Dos ex presos políticos en Uzbekistán están exigiendo una compensación económica del gobierno por "condenas injustas" y el sufrimiento que padecieron en la prisión de Jaslyk (apodada “Casa de Tortura”), informa Radio Europa Libre/Radio Libertad (RFE/RL).
En estas demandas civiles sin precedente, Chuyan Mamatkulov está exigiendo alrededor de $50.000 dólares y Elyor Tursunov busca $20,000, por los daños causados.
Desde que el presidente Shavkat Mirziyoev llegó al poder en 2016, Uzbekistán ha liberado a más de 50 presos políticos. Entre ellos se encuentran activistas, periodistas y activistas de derechos humanos que fueron encarcelados por el régimen del fallecido Islam Karimov, el autoritario predecesor de Mirziyoev.
El gobierno de Uzbekistán también ha liberado a cientos de otros presos llamados "religiosos" que fueron encarcelados por dudosos cargos de extremismo y terrorismo. El gobierno no ha ofrecido disculpas, compensaciones o incluso ayuda significativa para rehabilitar a quienes pasaron años encarcelados en un sistema penal conocido por las duras condiciones y el maltrato a los prisioneros.
Tanto Tursunov como Mamatkulov pasaron años en la prisión de Jaslyk, en el noroeste de Uzbekistán. El penal cerró en 2019.
Muchos ex reclusos alegan que los espantosos métodos de tortura allí incluían descargas eléctricas, agresión sexual, arrancarles las uñas a los presos y largos períodos de aislamiento sin comida ni bebida.
Mamatkulov, de 50 años, es un defensor de los derechos humanos que presentó una demanda en 2005 contra Karimov, acusándolo de violar los derechos del personal militar. Esa demanda fue solo parte de una campaña de derechos humanos que enfureció a funcionarios de un régimen que tomó represalias duras contra sus críticos.
Mamatkulov fue arrestado en 2012 y sentenciado a 10 años de prisión en 2013 por fraude, perjurio y secuestro. Sus partidarios dicen que los cargos eran completamente infundados. "Como parte de este caso criminal injusto, pasé 29 meses - u 880 días - tras las rejas. En Jaslyk, experimenté mucho sufrimiento físico y mental y estaba lejos de mis hijos", dice Mamatkulov.
Se le negó el acceso a tratamiento médico en Jaslyk. Mamatkulov dice que todavía sufre de mala salud. Fue puesto en libertad en marzo de 2018 y se le concedió el derecho a un nuevo juicio. Fue absuelto de todos los cargos en marzo de 2020.
Tursunov, de 34 años, fue sentenciado a 17 años de prisión en 2013 por cargos que incluían terrorismo, socavar el orden constitucional y amenazar la seguridad pública. Siempre ha mantenido su inocencia.
Tursunov fue absuelto de todos los cargos el 18 de marzo. Pero su libertad y absolución se produjeron después de haber pasado siete años en prisión por delitos que el tribunal determinó más tarde que no cometió.
Tursunov habló con el Servicio Uzbeko de RFE/RL sobre el maltrato que enfrentó, primero en el centro de detención en su provincia natal de Qashqadaryo, luego en la “Casa de Tortura”.
"Los oficiales del servicio de seguridad regional de Qashqadaryo y la Dirección de Asuntos Internos se burlaron de mí, me sometieron a torturas físicas y mentales, y luego me privaron de mi libertad, abriendo ilegalmente un caso penal", dijo.
"El fallo de la corte indicó que me compensarían por los daños infligidos", dijo Mamatkulov. "Exigí una compensación de 500 millones de soms uzbecos (unos 48.000 dólares). Esta cantidad es demasiado pequeña para compensar lo que había soportado. La libertad no se puede medir en dinero".
El gobierno de Tashkent aún no ha ofrecido ningún apoyo concreto para ayudar a los ex presos a reconstruir sus vidas. En la mayoría de estos casos, los ex presos de conciencia no han sido exonerados de condenas erróneas como lo han sido Mamatkulov y Tursunov. La ley todavía presume que han cometido delitos porque las liberaciones tempranas de la prisión no significan automáticamente que se borren los antecedentes penales.
Grupos humanos internacionales han pedido a Uzbekistán que ayude a rehabilitar a los presos de conciencia liberados y que compense su injusto encarcelamiento y la violación. Muchos tenían problemas de salud en la cárcel y continúan sufriendo enfermedades crónicas y depresión.
En 2017, Mirziyoev instó a los funcionarios y líderes religiosos a ayudar a "reintegrar a la sociedad" a unas 16.000 personas que eliminó de la lista negra del régimen de Karimov de potenciales extremistas.
Estar en la lista negra de la era Karimov significaba no poder encontrar empleo o viajar fuera del país. También significó enfrentar el riesgo constante de ser arrestado por motivos de seguridad.
Mirziyoev dijo que unos 9.500 de los eliminados de la lista ya habían obtenido trabajo. Ordenó a los gobiernos regionales que ayuden a encontrar empleo para los demás. "Los hemos eliminado de la lista, pero sería un error dejarlos solos", dijo Mirziyoev.
Traducción parcial de un artículo de Radio Europa Libre / Radio Libertad