La secretaria de Comercio de Estados Unidos, Penny Pritzker, durante su estancia en La Habana para analizar el alcance y las limitaciones de las flexibilizaciones al embargo decretadas por el presidente Barack Obama, instó a Cuba a "construir una relación más abierta".
"Queremos ayudar a todos los cubanos a insertarse en la economía mundial y a disfrutar de un mejor nivel de vida, pero también dar al pueblo de Estados Unidos la oportunidad de aprender sobre Cuba y de desarrollar relaciones con las personas de una isla que está a solo 90 millas de las costas" estadounidenses, dijo Pritzker en su segunda jornada en la isla.
"Podemos construir una relación más abierta entre nuestras dos naciones", añadió, al inaugurar un foro en el que participan funcionarios de los Departamentos estadounidenses del Tesoro, Comercio y Estado junto con representantes de varios ministerios y empresas cubanas.
Los representantes de ambos países discuten sobre "el alcance y las limitaciones" de las flexibilizaciones al embargo decretadas en septiembre por el presidente Obama, según la Cancillería cubana.
No esperamos que estas acciones transformen la vida del pueblo cubano en una noche"
Después de decretar unas primeras medidas en enero, Obama eliminó el mes pasado el tope a las remesas familiares, autorizó inversiones conjuntas de norteamericanos con empresas estatales cubanas, los viajes turísticos de barcos y aviones a la isla, pero dejó intacto la mayoría del cuerpo legal del embargo.
El Congreso de Estados Unidos es el único facultado para desmontar el embargo, un entramado legal vigente desde 1962 que está codificado en varias normativas, la más completa de ellas la ley Helms-Burton de 1996.
La aplicación de las facilidades dictadas por Obama encuentra escollos en otras leyes del embargo, como la prohibición de que Cuba use el dólar como moneda de pago y el no acceso al sistema bancario estadounidense y, por lo tanto, a créditos.
"No esperamos que estas acciones transformen la vida del pueblo cubano en una noche", dijo Pritzker y subrayó que su alcance también dependerá de que el Gobierno de la isla dé "ciertos pasos" para "actualizar su sistema regulatorio y reformar la economía en formas que permitan el continuo desarrollo de un sector privado cubano".
En ese sentido, instó al Gobierno de Castro a permitir "que los cubanos puedan hacer comercio y viajar con más libertad, disfrutar del fruto de su trabajo, acceder a internet y ser contratados directamente por compañías extranjeras".
Tras inaugurar el foro, Pritzker, la segunda integrante del gabinete de Obama –luego del secretario de Estado John Kerry– en viajar a la isla tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas el 20 de julio, sostuvo un encuentro con el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera cubano, Rodrigo Malmierca.
Ambos "intercambiaron sobre la estructura y organización del comercio exterior y las inversiones", indicó la Cancillería cubana. Agregó que Malmierca "recalcó los obstáculos que impone la persistencia del bloqueo (embargo)" y pidió "profundizar" las medidas de Obama.
También conversó con el canciller Bruno Rodríguez sobre la "agenda de temas en la que ambos países trabajarán en los próximos meses para profundizar la cooperación y ampliar el diálogo bilateral, como parte del proceso hacia la normalización de las relaciones", dijo un comunicado oficial.
Pritzker realizó un paseo por la Habana Vieja, visitó el Capitolio Nacional, actualmente en restauración, el Hotel Ambos Mundos, donde vivió su compatriota Ernest Hemingway, y dialogó con escolares cubanos en la Plaza Vieja.
La Secretaria de Comercio de Estados Unidos inició su visita con un recorrida por el megapuerto de Mariel (a 45 km al oeste de La Habana), donde se instala una zona franca industrial que se convertirá en la principal atracción de la isla al capital foráneo, y escenario en 1980 del éxodo hacia Estados Unidos de unos 130.000 cubanos.
Según expertos locales, Mariel podría convertirse en un nodo entre Asia y los puertos de la costa atlántica de Estado Unidos, aceptando barcos de gran calado y reembarcando las mercancías en buques menores.
El comercio entre los dos países fue de $390 millones en 2014, según cifras oficiales cubanas, marcando una caída desde los $598 millones de 2009.
Debido a las restricciones del embargo, vigente desde 1962, Cuba no puede hacer ventas a su vecino y sólo desde 2001 puede adquirir en ese país alimentos y medicinas, que debe pagar por adelantado, mediante complicadas transacciones bancarias, y utilizar barcos extranjeros autorizados por Estados Unidos.