El papel clave que jugó el papa Francisco en alentar las conversaciones entre los presidentes Barack Obama y Raúl Castro ha dejado fracturas entre los fieles cubano-estadounidenses del sur de Florida, donde muchos católicos de más edad comparan a los hermanos Castro con el diablo.
Muchos católicos de todo el mundo han expresado orgullo de ver al papa Francisco alentar esperanzas de progreso en la isla de gobierno comunista, pero algunos cubano-estadounidenses dicen que su líder espiritual los ha traicionado.
"Yo seré católico hasta el día que muera", dijo Efraín Rivas, de 53 años y empleado de mantenimiento que fue preso político en la isla 16 años. "Pero soy un católico sin papa".
Rivas dijo que lloró cuando Obama anunció sorpresivamente la marcha atrás de medio siglo de esfuerzos por aislar a Cuba. Entonces, cuando se enteró del papel del papa, se puso furioso.
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, reconoció que algunos católicos están "preocupados o suspicaces", pero dijo que muchos exiliados han recibido de buena gana los avances a pesar de su sufrimiento. "El dolor es real, pero no se puede construir el futuro sobre los resentimientos", dijo Wenski a The Associated Press en una entrevista.
El Vaticano se ha acercado a Cuba desde por lo menos el papa Juan Pablo II, quien declaró en su histórica visita a la isla en 1998 que "Ojalá que Cuba, con su magnífico potencial, se abra al mundo y pueda abrirse a sí misma". Las discusiones continuaron bajo el papa Benedicto XVI, quien visitó la isla en 2012. Y Francisco, el primer papa latinoamericano, ha defendido el fin del embargo estadounidense desde que participó en la visita de Juan Pablo II a la isla poco antes de ser nombrado cardenal de Buenos Aires.
El cardenal cubano Jaime Ortega Alamino, persona cercana a Francisco, coordinó las visitas papales y ha jugado un papel decisivo en mejorar las relaciones entre la iglesia y el estado cubano, oficialmente ateo, desde que fue nombrado arzobispo de La Habana en 1981. Esto ha frustrado a los católicos de más edad, quienes prefieren que la iglesia use su estatus único dentro de la isla para tomar posturas más duras.
"La Iglesia está contaminada", dijo Miguel Saavedra, un mecánico de Miami de 57 años que lidera un grupo anticastrista y luce una cruz de oro al cuello como señal de su fe. Los exiliados, molestos por los acontecimientos, se preguntan abiertamente: ¿Presionó el presidente Barack Obama al papa? ¿Entiende el pontífice la maldad de los hermanos Castro? ¿O quizás intenta tontamente cementar su imagen de alentar los cambios?
"No sé qué estaba pensando el papa", dijo José Sánchez Gronlier, un abogado de 53 años que fue perseguido por su fe hasta que salió de Cuba cuando era adolescente y quien nunca olvidará cuando el gobierno intervino un convento cerca de la casa donde creció. "Veo cierta ingenuidad en el papa", dijo.
El senador federal Marco Rubio, un cubano-estadounidense de Florida que ha liderado las críticas republicanas a la decisión de Obama sobre Cuba, dijo a los reporteros en Washington que "le pediría a su Santidad que defendiera la causa de la libertad y la democracia".
Todo esto es territorio familiar para Francisco, quien ha pasado la vida navegando las consecuencias de la Guerra Fría en América Latina. En sus escritos antes de ser papa, líder de la iglesia en Argentina criticó el autoritarismo del gobierno cubano y al embargo estadounidense y exhortó a las dos partes a saldar sus diferencias. Como papa, Francisco escribió a Obama y a Castro para sugerirles que un descongelamiento podría iniciarse con la liberación de prisioneros.
Sin embargo, Arturo Suárez Ramos, mesero miamense de 50 años quien estuvo preso en Cuba por razones políticas durante 27 años, dijo que Francisco lo que busca son titulares después de insistir en que los homosexuales y los divorciados son bienvenidos en la iglesia. "Está tratando de dejar un legado a cualquier precio", dijo Suárez Ramos.
La Iglesia católica sigue siendo la mayor fuerza religiosa en Cuba, aunque la asistencia a misa es baja tras decenios de ateísmo oficial. La institución siempre ha ofrecido un centro alternativo de poder en que al menos son posibles algunas críticas al gobierno. Su papel mediador pudiera verse como una razón para confiar en las promesas de cambio que tanto Obama como Castro hicieron esta semana, pero muchos se mantienen recelosos.
Jay Fernández, un retirado que se fue de Cuba en 1961, dijo que Francisco se comportó como un pedigüeño y aceptó cualquier pequeña concesión que le ofreció el gobierno cubano. "(El papa) quiere estar en todas partes, quiere que todos lo quieran", dijo Fernández. "Su labor es la de ser un hombre de paz, pero eso no consigue nada, especialmente en Cuba".
Los obispos estadounidenses también han pedido desde hace muchos años el fin del embargo y una mejora en las relaciones con Cuba. El acercamiento puede hacer más que el aislamiento para abrir la sociedad cubana y mejorar la situación religiosa y de derechos humanos, han dicho.
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, reconoció que algunos católicos están "preocupados o suspicaces", pero dijo que otros han recibido de buena gana los avances a pesar de su sufrimiento.