellanos y un camión donde ellos traen civiles y militares, todos vestidos de civil. Eso me lo cuentan después. Esas personas son las que mandó Canel para que, con palos y todo lo que encontraran, agredieran al pueblo. Porque del pueblo de Carlos Rojas no salió nadie a reprimir, ni verbalmente. Por medio de esas personas comienza la represión violenta de la manifestación. Uno de los que golpea a mi mujer es el jefe de comunales de Jovellanos. La tira en el piso y la golpea salvajemente. Él no llega en esos vehículos porque estaba desde la tarde. Es de los que ayuda a meterme en la patrulla. La primera que golpea a mi hija Sissi es una muchacha que trabaja en el Partido. Mis hijas pelean con estas bestias y reciben muchos golpes. En un momento que mi hija Lisy está inmovilizada por tres mujeres, un hombre con una piedra le da en la cabeza. Ese hombre no aparece en los videos de la manifestación al principio, cuando yo llego al parque con mi familia, ni después cuando me montan en la patrulla; de todo eso hay videos y esa persona no aparece allí. Ese hombre viene en esas guaguas que llegan para reprimir la manifestación”, detalló.
Apunta el opositor que a su mujer, que “llevaba un mes y pico de operada", tuvieron que llevarla para el policlínico. "Ella no, pero Lisy sí sangró mucho. A Lisy le pusieron cuatro puntos en la cabeza. En el policlínico no había con qué coser y las personas trajeron todas las cosas para darle esos primeros auxilios: hilo, anestesia y todo lo que hacía falta. Pero la mandan para el hospital de Jovellanos, donde las atendió un cirujano, y allí la cosieron”.
Armando Abascal y Annia Zamora fueron multados con 1,000 pesos por el delito de desorden público por su participación en las protestas del 11 de julio.
La menor de las hijas del matrimonio, Sissi Abascal Zamora, espera juicio con una petición fiscal de seis años de prisión por los supuestos delitos de desorden público, desacato y atentado.